viernes, 26 de junio de 2009

Noccino 2009

El lema que acompaña a nuestras cántaras de Noccino reza lo siguiente:

"Cuenta una vieja leyenda
que en Teruel y por San Juan,
los Hospitalarios y los Templarios,
unidos como hermanos
recolectan las nueces
que servirán a las Beguinas
para elaborar un caldo
que les ayudará a soportar
los fríos inviernos
y les dará vigor en la batalla."

Haciendo honor a él, siendo la noche de San Juan y estando en Teruel, los miembros de la encomienda templaria y hospitalaria, y alguna beguina, recolectaron los frutos que deberán ser tratados para elaborar nuestro Noccino.

El sol ya se había ocultado aunque la oscuridad no era total, varias horas recorriendo los caminos en busca de las nogueras para recolectar las nueces de la calidad precisa para la cantidad de noccino que deseamos elaborar, y después de padecer los ataques inmisericordes de los mosquitos, el número exacto de nueces que engrosaban nuestra cosecha ascendía a la ingente cantidad de 838, repartidas en cuatro bolsas con 200, 200, 170 y 268 nueces.

Habíamos dado cumplimiento a la primera parte del lema, teníamos las nueces.

Al día siguiente de San Juan, o sea, el día 25 de junio nos volvimos a reunir para adquirir el resto de los ingredientes de nuestro Noccino y que son ...

Van a permitirme ustedes, estimados lectores, que omita esta parte de la crónica ya que la receta original se nos legó como secreto y así debe permanecer, lo mismo que todas las evoluciones posteriores que han perfeccionado nuestro vino dotándolo de un carácter inigualable.

Con los ingredientes en el garaje y con las nueces en las bolsas, sólo quedaba mezclarlo todo y obtener nuestro caldo.

Para ello quedamos convocados de nuevo el sábado 27 de junio a las diez de la mañana con puntualidad británica, como era de esperar a esa hora no estábamos más que tres y para almorzar únicamente teníamos una caja con más de tres docenas de huevos de corral, pero no teníamos ni pan ni tajadas, así que no tuvimos más remedio que esperar a que la lista se fuera incrementando. Pasaban 15 minutos cuando apareció el maestre con la panceta y el pan. ¡Estábamos salvados!, rápidamente pusimos en marcha la sartén y comenzamos a freír las tajadas. Parece que el olor a tocino caliente actuó de reclamo y al instante apareció Pepe, el cocinero, en seguida agarró la espumadera y comenzó a sacar la panceta y freír huevos de dos en dos. Ya éramos seis para almorzar, ¡la cosa prometía!.
Pasadas las once y media y después de haber cambiado la ubicación de la mesa hasta en dos ocasiones, nos dispusimos a desarrollar la tarea que nos había convocado allí.

Nos colocamos los guantes, elemento de protección indispensable para esta labor porque no he visto mejunje que manche más y sobretodo que tarde más en desaparecer que lo que sale del interior de una nuez, dispusimos un recipiente metálico en el medio de la mesa y una caja de cartón en uno de los extremos, vaciamos las bolsas de nueces encima de la mesa y aprovisionados cada uno de nosotros con un cuchillo empezamos a manipular las nueces y echarlas en el recipiente o en la caja según la proximidad.




No puedo precisar el tiempo que nos llevó todo aquel proceso pero calculo que no menos de una hora. Habíamos terminado con las nueces, era el momento de empezar a combinar los ingredientes, el druida iba dando órdenes a diestro y siniestro intentando coordinar los grupos que rodeaban cada una de las garrafas, paseos e incluso gritos y al final las garrafas estaban completas y tapadas.









No faltó quien después de todo esto pasó un trapito para que el exterior de los recipientes quedara más curioso.



Mientras se comenzaba con la elaboración de noccino de la cosecha de este año, se manipulaba el del año pasado para conseguir elevar la calidad del mismo, en otro proceso que debe quedar en el secreto y que únicamente debe ser juzgado por la calidad del caldo.



Trabajo terminado.

