viernes, 16 de abril de 2010

VIAJE A TIERRA SANTA (Día 9, Jaffa)

Día 9, Jaffa (Sábado, 3 de abril de 2010)

A las 7 y media se recogían las maletas de la puerta de la habitación para llevarlas al lobby del hotel, y a las 8 salía el autobús para comenzar la última excursión del viaje.
Cada uno identifica su maleta y cuando la ve entrar al autobús se sube. Dos maletas rojas y azules quedan en la acera, el guía pregunta por sus propietarios y resultan ser de Carlos y Mª José, que llegaban corriendo por el hall, dan el ok y suben al autobús.
Mª José, cual madrina en una boda, pasa por todo el autobús repartiendo piedras que cogió del mar de galilea, podrían haber sido cogidas en Caprice, aquella fábrica de diamantes y seguramente hubiera sido mucho más caro pero desde luego no creo que fuera más valioso, fue el primer momento fuera de programa, a excepción de la foto de Jerusalem, que teníamos sentimiento de grupo, que alguien hacía algo para unificar a todo el grupo. Lo que no consiguió una cerveza, ni un cubata, ni una gorrita blanca y azul, ni una cena o comida lo consiguió una piedra ¡Enhorabuena, Mª José!


Emprendimos viaje hacia la ciudad de Tel-Aviv, concretamente al barrio de Jaffa, también llamado Yapho e incluso Joppe, que antiguamente era una ciudad próspera, un puerto importante, un punto estratégico fundamental, y que ahora había sido absorbido por el crecimiento de Tel-Aviv.


Llegamos al centro del barrio y bajamos del autobús, nos metimos en sus estrechas y desiertas calles ascendiendo la colina que le confería en la antigüedad esa situación de control del mar y de la tierra tan privilegiada, llegamos a una pequeña escalera en la que nos aposentamos para escuchar al guía contarnos la historia de Jaffa, invasiones sufridas, destrucciones y reconstrucciones. Deteniéndose pormenorizadamente en el episodio de la invasión de Napoleón Bonaparte, cuando llevado por su intención de dominar todos los puertos del mediterráneo llegó a Jaffa, sitió la ciudad y mandó a dos emisarios a negociar con los turcos una rendición a cambio de respetar los bienes conquistados, los turcos los decapitan, colgando sus cabezas en las lanzas y mostrándolos en las murallas, Napoleón furioso decide desplegar baterías alrededor de la ciudad, la situada al norte efectuará maniobras de distracción mientras la del sur atacará con fuego de artillería, desconocido en aquel tiempo por los otomanos. La ciudad fue destruida y sus habitantes fusilados o apuñalados. Marchó Napoleón a Acre donde intentó infructuosamente conquistar la ciudad y decidió regresar a Francia.

Tantos avatares sufridos, tantas destrucciones y reconstrucciones y la absorción por la ciudad de Tel-Aviv ha hecho que este barrio sea actualmente un reducto bohemio de artistas, tiendas de antigüedades y galerías de arte.

Recorriendo sus calles llegamos hasta la puerta de Ramses, muestra de la ocupación egipcia,

seguimos ascendiendo hasta llegar una replaceta donde se puede observar la ciudad de Tel-Aviv construida de espaldas al mar con sus modernos rascacielos y con su barrio judío de casas bajitas con tejados rojos. En esa replaceta se encuentra la Estatua de la Fe, tres grandes piedras de unos 3 metros que emulan a la puerta de Ramses colocadas dos a modo de pilares y la tercera como dintel entre ellos. En uno de los pilares se encuentra representado el pasaje bíblico del Sacrifio de Isaac, en el otro el pasaje del Sueño de Jacob y el dintel la Caída de Jericó.

Salimos de los jardines por un puente de madera con una barandilla metálica en la que están representados en bronce los signos del zodiaco y como era de esperar la típica tradición de que aquel que colocado en su signo zodiacal y mirando al mar, pide un deseo le es concedido, tradición nada original pero que por si acaso fuera cierta, nos llevó a distribuirnos a lo largo del puente, yo compartí signo con Pilar y Mª José,

pedimos nuestro deseo y nos tomamos una fotos, seguimos hasta la entrada de la iglesia franciscana de San Pedro, donde había un chiringuito que nos sirvió unos refrescos o cervezas y un pequeño mercadillo donde pudimos adquirir algunas bisuterías.
Terminado el descanso entramos en la iglesia en la que la comunidad nigeriana estaba celebrando una ceremonia, estuvimos poco rato para no molestar demasiado y seguimos el paseo, pasamos por el antiguo faro que tenía una bandera verde de hamás y bajamos hasta el paseo marítimo, bordeamos el edificio de la aduana y llegamos hasta la torre del reloj, gemela de la que vimos en Acre, con dos relojes que en sus orígenes marcaban la hora local y la de Damasco y contemplamos el exterior de la mezquita y su sabbala, fuentecilla en el exterior del edificio.

Entramos en un restaurante a comer unas ensaladas y kebab con salsa, al salir un cafetero ambulante, con su depósito a la espalda, los vasitos a la cintura y una campanilla como reclamo, nos ofreció un ración

y de allí al autobús y dirección al aeropuerto.

Por el camino, el guía nos explica cuales son los trámites para salir, primero presentar los impresos para que nos devuelvan el importe correspondiente a los impuestos pagados en las compras grandes realizadas, joyas o cosméticos, después entrevista personal con el personal de seguridad del aeropuerto, revisión del equipaje en un scanner y colocación de una pegatina identificativa y en caso de duda al mostrador próximo a abrir la maleta y enseñar el contenido, después de eso a por la tarjeta de embarque y a facturar.

Llegamos a la terminal, nos despedimos de Dudu, el conductor, cogemos el equipaje y a la cola del scanner, hay un puesto de devolución de impuestos, algunos se paran allí y tienen que enseñar todos los cosméticos o las joyas, otros nos ponemos en la cola, comienzan las preguntas acerca del equipaje y de los souvenirs y parece que la cosa está clara en todos los casos, sospecho que es importante que el guía esté con nosotros para que este trámite se haya agilizado bastante, comenzamos a pasar por los scanners y muchos de nosotros tenemos “la suerte” de enseñar nuestra maleta en el mostrador, verifican lo que ha llamado su atención en la pantalla y a la fila de facturar sin ningún contratiempo, aquí la función del guía pasa únicamente por la traducción.
En la fila de facturación vamos pasando de dos en dos y nos van asignando asientos a discreción. Nos despedimos de Ricky, el guía y pasamos al Duty Free, lo primero es ir a otro puesto de devolución de impuestos a que nos trasformaran el sello que habían puesto en el formulario en el primer puesto en dinero en efectivo, nosotros no habíamos pasado por el primer control así que tuvimos que enseñar una pequeña muestra de crema para demostrar la compra y que nos reembolsaran el dinero, muestra que luego fuimos prestando a otros que con la misma demostraban su compra y les permitía recibir su dinero.
Puerta de embarque B6, hora de embarque 16:15, tomamos unos refrescos mientras hacíamos tiempo para embarcar.
Llegada la hora nos acercamos a la puerta y comienzan a llamar a las últimas filas, como quiera que estábamos dispersos por la cabina, fuimos entrando en varias tandas. Ya en el avión, ¡habíamos mejorado respecto a la ida!, se trataba de un Airbús A-340/300, con dos asientos en cada lado y cuatro en el centro y además la separación con la fila de delante era mucho más amplia.

