lunes, 30 de marzo de 2009

DE MADRID A .................. ACRE

Como era de esperar, y aunque la convocatoria para el inicio del viaje era a las 7:00h, emprendimos marcha hacia Madrid cuando pasaban 15 minutos esa hora, en ese momento Florencio, nuestro chófer, dio la orden de subir al autobús, nos dispusimos aleatoriamente, las beguinas comenzaron a ocupar puestos delanteros mientras que nosotros nos ubicábamos en la incómoda parte trasera.

El microbús arrancó y antes de llegar a la autovía empezamos a dar cuenta de los croissants, rellenos de chocolate o no, y de la torta de azúcar acompañados por mistela y
orujo de miel, botella que todavía procedía de nuestra antigua relación con Ramón “El Asturiano” y que según la opinión de unos “quedaba como un regustillo a amargo” y la de otros “estaba cojonudo”.


















Después de varios kilómetros de desayuno y tertulia nos dispusimos a aprovechar la mesa que había traído Domingo y que a pesar de sus más de 30 años se encontraba en perfecto estado para acoger una rabiosa partida de guiñote, además con ¡baraja a estrenar!. Estuvimos jugando durante el trayecto que lleva de Monreal del Campo hasta Maranchón, y en determinado momento en que el azar nos sonreía con el as y el tres de oros, que era triunfo, un veinte en copas y otro en espadas, y cuando las curvas de la carretera ya habían desaparecido y nos aprestábamos a entrar en la autovía, un miembro de la pareja rival, alzó su melodiosa voz y exclamó “así no se puede jugar” recogió la baraja, el tapete y plegó la mesa, dando así por concluida la partida.

Cuando nuestra carretera N-211 de doble sentido intersectaba con la autovía A-2 en la localidad de Alcolea del Pinar, se comenzaron a oír frases como “habrá que parar a almorzar” o “¿dónde paramos?”. Pepe como encargado de la expedición tenía el tema controlado y respondía “un poco más adelante”, “en la próxima salida”, y como no podía ser de otra manera llegamos a Torremocha del Campo y los deseos se hicieron realidad, paramos a almorzar, bajamos del autobús, desplegamos la mesa, colocamos el mantel, comenzamos a abrir barras de pan, a restregar tomate y a rellenar con jamón, queso, chorizo y salchichón. Algunas que no gustan de estos manjares se conformaron con un bocata de tortilla de patata o con paté de olivas.

Con el estómago lleno nos dirigimos al bar en cuyo aparcamiento nos encontrábamos y nos tomamos unos cafés, carajillos, cortados o infusiones acompañadas de unos chupitos de orujo de hierbas que hicieron que los cuerpos se asentaran después de las curvas del camino.
Siendo las 10:00h reanudamos la marcha hacia nuestro destino en la capital.














El trayecto se hizo sin contratiempo ni demora y a eso de las 11:15 alcanzábamos Gran Vía y pocos minutos después la Plaza de Callao donde nos debería dejar el autobús.
Nos apeamos del vehículo con un calor sofocante, que llevó a alguno a dejar la cazadora o el paraguas en el autobús, recorrimos los 300 metros que separan la parada con nuestro destino, Gran Vía 34, el edificio del Grupo Prisa, llegamos al hall a la vez que una chica de Tenerife que también iba a ver el programa y un amable guardia de seguridad nos entregó los pases de visita después de comprobar nuestros carnets de identidad, pasamos el detector de metales, llegamos al ascensor, con él al primer piso, recorrer un largo pasillo, la final otro ascensor y hasta la planta 7, allí recepción de la Cadena Ser, nos esperaba nuestro amigo Alberto Granados que nos fue recibiendo a medida que llegábamos hasta que por la premura de tiempo tuvo que marcharse para iniciar su programa “AVIVIR MADRID”.


Todos reunidos de nuevo, nos dirigimos hasta el estudio, ocupamos nuestros asientos y asistimos a la entrevista de Fofito que presentaba su nuevo espectáculo “Alegría” y que como no podía ser de otra manera nos saludo con su famosa pregunta ¿Cómo están ustedes?. Después del payaso y de algunos colaboradores habituales del programa, tomamos los micrófonos, templarios, hospitalarios y beguinas.


Terminada nuestra mínima aportación al programa salimos a la terraza a fumar un cigarro o ver Madrid, nos encontramos allí con unos jóvenes que por su aspecto me llevaron a pensar que debían ser artistas, bueno por eso y por la guitarra que rasgaban con soltura.