Había que preparar la comida, se sacaron verduras por doquier, se cortaron en aros cebollas y pimientos rojos, en rodajas calabacines y berenjenas y longitudinalmente espárragos trigueros, se acompañó con setas congeladas y todo a la plancha con aceite y sal constituía un plato de lo más exquisito.



Antes de comenzar a comer, tal como indican las recomendaciones incluidas en la etiqueta de la botella de vino Blanco de Hielo que nos fue regalada por los Sesmeros de Miedes en nuestra última expedición a tierras de Qalat-Ayub a principios de junio, dimos rápida cuenta de ese caldo con grandes muestras de satisfacción por su calidad por todos aquellos que alcanzaron a catarlo


Para dar consistencia a la comida, conserva, esa que “siempre se ha comido fría” pero yo “siempre la como caliente”, al final como era de esperar sobró lomo, costilla y longaniza de la bandeja fría, la caliente desapareció. Completaron la comida la sandía, los helados, pasteles, cafés y orujos.

Reposo del guerrero para algunos, las beguinas a pasear, y mientras tanto los que quedamos en pie comenzamos a comentar aspectos del viaje a tierra santa acompañados de diferentes tipos de combinados, naranja con whisky, ron con coca-cola, tónica con ginebra, whisky solo o con coca-cola y orujo.

El maestre y el cocinero se ponen a pelar sardinas para la cena sin perder ojo ni oído de lo que en el círculo, cada vez más amplio, se va comentando acerca del viaje.

Parece que todo va quedando claro.

Cae la noche y de nuevo a la mesa, unas ensaladas de tomate, pepino y lechuga y las sardinas con aceite, ajo y perejil, para terminar con unos helados, enseguida comenzamos a recoger, para ser exactos una ligera recogida, y se comienza a disolver la reunión.

Nuestro noccino ha vuelto a nacer, deberá seguir evolucionando hasta que pueda ser degustado por nuestros paladares. Pero todo este proceso, únicamente es conocido por nuestro druida que se encargará de “educar“ a su criatura hasta que alcance la edad adecuada para ser embotellado.

Hemos dado cumplimiento a la segunda parte del lema, ya tenemos el caldo.

Tendremos que esperar a que llegue febrero para comprobar si nos ayuda a soportar el frío del invierno pero seguro que antes podremos comprobar si nos da vigor en las “batallas”

martes, 23 de junio de 2009

Premios Nacionales del Ministerio de Cultura 2008


Se celebró ayer día 23 de junio el acto de entrega de los Premios Nacionales del Ministerio de Cultura de 2008 en la Iglesia de San Pedro de Teruel, acto al que un servidor fue invitado.




Este acto ha sido presidido por Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias D. Felipe y Dª Letizia.








Los Príncipes fueron recibidos a las once de la mañana en el Ayuntamiento de la ciudad de Teruel por el Alcalde y el resto de la corporación municipal, mientras se desarrollaba este acto yo aparcaba mi coche en el parking de San Martín y cuando intentaba acceder a la plaza de la catedral un policía nacional me indicaba que debía dar la vuelta por la otra calle. Al pasar por la puerta de las dependencias municipales de la policía local uno de los funcionarios a modo de guasa se dirige a mi y haciendo referencia a mi trajeada vestimenta me dice: "pues si a ti que llevas corbata no te dejan pasar, no vamos a ir nosotros", me giro y le respondo "Corbata e invitación". Una policía local que presencia toda la escena se acerca rápidamente al policía nacional y le indica que soy persona autorizada y que debo pasar.

El policía que hacía guardia me hace gestos para que me acerque a él y me solicita la invitación y el d.n.i., apunta mi nombre y número en su libreta de cuadros y me permite pasar.

En la esquina del Ayuntamiento otro policía nacional retira la valla y me autoriza a acceder al recorrido que poco después realizarán los Príncipes hasta la Iglesia de San Pedro.

Recorro la calle hasta la Plaza del Torico, cruzo por el pasillo formado por vallas y al llegar al comienzo de la calle Hartzenbuch otro policía me vuelve a parar, vuelvo a presentar mi invitación, mi dni, vuelve a apuntar en su libreta y me permite el acceso a las escaleras que debían llevarme hasta S.Pedro.