Emprendemos el vuelo de regreso, el comandante saluda nos comunica la altitud de crucero, la hora prevista de llegada sobre las 21:15 y que el tiempo en Madrid es lluvioso. Despegamos y cuando alcanzamos altitud y velocidad de crucero, las azafatas nos sirven ..., no se puede llamar almuerzo porque era tarde ni cena porque era pronto, eran cerca de las seis así que lo más adecuado sería llamarlo merienda, bueno pues eso, las azafatas nos sirven una merienda compuesta por cuscús, carne con pasta y pastel de postre.

Este avión con dos pasillos permitía un trasiego continuo de personas de adelante a atrás y probablemente eso hacía también que las azafatas pudieran desarrollar su trabajo con más comodidad sin tener que llamarnos tantas veces la atención, terminadas las reservas del bar de cabina llegamos a Madrid, tomamos tierra sin complicaciones y abandonamos la nave.
Deshacemos el trayecto, en andén móvil, ascensor, tren y ascensor de nuevo para llegar hasta la cinta 5 donde deberían empezar a salir nuestras maletas. Nos fuimos despidiendo de la gente que se quedaba en Madrid y cuando todos teníamos nuestro equipaje salimos hasta el andén 3 donde nos esperaba nuestro autobús, cargamos el equipaje en las bodegas y ¡oh, sorpresa! una de la puertas no cierra. Todos alrededor de la puerta como si todos entendiéramos de autobuses, hidráulicos y puertas. Cada uno que bajaba se asomaba al interior de la puerta, miraba el mecanismo, intentaba mover la puerta y daba su opinión sobre la solución. Al final el conductor ayudado por José Luis resuelven en tema y nos ponemos en marcha.

Llegando a Alcolea del Pinar, paramos a cenar algo, ¡PAN, PAN, PAN! con tortilla de patata, lomo o salchichas y cañas.

Volvemos a embarcar y de tirón hasta Teruel, recogemos nuestro equipaje y damos por concluido este magnífico viaje.

VIAJE A TIERRA SANTA (Día 8, Jerusalem)

Día 8, Jerusalem (Viernes, 2 de abril de 2010)

Este día estaba marcado como “de libre disposición” en el itinerario del viaje, como quiera que no había sido posible visitar el cenáculo en su día, decidimos aprovechar la mañana para cumplir con esa obligación. Quedamos a las 9 de la mañana en el lobby del hotel con la intención de ir en taxis hasta el cenáculo. A eso de las 7 menos cuarto, y siguiendo la costumbre de todos los días, ya estábamos en pie, así que decidimos bajar a desayunar y emprender paseo hasta el cenáculo, pasé una nota a Eugenio por debajo de la puerta indicándole el cambio de planes y quedando directamente en destino un poco pasadas las 9.
Salimos del hotel y entramos a la ciudad vieja por la puerta de Damasco, el zoco estaba todo cerrado y no había nadie por las calles todavía, fuimos paseando en dirección a la la puerta de Jaffa y antes de llegar nos encontramos con varias procesiones ortodoxas que estaban haciendo el vía crucis. En una de las calles nos tropezamos con el monumento del primer asentamiento de los hospitalarios de San Juan,

seguimos hasta la puerta de Jaffa. Al lado de ésta falta un trozo de muralla de unos 12 metros que fue derruido en 1898 por el emperador alemán Guillermo II para poder entrar en la ciudad con su vehículo; en contraposición a esta anécdota se cuenta otra que dice que el General británico Edmund Allenby en 1917 tomó la ciudad y en muestra de respeto al estatuto de Jerusalem como ciudad santa, entró andando por la puerta de Jaffa para su desfile triunfal, diciendo que “A Jerusalem se entra a pie”
Seguimos por la torre de David y por la ciudadela, pasamos por el barrio armenio y llegamos hasta el barrio judío donde paseamos por las tiendas del cardo

Y cuando pasaban unos minutos de las 9 nos fuimos a esperar al resto del grupo con el que habíamos quedado en la puerta del cenáculo. Pasaban de y cuarto cuando llegarón Manolo y Marisa con Gerardo y Mª José acompañados por Pepe, entraron y nosotros seguimos esperando hasta casi las nueve y media. Subimos al primer piso del edificio que es donde se desarrolló la última cena y de ahí ascendimos al mirador de la cubierta.

Terminada la visita cultural decidimos acompañar a las señoras a la galería comercial Mamila y al barrio judío de Ben Yehuda, recorrimos las calles del barrio judío, el barrio cristiano y salimos de la ciudad por la puerta de Jaffa, atravesamos la galería comercial y llegamos a Ben Yehuda, decidimos tomar una cerveza con tan buena suerte que en el Pesaj y en el barrio judío no hay nada que fermente, o sea, no hay cerveza. Íbamos a tomar otra determinación cuando José Antonio encontró una pizzería que nos servía cerveza y allá que fuimos.

Tomamos unas maccabee, algunos las tomamos con sprite ya que no había gaseosa, y unas aceitunas y salimos todos juntos para disolver el grupo y manejarnos en pequeños grupúsculos más fáciles de organizar. Quedamos emplazados en la reja verde de la plaza próxima al Santo Sepulcro, que todos sabemos dónde está y dispersamos el grupo, cada uno hace la guerra del regateo y las compras por su cuenta.
Inmersos en el zoco, vamos adquiriendo distintos souvenirs hasta la hora de la comida, reunido todo el grupo de nuevo nos vamos a comer a una pizzería, llamada Basti, situada en la vía dolorosa, donde también están comiendo Gerardo y Manolo, no hay sitio en la terraza así que entramos al bar, nos sentamos en dos mesas pero unos cuantos deciden salir a ver pasar los grupos de penitentes con la cruz a cuestas en el recorrido del vía crucis, se aposentan en una mesa exterior y reajustamos para ocupar sólo una en el interior. Terminada la pizza y el helado, nos vamos al hotel a dejar las bolsas y descansar un poco mientras el resto del grupo decide seguir paseando.
Quedamos de nuevo en la estación 5 de la vía dolorosa y cuando nos reencontramos el grupo está terminando de comprar, decidimos que era el momento de descansar y buscamos un sitio que nos vendan cerveza, intentamos acercarnos hacia la plaza del Santo Sepulcro pero antes de llegar una mesa en la calle con un montón de cervezas llama nuestra atención y allí que nos metemos, Cynthia Cave, se trata de un bar con dos sótanos, bajamos hasta el final y el propietario nos cuenta que ese sótano le apareció a él cuando picaba para hacer los servicios y que al otro lado de la roca de la pared se encuentra el Santo Sepulcro, al principio pensamos que es una vacilada pero cuando nos entrega una tarjeta con un plano tiene todos los visos de ser cierto, en cualquier caso el local es muy agradable y la atención correcta.

Allá estábamos cuando Charo y Pili empiezan a bailar la danza del vientre, con tan buena suerte que la televisión que había en la calle encima de la puerta emite sus bailes para disfrute de los viandantes. Mientras tanto Marta y Rosa deciden ir al Santo Sepulcro a pasar cruces y rosarios por la piedra y Domingo las acompaña, pasaba mucho rato desde que habían salido y como ya teníamos que ir pensando en regresar al hotel para la cena decidí ir a buscarlas, en una de las calles que lleva a la basílica veo al fondo las luces azules de un coche de policía y de repente la gente empieza a correr hacia mí, los comerciantes guardan el género dentro de la tienda y cada vez el paso se hace más difícil así que optó por volver e intentar acceder por otro lado, cuando llego al grupo el camarero me dice que no hay otro camino así que vuelvo con Amado y al llegar al punto del conflicto nos encontramos con Rosa, Marta y Domingo que salían de una tienda. Volvemos con el grupo y regresamos al hotel.