Estuvimos un rato hasta que emprendimos la peregrinación por aquellos pasillos en obras, aquellos suelos provisionales y aquellos techos descubiertos mostrando infinidad
de cables y tubos, irrumpimos en el estudio de 40 principales donde compartimos lista con Tony Aguilar “pierde fuerza Manuel Carrasco que baja al puesto número 10 y sube al 9 Britney Spears con su disco Circus, Britney Spears que está…. que está como un queso”, seguimos nuestra excursión y entramos, los que cabían, en el estudio provisional de m80 y después en el de Radiolé


Casi eran las 2 del mediodía y Alberto estaba a punto de terminar, desandamos el camino y llegamos de nuevo al estudio donde aquellos jóvenes que compartían terraza estaban interpretando una versión de Rafael, mi ignorancia me llevó a preguntar a la productora del programa el nombre del grupo, y ella amablemente me respondió “Apnea, se llaman Grupo Apnea”, aquello no me aclaró nada porque seguía sin conocerlos, no así a algunos de nosotros que por tener hijos en edad adolescente tienen más conocimiento musical que un servidor.
Alberto terminó, salimos de nuevo a la terraza, fotos con él, con el grupo Apnea, con colaboradores del programa y con la joven de Tenerife



unos regalos en una bolsa de la Ser y unos libros “Leyendas Urbanas” de parte de Alberto, nos dispusimos a salir del edificio, al llegar a la puerta, Sonia ya nos estaba esperando y nos disponíamos a ir a comer cuando nos dimos cuenta que nuestras bolsas con los presentes para nuestros amigos de Madrid se habían quedado olvidadas en la séptima planta, allá que fueron Pepe y Domingo a recuperarlas.




Por fin, salíamos hacia el restaurante, calles llenas de “mujeres del oficio”, aunque no tantas como antaño, antes de la peatonalización, ni como a otras horas más propicias, haciendo caso omiso a insinuaciones y guiños, llegamos a Casa Perico















¡otra vez obras! los andamios de la fachada apenas dejaban ver la entrada al restaurante. Una vez dentro, profusa decoración, ¡cuidado con los bolsos y con las chaquetas, no tiréis algo!, botellas de vino por doquier y numerosas botellas de sifón colgadas encima de la barra.
Nos recibe Perico, saluda a Alberto y nos indica nuestra mesa, comienza el baile de sitios, el juego de la silla, “yo me siento aquí”, “no espera, cámbiate con Fulano”, “que se ponga aquí Mengano”, “vete más para allá”, “es que tengo la pata, y no quepo más aquí”, “¿quién se sienta aquí?” ¡vamos, lo habitual en estas reuniones!.
Por fin, todos ubicados, la mesa repleta de platos de jamón, aceitunas, anchoas, boquerones, tortilla de patata y chorizo, jamón de pato, ensaladilla rusa, cestas de pan y botellas de vino.

Antes de comenzar y teniendo en cuenta que todavía faltaba por llegar Eric Frattini, comenzamos con unas cañas, ¡bastantes cañas!, en determinado momento y viendo que las manos no paraban de llegar de manera furtiva a los platos de comida, Alberto, con muy buen criterio, consideró que era adecuado comenzar aunque Eric no hubiera llegado todavía. Como quien oye el pistoletazo de salida en la carrera nos avalanzamos, como si lleváramos días sin comer, sobre la ensaladilla, el jamón o la tortilla de patata.
A los pocos minutos llegó Eric, presentaciones, saludos, besos y rápidamente a seguir con la ardua tarea de dar cuenta de todo aquello que Perico nos iba sirviendo, arroz a lo cutre, ensaladas, croquetas, gambas con gabardina, chuletas de cordero, merluza o solomillo con ¡patatas fritas de verdad!, aderezado todo ello por una interesante conversación y vino y cervezas abundantes.

Llegaron los postres, surtido de natillas, cremas y helados, cafés, chupitos de orujo, limoncello o pacharán, Eric se levantó e hizo entrega de varios libros suyos que obviamente dedicó y firmó, algunos empleando más tiempo en la rúbrica que en el propio texto del libro. Alberto hizo lo propio con los suyos y nosotros les regalamos unas cántaras de Noccino, unas cartillas del Instuituto de Estudios Turolenses y ejemplares de los fueros, a las señoras un colgante de la estrella mudéjar.
Seguimos con la tertulia, y los chupitos (algunos más chupitos que tertulia).


Toda reunión que se precie debe tener prevista una continuación y por eso se empezó a gestar una aventura en tierra santa. Eric propuso un viaje a Israel, visitando Jerusalem, el santo sepulcro, Acre o basílicas templarias, a partir de ese momento ese tema ocupó mucha parte de la conversación y quedó como objetivo a cumplir sin dejar pasar mucho tiempo.
En determinado momento las Beguinas decidieron salir del local y emprender una visita por los alrededores, nosotros seguimos “sufriendo” alrededor de aquella mesa.
Al cabo de un rato, Perico, que ya era uno más de la reunión aunque manteniendo el saber estar de un profesional,


nos instó a abrir una de las cántaras de Noccino para pobrar su contenido, así lo hicimos, abrimos la que habíamos regalado a Alberto porque Eric agarró la suya amenanzando al que osara tocarla, nos servimos y entonamos nuestro brindis, ese que Eric en su libro El Laberinto de Agua denomina “brindis veneciano del siglo XV”. Prometimos reponer la cántara de Alberto aunque sea por valija interna.