Son las once y veinte y comienzan a arremolinarse los invitados, nos vamos acercando a la puerta donde 4 miembros de la seguridad de la casa real vigilan el procedimiento de acceso que consiste en presentar a una señorita la invitación y el dni para verificarlo en su lista, cumplimentado este paso se accede al interior de la iglesia donde unas azafatas te indicaban tu ubicación.

Mientras tanto, los Príncipes han terminado su recepción en el Ayuntamiento y se han dirigido a la escuela de hostelería donde a las 11:30 se reunían con los representantes de los consejos reguladores de las diferentes denominaciones de origen de la provincia.

Sobre las doce menos cinco la responsable de protocolo del ministerio de cultura toma el micrófono y se dirige a las 480 personas que estábamos allí, sentados unos y pululando otros, y nos comunica que ocupemos nuestros asientos, que apaguemos los móviles, que está prohibido hacer fotografías durante el acto y en el cocktail posterior y que no podemos abandonar nuestro puesto hasta que lo hagan Sus Altezas Reales y que después pasaremos al claustro donde tendrá lugar la recepción.

Con cinco minutos de retraso sobre las doce del mediodía hacen su irrupción en la iglesia los medios de comunicación, muestra clara de que los Príncipes estaban al llegar, a los pocos minutos la responsable de protocolo ordena que nos pongamos en pie y aparece la comitiva encabezada por Don Felipe, a su izquierda Dª Letizia tras ellos los guardaespaldas, un comandante del ejército que realiza labores de ayuda de cámara, la Subdelegada de Gobierno, el Obispo de Teruel, La Ministra de Cultura, El Alcalde de Teruel, el Presidente de Aragón y el Presidente de la Diputación Provincial y algunos personalidades más que no acierto a identificar.



La Subdelegada y el Obispo se quedan en las primeras filas de platea mientras que el resto suben a la mesa presidencial con dos sillones con el escudo real que son ocupados por el Príncipe y la Princesa a su izquierda, y cuatro sillones menos pomposos que son ocupados por Marcelino Iglesias, Presidente de Aragon a la derecha del Príncipe, y la derecha de aquel el Alcalde Miguel Ferrer, a la izquierda de la princesa la Ministra de Cultura, Angeles González-Sinde y a la izquierda de ésta el Presidente de la Diputación, Antonio Arrufat. Detrás de los príncipes el comandante ayudante.

Comienza el acto con el discurso de bienvenida por parte del alcalde y continúa con la entrega de los galardones a los premiados:


- PREMIOS NACIONALES DE LAS ARTES ESCENICAS Y DE LA MUSICA

  • Música. Composición: Carles Santos Ventura
  • Música. Interpretación: José Luis Temes Rodríguez
  • Danza. Creación: Juan Carlos Santamaría González
  • Danza. Interpretación: Javier Barón
  • Teatro: Centro de Arte y Producciones Teatrales, S.L.
  • Circo: Circo Gran Fele, S.L.

- PREMIOS NACIONALES DE BELLAS ARTES

  • Artes Plásticas: Esther Ferrer Ruiz
  • Fotografía: María Bleda Megías y José María Rosa (Bleda y Rosa)
  • Restauración y Conservación de Bienes Culturales: Fernando Mendoza Castells
  • Ciudades Patrimonio de la Humanidad: Consorcio Arqueológico de la Ciudad de Mérida y San Cristobal de la Laguna

- PREMIOS NACIONALES DEL LIBRO

  • Letras Españolas: Juan Goytisolo
  • Literatura. Poesía: Joan Margarit
  • Literatura. Narrativa: Juan José Millás
  • Literatura. Ensayo: Justo Beramendi González
  • Literarura. Dramática: Miguel Romero Esteo
  • Literatura. Infantil y Juvenil: Agustín Fernández Paz
  • Mejor Traducción: Miguel Martínez Lage
  • Obra de un Traductor: María Teresa Gallego Urrutia
  • Historia de España: Fernando García de Cortazar
  • Comic: Paco Roca
  • Mejor Labor Editorial Cultural: Proyecto "Contexto"
  • Fomento de la Lectura: Programa "Autor Autor" y CEGAL, asociación gremial de libreros
  • Ilustración: Arnal Ballester Arbones.
Toma la palabra José Luis Temes en representación de los premiados en artes escénicas, después María Bleda por los premiados en bellas artes y Juan Goytisolo por los del libro.