Después de cenar, una copa en el bar del hotel y a preparar las maletas para el día siguiente.

jueves, 15 de abril de 2010

VIAJE A TIERRA SANTA, (Día 7, Yad Vashem, Belén)

Día 7, Yad Vashem, Belén (Jueves, 1 de abril de 2010)

A las 8 estábamos convocados en el lobby del hotel para dirigirnos al museo Yad Vashen de Jerusalem o también conocido como museo del Holocausto. Ya preveía yo que este día no iba a ser mi día favorito del viaje, tenía la sospecha de que lo que iba a ver, leer y oír en ese museo no me iba a agradar demasiado, pero considerando que es una parte de la historia del pueblo judío que hay que conocer decidí asistir a la excursión e incluso entrar en el museo.
Atravesamos una puerta de forja que se asimilaba a una empalizada o una valla de algún campo de concentración y aparcamos en el parking del museo accedemos al hall del museo por una puerta giratoria, de ahí pasamos a la Avenida de los Justos de las Naciones en la que se encuentran unos 3000 árboles dedicados a las personas que han sido considerados “justos” por haber salvado una vida de un judío, sin ser judío y sin recibir nada a cambio, en el principio a cada uno de ellos se le dedicaba un árbol pero el número ya pasa de 22000 y los problemas de espacio no permiten que cada un tenga un árbol y ahora únicamente se inscribe su nombre en el muro del jardín de los justos. En la ceremonia pública de nombramiento al que asisten las autoridades y los representantes de la persona ayudada se le entrega al “justo” o sus familiares una medalla y un certificado y el gobierno de Israel le concede una pensión económica equivalente al salario medio israelí. Existe además un monumento en memoria de los justos anónimos, aquellos que ayudaron a algún judío y que no han sido reconocidos como “justos” con nombre y apellido.

Seguimos recorriendo la avenida y llegamos a la plaza del gueto de Varsovia en la que hay dos esculturas en la pared, una que representa la huida de los judíos y otra que representa el levantamiento de Varsovia encabezado por Mordejai Anielevich.

Entramos a las dependencias del museo donde nos recibe uno de los responsables y nos muestra una pitillera de nácar donada al museo por Eric Frattini, que nos cuenta como llegó a él y mientras se nos permite hacernos fotos con el objeto, teniendo cuidado de no tocarla ni siquiera para voltearla, Eric recibe una copia de la ficha de producto en la que deben constar las características del objeto, la fecha de entrega y el donante, imagino que será eso porque está en hebreo y no entiendo nada.

Terminada la sesión con la pitillera continuamos hasta la Sala de la Memoria, considerada lugar santo es preciso que los caballeros nos cubramos la cabeza con sombreros o con la kipá, se trata de un edificio de hormigón muy sobrio y en su interior una enorme lápida en la que aparecen los nombres de los campos de exterminio donde murieron los 6.000.000 de judíos y bajo ella, cenizas traídas de los hornos crematorios de los campos con la esperanza de que todos los judíos eliminados en ellos estén “enterrados” en ese lugar. Encima de la lápida hay una llama eterna que está encendida permanentemente. Todas las visitas oficiales al estado de Israel comienzan en ese lugar depositando coronas de flores en memoria de las victimas del holocausto y todavía pudimos observar unos ramos seguramente de la última visita.

En la puerta de ese edificio, Ricky, el guía, nos cuenta la historia de su familia muchos de ellos muertos en el campo de Majdanek y nos enseña el pasaporte alemán de su abuela, única superviviente de la familia, en el que aparece su padre siendo un niño, en el momento de su huida hasta Uruguay. Este momento resulta muy emotivo y puedo observar lágrimas en las mejillas de alguna de las señoras e incluso la voz de Ricky tiembla durante la explicación, me impacta que algo que ha contado decenas de veces todavía le haga tragar saliva.

Es el momento de entrar al museo histórico, antes de pasar debemos llevar a consigna las mochilas y bolsos grandes y comenzar por ese recorrido serpenteante a través de fotos, textos, objetos y dibujos que cuentan la macabra historia.
Sin detenerme demasiado voy recorriendo las dependencias hasta llegar al final a la sala de los nombres, una sala circular con un cono en el centro que asciende hacia el cielo con infinidad de fotografías y en las paredes estanterías con tomos numerados donde se archiva la documentación de los judíos exterminados y con sitio para completar los datos que continuamente se van conociendo.

Cuando sales del museo, se abre una ventana a la luz de la ciudad de Jerusalem, una ventana a la esperanza de que lo mostrado allí no vuelva a repetirse jamás.

El tiempo para visitar el museo y apreciar cada una de las piezas allí mostrada tenía que ser por fuerza amplio, pero a mí me sobró muchísimo que ocupé en tomar un zumo en la cafetería mientras esperaba a completar la expedición.

Todos juntos nos dirigimos hacia otro edificio donde se conmemora la memoria de los niños asesinados en el holocausto. Había tenido bastante con el otro museo y decidí no entrar, el sufrimiento de los niños me supera, acompañado por alguno que tampoco quiso entrar dimos la vuelta al edificio para reencontrarnos con el resto a la salida. Luego me contaron que lo que había dentro era una llama reflejada por multitud de espejos dando la sensación de un millón de llamas y una continúa letanía de nombres, edades y países de los niños muertos. Me alegré de haber tomado la decisión de quedarme fuera, todavía ahora se me encoge el estómago cuando lo recuerdo para escribirlo.

Pasamos a recoger nuestras pertenencias de consigna y nos vamos al autobús para irnos a comer.
Creo que todavía me duraba la consternación porque no recuerdo lo que nos pusieron para comer, únicamente consigo recordar que para postre había un líquido cremoso naranja en un pequeño vasito cuadrado.

Una vez terminada la comida salimos en autobús dirección a Belén. Al tratarse de una ciudad autónoma de la autoridad palestina, al llegar al muro donde está la frontera tuvimos que dejar al guía y el autobús y pasar a pie acompañados por el guía palestino, atravesamos la reja del torno, cruzamos el muro y por un estrecho paso entre alambradas y en fila de a uno llegamos a Palestina,

nos espera otro autobús que nos llevaría a la Basílica de la Natividad, tardamos poco rato en llegar y rápidamente atravesamos la pequeña puerta de la basílica, construida así para evitar la entrada de los cruzados a caballo y nos colocamos en la cola para acceder a la gruta, en la propia fila el guía nos va explicando las características de aquella iglesia administrada por los ortodoxos, los armenios y los católicos, vamos avanzando y pasamos una puerta que se cerraría en breve para el oficio de las 5 de la tarde, seguimos en la fila y vemos una misa armenia en la capilla administrada por esa iglesia, seguimos hacía la pequeña puerta que da paso a la gruta a la que se accede por una escalera semicircular, que vamos ocupando en una hábil maniobra envolvente para conseguir que no se nos cuele nadie y poder pasar todos juntos,

descendemos hasta la estrella de Belén donde nació Jesús y uno a uno vamos pasando por la estrella, a nuestra espalda queda el Altar de los Reyes Magos donde está la capilla del pesebre en el que fue depositado Jesús. Allá abajo estábamos cuando las beguinas ubicadas en el Altar de la Natividad empezaron a cantar el Pater Noster y las seguimos todos, al principio bajito para no molestar a los armenios y luego más alto cuando el guía nos indico que habían terminado. De nuevo un momento muy emocionante, ¡un padrenuestro en latín en la capilla de la natividad!

