domingo, 15 de marzo de 2009

ESTA BATALLA, ¡SI!

Rondaban las 22 horas del dia 13 de marzo cuando, perfectamente pertrechados y sobrados de hambre, la encomienda se reunía en el restaurante designado para dar cuenta de las viandas elegidas.

Nuestra encomienda se ha caracterizado desde antiguo por moverse mejor en batallas de este tipo, más jocosas y distendidas


que en otras más soleadas y sudorosas


Así que, haciendo honor a nuestra condicion, y después de una "importante" inversión, no exenta de crítica por alguno, de 1'50€ por cabeza en cañas, algunas de ellas acompañadas de gaseosa, nos instalamos cómodamente en nuestras ubicaciones entorno de una larga mesa y dimos buena cuenta de unos entrantes, una paletilla de cordero y unos dulces.

En determinado momento de la cena, el maestre entregó a cada uno de los veteranos de Castres un sobre cerrado con el nombre impreso que contenía el pago de la soldada por aquella incursión. Como era de esperar ese hecho produjo abundantes comentarios, ligeras sonrisas y mucha envidia entre los que no hubieron acudido al evento.

Cuando la cena hubo terminado y acompañados por licores a discrección, pasamos a esa otra gran pasión de la encomienda que es la de conversar llegando incluso a tener que desplazarnos a otra sala contigua más íntima y adecuada a nuestra condicion de monjes guerreros o guerreros monjes.

A altas horas de la madrugada y cuando el moderador de la "tertulia" decidió que estaban claras todas las propuestas y que no estábamos llegando a ninguna conclusión, se disolvió la reunión, hicimos frente a nuestras deudas con el tabernero y nos dispusimos a abandonar el local.




Como quiera que el suelo estaba muy "resbaloso" y que el estado de algunos de los hermanos no era, precisamente, el de perfecto estado de revista, se produjo un pequeño percance a la salida del local dando con los huesos de nuestro hermano de Qalat-Ayub haciéndole ver "todas" las estrellas





Obviamente y siguiendo los instintos propios de la condicion humana, el resto de la encomienda cuando presenció el incidente irrumpió en carcajadas que pudieron oirse, según cuentan, desde el Pinar.



A partir de aquí la mayoría de los hermanos se retiraron a sus aposentos y unos cuantos, faltos todavía de sueño, decidieron visitar otros locales donde aplacar su sed.

Seguiremos "batallando", bebiendo, comiendo, tertuliando, riendo y espero que no resbalando ni cayendo.

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