A continuación discurso de la Ministra de Cultura y después el Presidente de Aragón.

Cierra el acto la participación de D. Felipe con un discurso de agradecimiento a la ciudad por su acogida y de felicitación a los premiados.

Se levanta la sesión y pasamos al claustro donde nos esperan dos cortadores de jamón D.O. Teruel y unas bebidas.

Empiezan a pasear camareros con bandejas con copas de cerveza, vino y refresco y enseguida aparecen platos de embutido cortado en rodajas, chorizo, salchichón y lomo, banderillas de conserva, lomo-longaniza-lomo o lomo-kiwi-lomo, mini regañaos de jamón y pimientos, cuadraditos de empanada, gambas rebozadas con sésamo, dátiles con bacón, croquetas, y rebozados y hojaldres varios, para concluir con suspiros de amante y trenza mudéjar.

Mientras este ir y venir de camareros, la Princesa se acercaba a los cortadores de jamón a rellenar el plato y acompañando al Príncipe iba recorriendo el claustro saludando a los asistentes y manteniendo con ellos pequeñas conversaciones.

Casi al final de su estancia se acercaron donde estaba yo y me saludaron, el Príncipe rápidamente fue reclamado por otro personaje, seguramente más importante que yo y allá que se fue, la Princesa aguantó un poco más y se interesó por la fiesta de los amantes y me encargó transmitir la enhorabuena a todos los implicados en la fiesta.

Al poco rato ellos se fueron y comenzó a disolverse la reunión.

Cuando salía me encontré con la responsable de protocolo del ayuntamiento y me dijo "El día 3 nos vemos aquí otra vez en lo de Javier Sierra. Mañana empezaré a repartir las invitaciones, así que pronto te llegará".

La cultura nos convocará en breve a otro acto al que sin duda asistiremos.

lunes, 8 de junio de 2009

Las Alfonsadas de Calatayud

Rondaban las nueve y media de la mañana del sábado cuando, habiendo aparcado mi cabalgadura en las proximidades del campamento y habiéndome pertrechado adecuadamente, me persone en él.
Había poca gente, unos cuantos cuerpos afectados por la falta de sueño y el exceso de bebida de la noche anterior vestidos con unas vestes arlequinadas en negro y granate y sentados en alpacas de paja y enfrente de estos tres personas con mejor aspecto que disponían mesas, bancos, manteles en la puerta de la haima de los señores de Hautpoul y que me invitaron a un vaso de vino dulce y una pieza de fruta, en esas estaba cuando apareció Fadrique, su aspecto también denotaba una larga noche. Estábamos hablando cuando apareció el Gran Inqui rodeado de 6 caballeros hospitalarios de la encomienda francesa de Montflanquin, ¡vaya imagen! sino aterradora por lo menos imponente.
Nos saludamos, hablamos un momento y enseguida se retiraron para desayunar y preparar la batalla.
Habíamos quedado en reunir a toda la encomienda a las diez en la plaza del fuerte, llame a mi Maestre para recibir instrucciones, me indicó que todavía no había llegado a Qalat-Ayub y que ya recibiría órdenes en su momento.
Ante la falta de noticias de mis hermanos hospitalarios y como la comitiva empezaba a formarse para ir al asalto de las torres de las moras, fui presto hasta mi cabalgadura donde me deshice de los ropajes de monje civil y me convertí en monje guerrero. Me incluí en la comitiva, igual que en el Reino de los Cielos, un hospitalario solo entre las tropas que van a la batalla.
Poco a poco el resto de hermanos fue incorporándose y por fin llegamos a la Plaza del Fuerte donde fuimos adecuadamente distribuidos para el inicio de la batalla.