Salimos de la gruta y subimos a la iglesia, el guía nos explicó los mosaicos del suelo y los frescos de las paredes. Pasamos a la iglesia franciscana de Santa Catalina anexa a la basílica y descendimos a la gruta de San Jerónimo que comunica con la gruta de la natividad y por donde los franciscanos procesionan con el niño Jesús.

Salimos a la calle y pudimos observar las tres cruces sobre la iglesia, la ortodoxa, la armenia y la de Jerusalem que representa a los católicos, estábamos en esa explicación cuando el muecín de la Mezquita de Omar llamó a oración con un volumen tal de la megafonía que nos obligó a marchar de allí hacia el autobús. El guía nos llevó a la tienda de los Hermanos Lama para adquirir souvenirs, nada más entrar café o té para todos, explicación de los productos y reparto de unos cestillos donde ir depositando las compras. A medida que íbamos terminando, íbamos saliendo al bar de enfrente y en el momento previsto montamos en el autobús para volver a Israel, en el camino paramos para observar una vista general de la ciudad de Belén con la Basílica de la Natividad, el castillo de Herodes o el campo de los pastores.

Volvemos a atravesar el pasillo de alambrada que nos lleva al muro de la frontera, pasamos la reja del torno mostrando el pasaporte a un guardia que está en la garita acristalada y que perfectamente podía ser un muñeco porque no hace ningún movimiento.

Recuperamos nuestro autobús y nuestro guía y marchamos al hotel, tal era la hora que no había tiempo de bajar hasta la cuidad vieja y tampoco podíamos bajar a cenar así que decidimos ir a visitar el bar de nuestro “amigo” palestino, entramos en él y un golpe de luz nos sorprendió al entrar, la cubierta traslúcida de policarbonato confiere al local una luz natural nada común en bares de copas. Pedimos unas Maccabee y rápidamente nos montan una mesa larga para todos, como acompañamiento de la cerveza unas tiras de pan de pita fritas que parecían calamares y unos encurtidos, pedimos otra ronda de cervezas y al momento se nos acerca un joven camarero con una bandeja de chupitos de whisky, uno por cabeza, y como quiera que hay gente que, incomprensiblemente no les gusta, tuvimos que esforzarnos algunos y dar buena cuenta de ellos.
Enseguida llegó el jefe, nuestro “amigo”, que se llama Sef y nos indicó que por la noche había fiesta palestina y que nos esperaba.
Nos terminamos las cervezas y los whiskys y fuimos a cenar al hotel.

Después de cenar volvimos a ver la fiesta y resultó ser un conciertillo de un cantautor local que tocaba una especie de bandurria llamada Ud y que es el instrumento islámico por excelencia, y que obviamente nos dejaron para que Pili y Charo hicieran sus pinitos con ese instrumento, pero que según sus palabras “no sonaba bien porque no estaba afinado igual que nuestra guitarra”. Terminada mi consumición me fui para el hotel en compañía de Paco, el resto se quedaron un rato más y seguramente con alguna cerveza más.

VIAJE A TIERRA SANTA, (Día 6 Masada, Mar Muerto)

Día 6, Masada, Mar Muerto (Miércoles, 31 de marzo de 2010)

A las ocho de la mañana teníamos prevista la salida del hotel hacia la zona sur-este del país, teníamos que visitar Masada y el mar muerto.
Salimos en autobús y poco a poco fuimos bajando desde los 800 metros de altitud de Jerusalem hasta los 400 metros bajo el nivel del mar, pasamos cerca de la ciudad autónoma palestina de Jericó y numerosos poblados de los nómadas beduinos que paseaban con sus rebaños de cabras. El paisaje se iba haciendo más árido por momentos y mostrando un aspecto típicamente desértico, las montañas en toda la gama de marrones iban apareciendo cada vez más escarpadas y peladas y únicamente se veían restos blancos de sales por lo que debía ser el cauce de un torrente que desembocaría en el mar muerto. Algunas plantaciones de palmeras datileras perfectamente dispuestas y algunos kibbutzs eran la actividad en las proximidades del mar muerto y por fin divisamos a lo lejos la fortaleza de Masada, he de confesar que en el primer momento no me impresionó, más bien al contrario una ligera decepción me empezaba a invadir cuando seguimos acercando y aquello que la lejanía me hizo apreciar pequeño se volvió grandioso con la cercanía, ¡había que tener valor para construir aquella fortaleza en todo lo alto!.

Construida por Herodes el Grande junto con otras seis en las proximidades de Jerusalem (Maqueronte, Herodion, Kipros, Hircanus, Hípico y Fasael), fue elegido este lugar por la situación inexpugnable del monte donde se asienta con unos acantilados de unos 440 metros de altura. En el año 70 d.c. un grupo de 700 judíos encabezados por Ben Yair y creyéndose los últimos judíos libres se encerraron en la fortaleza para evitar ser prisioneros de los romanos, después de varios años de asedio los romanos decidieron construir una rampa para acceder a la fortaleza y destruir a ese grupo de judíos. Antes de que los romanos alcanzaran la muralla, los cabezas de familia judíos mataron a sus familias y después sortearon quién de ellos mataría al resto de los cabezas de familia y al final se suicidaría, dos mujeres y cinco niños quedaron vivos y fueron ellos los que contaron lo sucedido ese día. Como reconocimiento a esos judíos las tropas de elite del ejército israelí ascienden a la montaña por la senda de la serpiente en una ceremonia nocturna a la luz de las antorchas y al llegar arriba exclaman “Masada no volverá a caer”. Será este espíritu el que llevó a Paco y a Eugenio a emprender la subida por la senda de la serpiente mientras el resto utilizábamos el “cable-carril”, o sea, el teleférico.

Llegamos arriba y bajo un toldo y frente a una maqueta el guía nos hizo una introducción de la historia y de las características de la fortaleza. Comenzamos la visita por la cantera de la que se extraía la piedra para la construcción de casas y murallas, seguimos por las dependencias del comandante de la fortaleza en las que se pueden observar los restos de frescos de las paredes. Aparece en toda la fortaleza una línea negra que indica la parte encontrada en las excavaciones y la parte restaurada. Continuamos por los almacenes donde se guardaban víveres que permitirían sobrevivir a los 700 judíos durante 7 años, desde allí pasamos a los baños romanos, sala fría, templada y caliente y unas pilas escalonadas (mínimo 7 peldaños) para el baño ritual judío. A continuación fuimos a ver el palacio de Herodes, construido con tres terrazas, superior, intermedia e inferior, fotos en la superior y una vista del mar muerto espectacular y de los restos de los asentamientos romanos y de la muralla que rodeaba el peñón, descendemos hasta la inferior porque la intermedia no es accesible, frescos en las paredes y columnas de piedra sirven de decorado a unas fotos de grupo,

regresamos arriba y nos metemos en uno de los edificios administrativos, siguen las explicaciones del guía sobre la desaparición del pueblo judío de Masada, recuperado el aliento, bajamos a ver el sistema de canales que servía para la captación de agua en los montes próximos y el transporte hasta depósitos ubicados en la ladera de la montaña

