viernes, 16 de abril de 2010

VIAJE A TIERRA SANTA (Día 9, Jaffa)

Día 9, Jaffa (Sábado, 3 de abril de 2010)

A las 7 y media se recogían las maletas de la puerta de la habitación para llevarlas al lobby del hotel, y a las 8 salía el autobús para comenzar la última excursión del viaje.
Cada uno identifica su maleta y cuando la ve entrar al autobús se sube. Dos maletas rojas y azules quedan en la acera, el guía pregunta por sus propietarios y resultan ser de Carlos y Mª José, que llegaban corriendo por el hall, dan el ok y suben al autobús.
Mª José, cual madrina en una boda, pasa por todo el autobús repartiendo piedras que cogió del mar de galilea, podrían haber sido cogidas en Caprice, aquella fábrica de diamantes y seguramente hubiera sido mucho más caro pero desde luego no creo que fuera más valioso, fue el primer momento fuera de programa, a excepción de la foto de Jerusalem, que teníamos sentimiento de grupo, que alguien hacía algo para unificar a todo el grupo. Lo que no consiguió una cerveza, ni un cubata, ni una gorrita blanca y azul, ni una cena o comida lo consiguió una piedra ¡Enhorabuena, Mª José!


Emprendimos viaje hacia la ciudad de Tel-Aviv, concretamente al barrio de Jaffa, también llamado Yapho e incluso Joppe, que antiguamente era una ciudad próspera, un puerto importante, un punto estratégico fundamental, y que ahora había sido absorbido por el crecimiento de Tel-Aviv.


Llegamos al centro del barrio y bajamos del autobús, nos metimos en sus estrechas y desiertas calles ascendiendo la colina que le confería en la antigüedad esa situación de control del mar y de la tierra tan privilegiada, llegamos a una pequeña escalera en la que nos aposentamos para escuchar al guía contarnos la historia de Jaffa, invasiones sufridas, destrucciones y reconstrucciones. Deteniéndose pormenorizadamente en el episodio de la invasión de Napoleón Bonaparte, cuando llevado por su intención de dominar todos los puertos del mediterráneo llegó a Jaffa, sitió la ciudad y mandó a dos emisarios a negociar con los turcos una rendición a cambio de respetar los bienes conquistados, los turcos los decapitan, colgando sus cabezas en las lanzas y mostrándolos en las murallas, Napoleón furioso decide desplegar baterías alrededor de la ciudad, la situada al norte efectuará maniobras de distracción mientras la del sur atacará con fuego de artillería, desconocido en aquel tiempo por los otomanos. La ciudad fue destruida y sus habitantes fusilados o apuñalados. Marchó Napoleón a Acre donde intentó infructuosamente conquistar la ciudad y decidió regresar a Francia.

Tantos avatares sufridos, tantas destrucciones y reconstrucciones y la absorción por la ciudad de Tel-Aviv ha hecho que este barrio sea actualmente un reducto bohemio de artistas, tiendas de antigüedades y galerías de arte.

Recorriendo sus calles llegamos hasta la puerta de Ramses, muestra de la ocupación egipcia,

seguimos ascendiendo hasta llegar una replaceta donde se puede observar la ciudad de Tel-Aviv construida de espaldas al mar con sus modernos rascacielos y con su barrio judío de casas bajitas con tejados rojos. En esa replaceta se encuentra la Estatua de la Fe, tres grandes piedras de unos 3 metros que emulan a la puerta de Ramses colocadas dos a modo de pilares y la tercera como dintel entre ellos. En uno de los pilares se encuentra representado el pasaje bíblico del Sacrifio de Isaac, en el otro el pasaje del Sueño de Jacob y el dintel la Caída de Jericó.

Salimos de los jardines por un puente de madera con una barandilla metálica en la que están representados en bronce los signos del zodiaco y como era de esperar la típica tradición de que aquel que colocado en su signo zodiacal y mirando al mar, pide un deseo le es concedido, tradición nada original pero que por si acaso fuera cierta, nos llevó a distribuirnos a lo largo del puente, yo compartí signo con Pilar y Mª José,

pedimos nuestro deseo y nos tomamos una fotos, seguimos hasta la entrada de la iglesia franciscana de San Pedro, donde había un chiringuito que nos sirvió unos refrescos o cervezas y un pequeño mercadillo donde pudimos adquirir algunas bisuterías.
Terminado el descanso entramos en la iglesia en la que la comunidad nigeriana estaba celebrando una ceremonia, estuvimos poco rato para no molestar demasiado y seguimos el paseo, pasamos por el antiguo faro que tenía una bandera verde de hamás y bajamos hasta el paseo marítimo, bordeamos el edificio de la aduana y llegamos hasta la torre del reloj, gemela de la que vimos en Acre, con dos relojes que en sus orígenes marcaban la hora local y la de Damasco y contemplamos el exterior de la mezquita y su sabbala, fuentecilla en el exterior del edificio.