Nuestros tambores marcaban el ritmo del vuelo de las flechas o de las cargas de la infantería.
Apareció el Rey Alfonso I dando por concluida la batalla.
Comenzó el desfile de las tropas, encabezado por el Rey hasta la Iglesia de San Pedro de los Francos donde fueron presentadas las tropas a Alfonso I
Cuando terminó nos reunimos con las beguinas para reponer fuerzas y dimos buena cuenta de cervezas y rebanadas de pan con lomo, con tomate y anchoas, con ensaladilla, con jamón o con queso de cabra con mermelada.
Como se hacía la hora de la comida tuvimos que dejar aquella tarea para acudir al campamento donde nos esperaba una cazuela de garbanzos con congrio que tenía una pinta sensacional, antes de proceder con esos menesteres tuvimos que cumplir con el "ingrato" trabajo de catar el noccino gradus tercius y gradus quintus que nos había preparado nuestro druida, la opinión general fue que el gradus tercius estaba mejor aunque las mujeres que se acercarón al dispensario acordaron que mucho mejor el gradus quintus, más dulcecico.
Comimos y después..., la dispersión, unas beguinas se retiraron a sus aposentos, algunos hospitalarios dormidos en los bancos de la plaza y el resto de la comitiva a la terraza a tomar unos cafés, copas y/o helados.
En determinado momento se abrió la cancela de una tienda que expendía dulces típicos y el maestre y Freire Vicente aparecieron con una bandeja de ellos que según comentaron se llamaban merengues y milhojas, obviamente no dejamos ni los papelillos.
Rondaban las cinco de la tarde y teníamos que acudir a la plaza del olivo donde se iba a desarrollar la paga de la soldada.
Allá que fuimos, nos acercamos a la barra y mientras tomábamos un refrigerio líquido, recibimos una llamada que nos comunicaba una noticia que nos entristeció sobremanera y que no procede incluir en esta crónica. Como era de esperar muchas de las conversaciones del momento giraban entorno a aquella noticia.
Nos llamaron al escenario, nos pagaron nuestros honorarios por la soldada, los juntamos sobre la barra del bar y se reinvirtieron en provisiones líquidas y sólidas.
Se organizó un desfile que nos llevaría hasta San Pedro de los Francos donde se iba a nombrar Caballero de Honor a Pedro Oliva, aquel que ganara Gran Hermano y que participó en la Isla de los Famosos.
Terminó el acto y nos dirigimos hacia la plaza del Olivo, antes de llegar contactaron conmigo Ana y Fran, miembros de la asociación Alfonso I y por tanto organización del evento, nos llevaron a conocer la haima de los judíos de Malvisar, los sesmeros del rio Miedes, donde me regalaron una botella de vino blanco de hielo, los hospitalarios de Munébrega, y la suya propia, siendo perfectamente atendidos en todas ellas.
Fuimos a cenar al campamento, estofado de patatas con carne, y una botella de vino de la zona que nos habían regalado en el pago a las tropas, abandoné a mis hermanos y me fui con el Gran Inqui a tomar un café y a charlar sobre eventos futuros.
Después del espectáculo de las espadas de fuego me despedí de él tomé mi cabalgadura y regresé a mi casa.
El resto de los freires quedaron en la villa, y por eso todo lo que a partir de este momento se cuenta corresponde a hechos vividos y relatados por terceros por lo que no me puedo hacer responsable de su veracidad ni de su exactitud.
Según se cuenta, después de la cena hubo tiempo para tomar unos cafés y debatir un buen rato. Imagino que además de cafés se consumiría algún tipo de bebedizo no tan... angelical.
Algunos se retiraron a sus aposentos y otros aún se dieron una vuelta por el concierto de Lurte.
El domingo, día tranquilo, sin madrugar y un buen almuerzo en "Casa Antonio", para que no ocurriera como el sábado que fuimos a la batalla con el estómago en los pies. Cierto, ¡tremendo error!. Así que después de dar buena cuenta de huevos fritos, jamón, torreznos, torreznos, torreznos, torreznos y torreznos y pan, pan, pan y más pan, nos vino justo para llegar al acto de "Hermanamiento de Lugares" en la Plaza del Olivo. Allí depositamos nuestra tierra roja y el agua, llevadas desde Teruel, para plantar un nuevo olivo junto con todos los grupos participantes en las IV Alfonsadas. Después de vuelta a Teruel sin muchas ganas, ni ganas de comer por razones obvias, ni ganas de volver por lo que disfrutamos, ni ganas de llegar por lo que nos esperaba.