y trasladada a los aljibes de la fortaleza en grandes cántaros, según los cálculos los judíos tenían reserva de agua para 2 años. Sorprende que los romanos no fueran capaces de cortar los canales de abastecimiento, aunque viendo las películas de gladiadores o los comics de Asterix donde siempre pierden los romanos tampoco extrañará a nadie su poca habilidad con el agua.
Seguimos la visita por los columbarios, palomares que suministraban huevos, carne, abono para los cultivos y transporte de correo para los habitantes de la fortaleza.
Llegamos a la zona de desembarco de la rampa romana que quedaba por debajo de la muralla y a la que se accedía con una torre de asalto. Se puede observar la parte de la muralla derribada en el asalto.
Enfrente de la esa zona de la fortaleza se levanta una pequeña colina en la que se ha excavado una gruta para colocar una lápida que sirve de monumento a los judíos caídos en Masada.
Terminamos la visita en una capilla cristiana bizantina.
Era el momento de regresar y no habíamos dado con Paco ni Eugenio, me los imaginaba llegando arriba satisfechos por la proeza y gritando eso de “Masada no volverá a caer” y luego pululando por la fortaleza sin dar con el grupo. Decidimos dividirnos y mandar una avanzadilla en el teleférico hasta abajo y cuatro de nosotros nos repartimos por la fortaleza para buscarlos, unos hacia la parte meridional, otros hacia la septentrional y yo me subo a la torre del edificio de guarnición desde donde se divisa toda la meseta. Por fin llegan abajo y encuentran a Paco y Eugenio en el lugar donde nos habíamos separado, nos avisan y bajamos en el teleférico.
Una vez reunido el grupo José Antonio, el responsable de la agencia, nos da 20 minutos para hacer algunas compras, entre las que más éxito tiene es un certificado de haber estado en el punto más bajo del planeta.
Pasado ese tiempo nos montamos en el autobús y nos dirigimos hacia la fábrica de cosméticos Ahava, entramos y nos dan una tarjetita con el descuento del 15% en los productos, las señoras cogen una cesta, cual Caperucita en el bosque, para llenarla de potingues, lo primero a la sala de presentación, el kit antiarrugas, el kit facial, el kit corporal, el kit for men, si compras uno te regalan otro, si compras el antiarrugas te regalan cuarto y mitad de antiojeras, si compras el antiedad te regalan las sales o el de spa, etc. etc.
Prácticamente todas las señoras adquieren su bolsita y mientras tanto nosotros sentados en la mesa de terraza unas coca-colas y a esperar.
Terminada la visita nos vamos a Qumram, lo primero de todo pasar al restaurante a comer, ensaladas variadas, arroz blanco, pollo asado y fruta. Algunos de nosotros pasamos a ver un video sobre la secta de los esenios y su forma de vida y otros se quedan en la mesa tomando café. Una vez terminada la película, aproximadamente 10 minutos de duración, lo justo para tomarnos un chupito de orujo, recorremos el museo de Qumram donde se muestra parte de los manuscritos encontrados

y alguno de los objetos hallados en las excavaciones, después salimos a la calle y bajo un sol de justicia y un calor asfixiante hacemos un recorrido por la aldea esenia, vemos varios baños rituales judíos con sus 7 escalones, vemos el refectorio donde se comía en comunidad y una cocina, también podemos observar la gruta donde se encontraron los textos manuscritos.


Volvemos al autobús y nos dirigimos hacia el balneario Ein Gedi en el mar muerto, con una concentración de 30% de sal (lo normal es el 5%) no es recomendable bañarse recién afeitado o depilada o con alguna herida porque la sensación es bastante incómoda, nos ponemos los bañadores en un vestuario comunitario separado para hombres y mujeres y al agua, no está tan caliente como esperaba y la sensación de hundirte en el barro es agobiante; cuando consigues echar el culo al agua y compruebas que realmente flotas hagas lo que hagas, las sensaciones son mucho más placenteras; mientras unos se quedan en la orilla embadurnándose de barro negro, que dicen que tiene propiedades cosméticas,

José Luis y yo nos adentramos en el mar hasta no hacer píe y comprobamos las dificultades para mantener el cuerpo vertical. Terminado el baño, nos duchamos para eliminar la sal y el barro de nuestros cuerpos y después de cambiarnos de ropa y tomarnos una cerveza nos subimos al autobús y de vuelta al hotel.
Ya en el hotel, decidimos salir de nuevo al Santo Sepulcro con la firme intención de aguantar la cola necesaria para entrar en el sepulcro; éramos 11, salimos del hotel a toda marcha para llegar a la cola del sepulcro, una vez allí la gente avanzaba rápidamente a diferencia de lo que nos ocurrió el día anterior,

cuando llegamos a la puerta del sepulcro, nos anuncian que en 10 minutos cierran y eso obliga al ortodoxo que controla el sepulcro a darnos menos tiempo del que hubiéramos tenido en otra ocasión, pero en cualquier caso pudimos entrar y sin duda valió la pena, fue un momento muy sobrecogedor.

Acalorados y sedientos salimos de la iglesia en el momento en que entraban dos policías que iban echando a la gente a la calle, nos dirigimos hacia la puerta de Jaffa y de allí a las galerías comerciales de Mamila, las cruzamos sin parar y llegamos al barrio judío de Ben Yehuda, entramos en un bar a tomar unas cervezas

y de ahí a cenar a un restaurante llamado Adom, un local un tanto escondido al que se accede por una callejuela pasando bajo un arco atravesando un patio y bajando una cuantas escaleras hasta llegar a una puerta acristalada, nos sentamos y pedimos entrantes variados a elección de la camarera pero sin ensalada y sin coliflor, es decir, foie, trigueros, carpaccio o raviolis y de segundo unos entrecot con pimientos que más parecían solomillos y para postre unos dulces a compartir, crema catalana, helado …
Al salir del restaurante decidimos visitar el muro de las lamentaciones, algunas de las señoras preferían ir al hotel así que fuimos a acompañarlas, pasamos cerca del barrio ultraortodoxo de Mea Shearim aunque obviamente no entramos y cuando llegamos al hotel cogimos dos taxis y llegamos al muro, pasamos por el detector de metales y al llegar al muro había una furgoneta de la policía en la puerta de los servicios y un joven policía se nos acerca y dándonos el alto nos dice “Maybe a bomb in the bathroom” y nos hace gestos para que nos apartásemos hacia atrás, al momento nos indica que ya no hay problema y que podemos pasar, empiezan a aparecer muchos más policías que forman delante de los servicios con una tranquilidad propia de quien no es la primera vez que está en esta situación, nosotros cogemos nuestra kipá y accedemos al muro, hay muchísima menos gente que la vez anterior y volvemos a pasar dentro del túnel de la sinagoga, al salir observo a cuatro jóvenes con la metralleta a la espalda que están orando en el muro, salgo de la parte de los hombres a encontrarme con la mujeres que nos esperan fuera y mientras tanto Eugenio, José Luis, Domingo y Amado suben al altillo de la sinagoga y observan a varias mujeres que se encuentran al otro lado del cristal, enseguida sube uno de los judíos viejos y ellos bajan antes de que el judío llegue arriba. Todos juntos de nuevo salimos, tomamos otros taxis y de vuelta al hotel.