Al rato solicitamos a Perico que nos sacara una botella de su cava “Don Pericón”, se fue a la bodega y volvió con una botella y un gorro que debe ser usado por aquel que descorche la botella,

lo tomó Eugenio y poniéndose en pie encima de la silla accedió al estante donde estaban las copas y después de tirar uno de los cuadros de la pared, cogió tantas copas como comensales y las llenó de cava, brindamos y dimos buena cuenta de aquel espumoso tan fantástico.

Seguían las risas y nos hicimos fotos todos los allí presentes con el típico gorro de Don Pericón, pero eso queda en el ámbito de lo privado.

Perico nos brindó la posibilidad de firmar en el libro de honor del local, asumió la responsabilidad el Maestre en nombre de toda la encomienda y escribió cuatro líneas muy emotivas que obviamente fueron subscritas por todos los demás.
Curioseamos el libro y encontramos las firmas, entre otras, de Saramago, Carlos Herrera, Iñaki Gabilondo, Joaquín Sabina, Victor Manuel, Miguel Rios o Pepe Domingo Castaño
















En determinado momento y ante las insistentes llamadas de las Beguinas y teniendo en cuenta que Perico había cerrado el local hacía tres horas, nos dispusimos a salir del mismo, saludos a Perico, alabanzas por doquier por el local y por
la comida y a la calle.
La climatología había cambiado, describiendo perfectamente nuestro ánimo, entramos al local con la alegría de la primavera, el sol y el calor y salimos con la tristeza del otoño, lluvia, viento y frío

¡Craso error!, a partir de ese momento, la desorganización. “Hemos quedado en los billares”. “No, hemos quedado en la cafetería de arriba”. “No, vamos a tomar una caña en la cervecería “La Cruz Blanca”. “No, mejor llamamos al autobús y nos vamos”. Resumiendo, se cumplió todo, unos a las cañas, otros a los billares, otros al café, otros perdidos y otros al autobús.

Al final besos y abrazos a Sonia, Alberto, Eric e incluso algunos telefónicamente se pudieron despedir de Silvia y compromiso firme de organizar el viaje a ACRE.

Emprendimos camino de regreso hacía Teruel, parada en Alcolea para tomar un refrigerio y de nuevo al autobús, película de la que no voy a hacer ninguna reseña primero por su calidad y después porque Morfeo me atrapó impidiendo que me pudiera formar una opinión suficientemente fundada de la misma.

Llegada a Teruel, después de nieve y lluvia, dispersión y fin de la excursión.

¡¡¡¡NOS VEREMOS EN ACRE!!!

domingo, 15 de marzo de 2009

ESTA BATALLA, ¡SI!

Rondaban las 22 horas del dia 13 de marzo cuando, perfectamente pertrechados y sobrados de hambre, la encomienda se reunía en el restaurante designado para dar cuenta de las viandas elegidas.

Nuestra encomienda se ha caracterizado desde antiguo por moverse mejor en batallas de este tipo, más jocosas y distendidas


que en otras más soleadas y sudorosas


Así que, haciendo honor a nuestra condicion, y después de una "importante" inversión, no exenta de crítica por alguno, de 1'50€ por cabeza en cañas, algunas de ellas acompañadas de gaseosa, nos instalamos cómodamente en nuestras ubicaciones entorno de una larga mesa y dimos buena cuenta de unos entrantes, una paletilla de cordero y unos dulces.

En determinado momento de la cena, el maestre entregó a cada uno de los veteranos de Castres un sobre cerrado con el nombre impreso que contenía el pago de la soldada por aquella incursión. Como era de esperar ese hecho produjo abundantes comentarios, ligeras sonrisas y mucha envidia entre los que no hubieron acudido al evento.

Cuando la cena hubo terminado y acompañados por licores a discrección, pasamos a esa otra gran pasión de la encomienda que es la de conversar llegando incluso a tener que desplazarnos a otra sala contigua más íntima y adecuada a nuestra condicion de monjes guerreros o guerreros monjes.

A altas horas de la madrugada y cuando el moderador de la "tertulia" decidió que estaban claras todas las propuestas y que no estábamos llegando a ninguna conclusión, se disolvió la reunión, hicimos frente a nuestras deudas con el tabernero y nos dispusimos a abandonar el local.




Como quiera que el suelo estaba muy "resbaloso" y que el estado de algunos de los hermanos no era, precisamente, el de perfecto estado de revista, se produjo un pequeño percance a la salida del local dando con los huesos de nuestro hermano de Qalat-Ayub haciéndole ver "todas" las estrellas





Obviamente y siguiendo los instintos propios de la condicion humana, el resto de la encomienda cuando presenció el incidente irrumpió en carcajadas que pudieron oirse, según cuentan, desde el Pinar.



A partir de aquí la mayoría de los hermanos se retiraron a sus aposentos y unos cuantos, faltos todavía de sueño, decidieron visitar otros locales donde aplacar su sed.

Seguiremos "batallando", bebiendo, comiendo, tertuliando, riendo y espero que no resbalando ni cayendo.