Heridas y cicatrices.

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Debían ser las nueve de la mañana del día 13 de septiembre de 1976, hace casi 33 años, las heridas de la dictadura estaban empezando a cerrarse y las cicatrices iban apareciendo.
Un grupo de muchachos de 8 años entre los que me encontraba yo, esperábamos ansiosos el inicio de un nuevo curso escolar.
En fila delante de la puerta del colegio Las Viñas, vimos aparecer a nuestro nuevo maestro,
¡¡Joder, el Jabalí!!,
probablemente esas no fueron las palabras que salieron de la boca de un niño de 8 años pero si el sentimiento. Era Don Ernesto, su dureza como profesor, su inflexibilidad como educador y la fama de su talante o mejor dicho de la ausencia del mismo le precedía.

Aquel día conocí a Don Ernesto, Don Ernesto de Leonardo.

Empezó el curso y su fama era sólo eso fama, bastante alejada de la realidad, era duro como profesor pero amable en el trato, inflexible como educador pero accesible en el día a día. Recuerdo los partidos de fútbol que "echábamos" en los recreos y su participación en ellos rodeado de mocosos de 8 años, ¡qué grande!, corría más que ninguno, saltaba más que cualquiera y peleaba más que todos, era el más grande.
Recuerdo las batallitas que nos contaba de sus cicatrices y de aquellos tornillos que le habían metido para unir los huesos, ¡qué tío!, ¡qué grande! aquello le confería un ligero status de superhombre entre nosotros, los alumnos.
Terminó aquel curso, pasé al siguiente y cambié de profesor.
Debía ser el mes de abril de 1978, cuando haciendo el animal en los vestuarios del gimnasio del colegio, me hice una espectacular herida en la rodilla, esperé hasta la hora de la comida para que viniera el practicante que debía suturar aquella avería, el "matarife" llegó, preparó el instrumental y allí, a lo vivo, sin anestesia, sin whisky, sin palito en la boca y rodeado por curas y profesores que me sujetaban por todos los sitios, ¡¡me cosió!!.
Con la pierna estirada a casa varios días.
Una tarde sonó el timbre, mi madre abrío la puerta y desde el recibidor me grito "Juan, mira quien ha venido a verte" al momento en el comedor apareció Don Ernesto, Don Ernesto de Leonardo, aquel que fue mi profesor el año anterior y que ya no me daba clase, venía a mi casa a verme a mí, ¡qué, grande!, se sentó en el sillón y me dijo "A ver esa cicatriz", me levanté la gasa y me dijo "Es más grande que las que tengo yo", ¡Joder, tengo una cicatriz más grande que las de Don Ernesto! aquello fue mucho mejor que la aspirina o que la mercromina.
Pasó el tiempo, él dejo la educación y yo seguí con mis estudios, la relación se fue enfriando, pero llegó el mes de noviembre de 1998, Adolfo Barrio me reclutó para "su" grupo de medievales y me citó en el Colegio San Pablo para una reunión, llegué puntual como siempre y allí estaba Don Ernesto, nos saludamos amistosamente como si no hubieran pasado veinte años.
Aquel que antaño me parecía enorme, ahora apenas me llegaba por el hombro, aquel que antaño me parecía fortísimo, ahora pesaba treinta kilos menos que yo, aquel que antaño me parecía un gran señor, ahora seguía siendo un gran tipo, aquel que antaño era Don Ernesto el profesor, ahora iba a ser Ernesto el amigo, ¡qué grande!
Cuando las heridas empezaban a aparecer en el grupo por los problemas entre Raquel y Adolfo, Ernesto nos convocó a una reunión, el grupo se posicionó y salimos adelante todo aquello cicatrizó y llegamos hasta hoy y seguro que seguiremos mucho tiempo.
Durante este tiempo, su situación personal y familiar lo colocó en una encrucijada en la que se ha movido perfectamente aunque no sin esfuerzo, ha sabido nadar entre dos aguas, estar en misa y repicando, en el plato y en las tajadas, estoy seguro que ha sufrido muchas heridas que le habrán dejado importantes cicatrices, mucho más grandes y profundas que esas que exhibía con orgullo en aquellos tiempos en mi colegio.
Heridas y cicatrices que pocas veces mostraba a nadie, no era motivo de alarde sino más bien al contrario. ¡qué grande!
Ayer nos llegó la noticia de su ausencia, me llenó de tristeza su pérdida y aún más todo lo sucedido y que no voy a relatar aquí porque un hombre tan grande no se lo merece.
Cuando vea la cicatriz de mi pierna izquierda recordaré a Don Ernesto el porfesor y a Ernesto el amigo, cuando vea a ciertas personas recordaré la herida problablemente sin cicatrizar de mi corazón.
Ernesto, Don Ernesto, ¡qué grande! ¡qué superhombre!
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lunes, 1 de junio de 2009