Es probable que todo el tema de la bomba e incluso el gran número de policías que vemos en la explanada tenga algo que ver con el Birkat Cohanim, bendición sacerdotal por la que decenas de miles de fieles se reunirán en la madrugada de hoy para escuchar la bendición al pueblo judío. (video Pascua 2010)

VIAJE A TIERRA SANTA (Día 5, Jerusalem)

Día 5, Jerusalem (Martes, 30 de Marzo de 2010)

Estábamos convocados a las 8:00 de la mañana en el lobby del hotel ya preparados para tomar el autobús y comenzar nuestra visita por Jerusalem, respetando los ligeros deslices con el reloj, embarcamos prácticamente a la hora, aunque para ser exactos diremos que pasaban unos cinco minutos de las ocho.
Pusimos rumbo hacia el este de la ciudad hasta llegar a un parking para autobuses situado en la zona de la Puerta del Monte Sión. Descendimos del vehículo y nos adentramos en unas callejuelas estrechas hasta que llegamos al Cenáculo, eran casi las nueve y parados frente a la puerta y bajo la estatua del Rey David escuchamos las explicaciones del guía. Cuando fuimos a entrar la puerta del cenáculo estaba cerrada, aunque el cartel de la entrada indicaba que el horario era desde las 8:30 todos los días del año, ¡no sé si aquel día no estaba en el año, la hora de apertura estaba mal, o nuestro reloj estaba estropeado! El resultado es que no pudimos entrar a la sala donde tuvo lugar la última cena.
Desilusionados por el contratiempo continuamos con la visita, íbamos a visitar la tumba del Rey David, realmente, íbamos a visitar el lugar donde se dice que está la tumba del Rey David, pero ese pequeño matiz carece de importancia en cuestiones de fe. El guía nos indicó que ese lugar estaba administrado por los judíos ultraortodoxos, esos que se dedican por completo al estudio de la Torah, y que era obligatorio que las mujeres pasaran por un lado y los hombres por otro, también tuvimos que cubrir nuestras cabezas con gorros, sombreros o en su defecto con una kipá de cartón que te prestaban a la entrada. Perfectamente dispuestos entramos en una pequeña sala cuadrada que se utilizaba como biblioteca, en la pared de la puerta un armario cerrado con puertas de cristal que almacena textos sagrados, a la derecha de la puerta otra estantería para libros y una mesa larga con sillas tras ella y dos judíos estudiando; enfrente de estos un armario grande donde estaba guardada la torah y que estaba cubierto por un tapiz negro con una inscripción en hebreo, al lado del armario, un gran atril para leer la palabra

y a continuación una puerta que llevaba a otra pequeña sala donde estaba la tumba del Rey David cubierta por una tela granate con textos hebreos y dibujos bordados y una gran caja metálica colgada sobre ella con una lámpara encendida. En medio de la sala una mampara divide la estancia en dos para que hombres y mujeres estén separados.


Al salir de la tumba del Rey David, vimos la silla donde se sentó el profeta Elias, de ahi viene la tradición de colocar una silla de más en la mesa cuando se celebra la pascua Judia para esperar la llegada del profeta o de cualquier persona que se presente inesperadamente se conozca o no. Tambien se cuenta que esta silla es el lugar donde se sentaba el padrino del niño, cuando a los 8 días de su nacimiento había que realizarle la circuncisión.
Terminada esta visita salimos a la calle y nos dirigimos hasta la iglesia de la Dormición de María, donde según la religión cristiana la Virgen se quedó dormida para ascender a los cielos en cuerpo y alma. Se trata de una iglesia circular con mosaicos dorados en las paredes y una estrecha escalera de caracol que lleva al piso inferior donde se encuentra una escultura de la virgen dormida a tamaño natural realizada de madera con las manos y la cara de marfil; rodeando a la escultura 6 gruesas columnas sujetan una cúpula con mosaicos de figuras femeninas del antiguo y nuevo testamento.


Terminada esta visita subimos por otra pequeña escalera y salimos de nuevo a la calle.
Era el momento de entrar en la ciudad vieja de Jerusalem, nos acercamos a la puerta de Sión, una puerta sobre la muralla plagada de muestras de balazos y que forma un ángulo recto hacia la izquierda para entrar en la ciudad.


Estábamos en el límite entre el barrio armenio y el judío, bordeando la muralla fuimos descendiendo hasta adentrarnos de pleno en el barrio judío, aprovechamos para comprar pan ya que llevábamos cuatro días en Israel y no habíamos hecho más que comer matzá, se trataba de simit, un pan típicamente turco con forma de rosca con semillas de sésamo por encima, lo repartimos entre todos y nos dirigimos hacía el antiguo cardo romano, donde la mayoría de las tiendas estaban cerradas, desde allí por un escalera metálica ascendimos hasta los tejados del barrio judío, desde nuestra posición se observaba la cúpula dorada del Domo de la Roca, las cúpulas grises de la Iglesia del Santo Sepulcro y se podían distinguir los tejados de teja roja del barrio cristiano, las cúpulas del barrio musulmán, las cubiertas planas del judío y el desorden del armenio.

Descendimos de los tejados y paseamos por callejuelas muy estrechas hasta un mirador del muro de las lamentaciones, muro que contra la creencia general no pertenecía al antiguo templo de Jerusalem sino que fue construido como soporte occidental de la explanada de las mezquitas,


una vez contemplado desde la distancia, era el momento de acceder a él, pasamos por un arco detector de metales, nos revisaron las mochilas y ya estábamos en la explanada del muro. La parte derecha del muro está reservado para las mujeres y la izquierda para los hombres. Para acceder a él es preciso que los hombres lleven la cabeza cubierta, bien con gorras o sombreros o con una kipá de tela blanca que puedes coger desde un mostrador ubicado a la entrada. El muro estaba repleto de judíos ultraortodoxos vestidos de negro y que lucen en sus sienes esos tirabuzones tan característicos llamados peies y que tienen su sentido en este mandato de los 613 que Dios ordenó a Israel: "No cortaréis circularmente los extremos de vuestras cabezas, y no estropearás la punta de tu barba." (Vaikrá/Levítico 19:27)
Erróneamente durante el viaje nos estuvimos refiriéndo a ellos como “tafilines”, cuando el término correcto es tefilines, voz hebrea para filacterias, cajitas de cuero con correas que se colocan en la cabeza y en el brazo izquierdo y que contienen pasajes de la ley judía y que obviamente nada tienen que ver con el pelo. Llevan sombreros negros de diferentes tamaños o sombreros circulares de piel llamados shtreimel, y para la oración cubren su cuerpo con un manto sagrado blanco con rayas azules o negras llamado talit.

Nos acercamos al muro y después de introducir nuestra petición escrita en un papelito y depositarla entre las rendijas del muro

accedimos a la izquierda del muro donde se encuentra la sinagoga y donde a través de una trampilla de cristal se puede ver la profundidad real del muro que es por lo menos tanta como la que está descubierta encima de la explanada. En la sinagoga, grupos de judíos oran alrededor de atriles con la Torah, leen en solitario en sillas repartidas por la estancia o dormitan apoyados en pequeños atriles individuales, damos una vuelta por ella y salimos a la hora convenida para continuar la visita por la ciudad.

Atravesamos un túnel repleto de agentes antidisturbios de policía preparados para actuar en caso de necesidad y salimos de la explanada hacia el barrio musulmán y seguimos por el zoco hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.

La Basílica del Santo Sepulcro está administrada por varias iglesias que conviven gracias a un Status Quo de los Lugares Sagrados firmado en 1852, estas comunidades son la griega ortodoxa, armenia ortodoxa, católica romana, egipcia copta, etiope ortodoxa y siria ortodoxa. En la fachada de la iglesia existe una escalera de madera desde hace más de 120 años y que no ha sido retirada porque no ha sido posible poner de acuerdo a todas estas comunidades eclesiásticas.

Una vez dentro de la basílica ascendimos al Gólgota,

lo que debería ser un monte donde Jesús fue crucificado ha quedado dentro de la iglesia y es tan sencillo ascender a él como subir un piso, de nuevo cuestiones de fe sin explicación; allá arriba hay una capilla de los religiosos armenios y otra de los ortodoxos griegos, la gente pasa a visitarlas y besan la zona donde debió ser crucificado Jesús, descendemos y nos encontramos con la piedra donde fue perfumado el cuerpo de Cristo y envuelto en el sudario, la gente pasa por esa piedra todo tipo de prendas, rosarios y recuerdos.