Entramos en un restaurante a comer unas ensaladas y kebab con salsa, al salir un cafetero ambulante, con su depósito a la espalda, los vasitos a la cintura y una campanilla como reclamo, nos ofreció un ración

y de allí al autobús y dirección al aeropuerto.

Por el camino, el guía nos explica cuales son los trámites para salir, primero presentar los impresos para que nos devuelvan el importe correspondiente a los impuestos pagados en las compras grandes realizadas, joyas o cosméticos, después entrevista personal con el personal de seguridad del aeropuerto, revisión del equipaje en un scanner y colocación de una pegatina identificativa y en caso de duda al mostrador próximo a abrir la maleta y enseñar el contenido, después de eso a por la tarjeta de embarque y a facturar.

Llegamos a la terminal, nos despedimos de Dudu, el conductor, cogemos el equipaje y a la cola del scanner, hay un puesto de devolución de impuestos, algunos se paran allí y tienen que enseñar todos los cosméticos o las joyas, otros nos ponemos en la cola, comienzan las preguntas acerca del equipaje y de los souvenirs y parece que la cosa está clara en todos los casos, sospecho que es importante que el guía esté con nosotros para que este trámite se haya agilizado bastante, comenzamos a pasar por los scanners y muchos de nosotros tenemos “la suerte” de enseñar nuestra maleta en el mostrador, verifican lo que ha llamado su atención en la pantalla y a la fila de facturar sin ningún contratiempo, aquí la función del guía pasa únicamente por la traducción.
En la fila de facturación vamos pasando de dos en dos y nos van asignando asientos a discreción. Nos despedimos de Ricky, el guía y pasamos al Duty Free, lo primero es ir a otro puesto de devolución de impuestos a que nos trasformaran el sello que habían puesto en el formulario en el primer puesto en dinero en efectivo, nosotros no habíamos pasado por el primer control así que tuvimos que enseñar una pequeña muestra de crema para demostrar la compra y que nos reembolsaran el dinero, muestra que luego fuimos prestando a otros que con la misma demostraban su compra y les permitía recibir su dinero.
Puerta de embarque B6, hora de embarque 16:15, tomamos unos refrescos mientras hacíamos tiempo para embarcar.
Llegada la hora nos acercamos a la puerta y comienzan a llamar a las últimas filas, como quiera que estábamos dispersos por la cabina, fuimos entrando en varias tandas. Ya en el avión, ¡habíamos mejorado respecto a la ida!, se trataba de un Airbús A-340/300, con dos asientos en cada lado y cuatro en el centro y además la separación con la fila de delante era mucho más amplia.

Emprendemos el vuelo de regreso, el comandante saluda nos comunica la altitud de crucero, la hora prevista de llegada sobre las 21:15 y que el tiempo en Madrid es lluvioso. Despegamos y cuando alcanzamos altitud y velocidad de crucero, las azafatas nos sirven ..., no se puede llamar almuerzo porque era tarde ni cena porque era pronto, eran cerca de las seis así que lo más adecuado sería llamarlo merienda, bueno pues eso, las azafatas nos sirven una merienda compuesta por cuscús, carne con pasta y pastel de postre.

Este avión con dos pasillos permitía un trasiego continuo de personas de adelante a atrás y probablemente eso hacía también que las azafatas pudieran desarrollar su trabajo con más comodidad sin tener que llamarnos tantas veces la atención, terminadas las reservas del bar de cabina llegamos a Madrid, tomamos tierra sin complicaciones y abandonamos la nave.
Deshacemos el trayecto, en andén móvil, ascensor, tren y ascensor de nuevo para llegar hasta la cinta 5 donde deberían empezar a salir nuestras maletas. Nos fuimos despidiendo de la gente que se quedaba en Madrid y cuando todos teníamos nuestro equipaje salimos hasta el andén 3 donde nos esperaba nuestro autobús, cargamos el equipaje en las bodegas y ¡oh, sorpresa! una de la puertas no cierra. Todos alrededor de la puerta como si todos entendiéramos de autobuses, hidráulicos y puertas. Cada uno que bajaba se asomaba al interior de la puerta, miraba el mecanismo, intentaba mover la puerta y daba su opinión sobre la solución. Al final el conductor ayudado por José Luis resuelven en tema y nos ponemos en marcha.

Llegando a Alcolea del Pinar, paramos a cenar algo, ¡PAN, PAN, PAN! con tortilla de patata, lomo o salchichas y cañas.

Volvemos a embarcar y de tirón hasta Teruel, recogemos nuestro equipaje y damos por concluido este magnífico viaje.

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