Damos una vuelta por la iglesia observando las diferentes características de cada una de las religiones que administran el santo sepulcro y descendemos a la gruta donde está la capilla de Santa Helena, que según se cuenta es la que encontró la cruz y la lápida de Jesús.

Ascendemos desde la gruta y salimos al exterior para seguir por el barrio cristiano hasta la puerta de Jaffa, donde nos esperaba Dudu y su autobús, salimos hacia el monte de los olivos y allí en la parte palestina de la ciudad llegamos hasta el hotel 7 acres que en su día perteneció al rey Hussein de Jordania y que era considerado como el mejor de los hoteles de Jerusalem, ahora ha perdido mucho y prácticamente lo mejor que tiene es la vista de la ciudad. Entramos en el hotel y el propio que había confirmado nuestra reserva había desaparecido y nadie tenía constancia de nuestra llegada para comer, tuvimos que esperar unos veinte minutos y por fin entramos a comer, de nuevo las típicas ensaladas, carne mechada y dulces para postre, aquí tuvimos suerte y nos sirvieron pan de pita para empujar y también pudimos acompañar con el simit que guardábamos desde la panadería del barrio judío. Para concluir café y polémica con el maitre que pretendía cobrar varias veces las mismas consumiciones, después de un rato de discusión salimos y nos pudimos hacer una foto de todo el grupo con Jerusalem a la espalda.

Descendimos desde el hotel atravesando el cementerio judío donde observamos que las lápidas no tienen flores y en cambio si piedras encima que son depositadas por cada una de las oraciones que la gente reza por el ocupante de aquella lápida, seguimos bajando y llegamos a la capilla franciscana de Dominus Flevit, con su cubierta en forma de gota por las lágrimas que Jesús derramó por la ciudad, varias fotos de la cruz del altar sobre la cúpula dorada, también pudimos ver una necrópolis, una gruta con sus osarios en forma de pequeñas arcas y también la iglesia ortodoxa rusa de Santa María Magdalena con su cúpulas doradas, desde allí seguimos descendiente hasta llegar al huerto de Getsemaní donde paseamos entre los olivos que dan nombre al monte y visitamos la Basílica de la Agonía o Iglesia de Todas las Naciones,

llamada así porque fue construida con fondos de 12 países diferentes que aparecen representados en las 12 cúpulas de la iglesia, delante del altar hay una gran roca donde Jesús oró y sufrió antes de ser capturado.
Salimos de esta iglesia y nos dirigimos hacia la iglesia ortodoxa de la Asunción y la Tumba de la Virgen María donde se encuentra el sepulcro de la virgen, atravesamos la puerta descendemos una gran escalinata oscura de 48 escalones para llegar hasta una cripta de la época de los cruzados y que ahora es una típica iglesia ortodoxa, con innumerables lámparas de aceite colgadas del techo y bastantes manchas de humedad y humo en paredes y techos, hacemos cola para visitar la tumba de la virgen, una pequeña puerta que nos obliga a pasar agachados dentro de la tumba, salimos por otra puerta igual de pequeña y damos una vuelta por la iglesia observando las características de los iconos pintados en las paredes.
Salimos y damos por concluida la visita diaria, unos decidimos utilizar el autobús para volver al hotel mientras que otros deciden aprovechar para volver a pie y poder visitar más cosas.
Llegamos al hotel, dejamos las mochilas y nos fuimos rápidamente hasta la Basílica del Santo Sepulcro para intentar acceder hasta la lápida de Jesús, atravesamos el zoco a toda velocidad y llegamos hasta la cola de entrada al Santo Sepulcro, después de 20 minutos parados y sin haber avanzado ni 2 metros decidimos que era el momento de volver al hotel porque debíamos cambiarnos de ropa y acicalarnos adecuadamente para la cena de gala en el American Colony Hotel.
Llegamos al hotel, ducha y cambio de ropa y a las 20:15 estábamos casi todos en el hall.

Una vez en el lobby debía esconder en mi chaqueta una carpeta negra tamaño folio que debía quedar oculta a los ojos del resto de la expedición hasta el momento adecuado, intentando no mostrar en ningún momento actitud sospechosa llegamos al American Colony Hotel, atravesamos la recepción y tomamos dirección al salón Pasha, subimos una tramada de escaleras y llegamos al salón donde ya esperaban algunos de nuestros amigos. Un amable camarero nos solicita las chaquetas para colgarlas en un perchero y ¡oh, maldición!, se iba a descubrir la sorpresa de mi carpeta, rápidamente se la entrego a Domingo para que la oculte en su chaqueta que no iba a dejar en el guardarropa, pasamos al salón y nos sentamos en cinco mesas de 8 comensales cada una. Comienza la cena que se componía de pan de aceitunas o sésamo, unos entrantes de trigueros con jamón, cecina, ensaladas variadas, tomates cherry y croquetas y como segundos berenjenas rellenas y calabacín rellenos, salmón en salsa, guisado de ternera, pollo asado y patatas asadas y como postre dulce caliente de queso fundido con calabaza, una copa de postre típico de leche llamado muhallabiyeh, dulces de pistacho y frutas en almíbar
Llegando a los cafés era “el momento de la carpeta”, Domingo se giró y la cogió del alfeizar de la ventana que le había servido de improvisada estantería, se puso en pie y explicó el contenido de aquellos certificados de participación en el viaje a Tierra Santa que se iban a repartir a todos los miembros de la Encomienda y a todas las beguinas.
Mi primera mirada fue dirigida a Amado para comprobar la cara que se le quedaba cuando Domingo exponía y la expresión cuando por nuestras cabezas pasaba su comentario en San Juan de Acre, me miró, se sonrió y no tuve más remedio que decirle entre risas “Esa boquita te ha de perder”, comenzó a reír en una mezcla de sorpresa y alegría por el momento y de “¡qué buena ocasión perdí para estar callado! por el pasado. La Superiora de las Beguinas con un elegante vestido negro y el Maestre con un no menos elegante pantalón negro y camisa gris de rayas fueron entregando alternativamente el certificado a templarios/hospitalarios y beguinas.

Todos ya con nuestro certificado, toma la palabra Eric y en compañía de Carlos nos hizo entrega a todos los componentes de la expedición de un certificado de peregrino a Jerusalem firmado por el Ministro de Turismo de Israel y por el Alcalde de Jerusalem.

Terminada la tertulia posterior nos retiramos a nuestro hotel.

VIAJE A TIERRA SANTA (Día 4, Acre)

Día 4, Acre (Lunes, 29 de Marzo de 2010)
Día de traslado, dejamos Tiberiades y nos dirigimos a Jerusalem. Toca terminar de preparar las maletas para dejarlas en la puerta de la habitación y que “los duendes” las bajen al lobby del hotel. Desayunamos y cada uno comprueba que está su maleta y que cada maleta entra al autobús, una vez comprobado esto subimos al autobús, tenemos comprobado que nosotros y nuestro equipaje llevaremos el mismo destino. Iniciamos el ascenso desde la orilla del mar de Galilea atravesando la ciudad y parando frente a los “cuernos de Hittin” lugar donde Saladino arrasó a las tropas cruzadas en la batalla del mismo nombre, haciéndose con la Veracruz y llevándola a Damasco donde se pierde su pista.

Tristes por recordar aquellos ingratos episodios y porque la realidad nos había mostrado una pequeña colina en forma de silla de montar en lugar de un escarpado desfiladero, seguimos nuestro recorrido hasta Akko, Acre en español y bautizada como San Juan de Acre después de las cruzadas. El autobús nos dejó en un parking nuevo a las puertas de la ciudadela hospitalaria. Lo primero que hicimos fue visitar una tienda de souvenirs que nos ofrecía un 20% de descuento en todos los productos. Aprovechando que era el día de la pascua judía el guía tomó de una estantería un plato pascual llamado Keará con 6 huecos y nos explicó los ingredientes que se ponían en cada uno de ellos y su significado, pierna de pollo, huevo duro, hierbas amargas, pasta dulce, apio y lechuga amarga.

Salimos de la tienda y nos adentramos en la ciudadela, hicimos una parada en los jardines encantados mientras el guía sacaba las entradas y algunos visitaban los servicios. Allí estábamos cuando Eric se me acerca y cogiéndome por el hombro me dice, “si me llegáis a nombrar hospitalario aquí, me cago por las patas”, yo sonrío y omito cualquier comentario.


Accedemos al recinto amurallado deteniéndonos en el patio de entrada (1), allí el guía nos dio una pequeña explicación sobre la historia de Acre y de lo que íbamos a encontrar dentro, pasamos por debajo de arco y entramos en el hall de la edificación (2), prácticamente toda la ciudadela se encuentra actualmente en restauración y quedan patentes los trabajos en muchos de los elementos de la construcción, se oyen algunos comentarios sobre la calidad de la restauración y llegamos a la sala de los caballeros (3) una gran estancia porticada donde los caballeros vivían dormían y que incluso se utilizaba como hospital de peregrinos. Boquiabiertos por la emoción de la historia más que por la propia grandeza de la estancia pululábamos de un lado a otro haciendo un sinfín de fotografías. ¡Ha llegado el momento de llevar a cabo nuestro plan!, me dirijo a Domingo, le comentó lo que me había dicho Eric en los jardines y entre sonrisas le entrego un pergamino. El Maestre llama al turcopolier para que identifique al candidato y el resto nos ubicamos en círculo alrededor de la escena, como tantas otras veces hemos hecho pero envueltos de un sentimiento especial por lo particular del entorno.

El Maestre hace referencia a la pérdida del pergamino original de Eric en Teruel durante las Bodas de Isabel y se le entrega otro por el que se le nombra hermano de la Encomienda. Eric recibe el documento de manos del Maestre, inmortalizamos la escena con una foto de la encomienda y otra del beguinato y continuamos la visita.


He de reconocer que el momento me emocionó casi tanto como el abrazo que Eric me dio después, un abrazo de sorpresa, agradecimiento y emoción. Salíamos de la sala de los caballeros cuando Amado se dirige a mí y me dice “Podías haber preparado un pergamino para cada uno, ¡hubiera sido la leche!”, sonrisas y alguna broma por mi parte sobre el precio del certificado y lo que estaba dispuesto él a pagar por uno. En esas estábamos cuando salimos a un patio exterior (4) que nos llevaría al receptorio (5), una sala rectangular con tres columnas circulares en el centro, desde allí accedimos a unas escaleras que nos conducirían hasta el pasadizo subterráneo (6), en fila de a uno y con algún susto más de los deseables gracias a las bromas de alguno llegamos a la cripta (7). Terminamos nuestra visita a la ciudadela saliendo al bazar turco y de allí al casco antiguo de la ciudad. Caminando llegamos hasta el albergue de peregrinos llamado Khan el-Umdan, se trata de un edificio de planta cuadrada de dos pisos, el inferior mucho más alto para alojar caballerías y camellos y el superior más bajo únicamente para personas. La puerta principal cerrada con una reja presenta en el dintel el escudo del sultán que ordenó su construcción,

desde ella se observa el patio interior aporticado que servía de mercado para los productos llegados al puerto.


Damos un rodeo para entrar al patio por la puerta trasera y poder observar la torre del reloj con dos relojes uno que originariamente marcaba la hora local y otro la hora de Damasco y que dispone en su reloj interior simbología hebrea en lugar de numeración árabe.


Seguimos por las callejuelas y llegamos a la entrada del Túnel de los templarios que lleva desde diferentes puntos de la fortaleza hasta el puerto y que debía servir como elemento de huída.

No acabo de entender como una fortaleza hospitalaria tiene un túnel que es conocido como túnel de los templarios, pero así lo pone en los carteles.


Llegamos al puerto y aprovechamos para tomar un zumo de frutas recién exprimidas en un puesto ambulante, caminamos un poco y llegamos al autobús donde encontramos a Dudu esperándonos. Emprendemos viaje hacia la ciudad próxima de Haifa, que posee una importante industria petrolífera y química, la bordeamos en dirección al Monte Carmelo donde comeremos en una aldea drusa.


Llegamos al restaurante y nos repartimos en las mesas preparadas, nos sacan col, zanahoria, hummus, salsa de tomate, pimientos, pepinillos picantes y lechuga todo acompañado con pan de pita, a continuación nos sirven unas bandejas de arroz blanco con pollo y canela y más pan de pita. Para terminar nos sacan unos rollitos dulces de pistacho y café. Montamos en el autobús y salimos dirección sur hacia Tel-Aviv y una vez allí dirección este hacia Jerusalem. Llegamos al hotel entorno a las 5 de la tarde, la mayoría al Leonardo Hotel

y unos pocos al American Colony.
Recogemos las maletas, nos asignan las habitaciones, subimos a deshacer las maletas y quedamos para dar una vuelta por Jerusalem todos juntos. Nos acercamos a la cuidad vieja y entramos en ella por la puerta de Damasco,

nos encontramos con el zoco y como era de esperar la expedición de 33 se rompió en multitud de grupúsculos que deambularon por el zoco, unos visitaron la iglesia del Santo Sepulcro, otros el Muro de las Lamentaciones, otros compraron y otros simplemente pasearon. A las 8 estábamos convocados en el restaurante del hotel para cenar. Era la noche de la cena pascual judía y el restaurante estaba dividido en dos estancias una para la cena normal de los huéspedes del hotel y otra para aquellos que celebraban la pascua con todos los ritos que exige tal celebración. Allí estábamos cuando vimos aparecer en el restaurante a Sonia y Alberto que habían llegado por la tarde y no habían podido contactar con nadie de la expedición, saludos, abrazos, besos y sonrisas y por fin teníamos completo el grupo, ya éramos 35 Después de cenar pedimos a Eric consejo para ir a tomar una cerveza y nos indicó un bar llamado Buda, seguimos sus instrucciones y después de preguntar a unos viandantes nos dijeron que ese bar nunca había existido en Jerusalem, pero que cerca había otro en el que nos darían cerveza. Lo encontramos se llama Gossip y entramos, se trata de un bar palestino con paredes de piedra y tejado de planchas de policarbonato traslúcido disimuladas con celosías de jardín que permitían una ventilación muy adecuada del local, en una de sus paredes unas estanterías con no menos de 15 pipas de agua, azules, rojas o verdes dependiendo del tamaño

Rápidamente, el propietario se presta a montarnos una mesa larga para todos pero preferimos estar en la barra, se dirige a dos personas que fumaban allí y amablemente los reubica en otro lugar. Empezamos a dejar nuestras cervezas, cubatas y el plato con cacahuetes, pepinillos y tramusos con cardamomo en una mesa alta del centro del bar, el avispado camarero se percata de que esa mesa nos resulta pequeña y nos junta otra, empezamos a utilizar taburetes altos y rápidamente uno de los clientes se levanta para dejar su sitio a Charo que había quedado de pie. Abrumados por tanta amabilidad, salimos del bar con la certeza de que no será la última vez que lo visitemos.