Limpieza de la Haima???

Serían las diez de la mañana del sábado cuando Eugenio, apenas levantado y con evidentes muestras de los efectos de las dos noches anteriores apareció en su jardín, miró hacia la puerta y allí vió un coche esperando, miró en su interior y allí estaba Pepe, tranquilamente escuchando la radio.

Poco a poco fuimos llegando y había que organizar el tema del almuerzo, mientras Pepe hacía panceta y huevos fritos comenzamos a preparar la mesa. Lo primero ubicarla en otro lugar menos soleado, platos, vasos y cubiertos y "al ataque". A medida que iban llegando los rezagados se volvía a encender la plancha, se hacían más huevos y más panceta.

Después de almorzar, cafés y un brebaje nuevo que trajo Carlos, tertulia y rápidamente y acosados por el sol tuvimos que levantar el campamento y traladar la mesa a otro lugar a la sombra.

Se abordó el tema principal de la reunión que era la haima, se acordaron las modificaciones a hacer y se concluyó con la solicitud de presupuestos para ellas.

Siendo las dos de la tarde se comenzó con la paella mientras en resto pululábamos por el jardín o tomábamos cerveza o las dos cosas.

Gran paella, tanto por cuantitativa como cualitativamente, es decir por el tamaño y por el sabor.
Felicidades a los cocineros.

Después de comer y aprovechando que caían cuatro gotas nos metimos en casa para ver dos videos sobre Israel que nos había traido Eric.
Comentarios, más comentarios, discursiones, más discursiones, explicaciones, más explicaciones y por fin la conclusión. IREMOS AL VIAJE, no sabemos cuántos pero iremos.

Unos bocatas de lomo con queso y pimientos y a recoger todo.

Por fin cada mochuelo a su olivo y prácticamente terminado el fin de semana.

Nos quedaba el domingo para descansar.

Y se presentaron...

Serían las siete de la tarde del jueves, varias jarras de cerveza habían sido vaciadas en la barra del Plaza cuando un imponente cochazo negro aparcó en la puerta del hotel, de él bajaron Alberto y Eric, gafas oscuras y pequeño equipaje, Alberto, cual caballero templario cargaba un par de libros, Eric cual escudero un bulto negro de un metro de longitud, que bien podría albergar algún tipo de arma, más tarde me enteré que era algo menos misterioso, se trataba del cartel extensible para la presentación del libro.


Saludos y abrazos y tras las primeras bromas, recogieron las llaves de sus habitaciones y subieron para dejar el equipaje, refrescarse un poco y enseguida estuvieron dispuestos para lo que fuera.


Bajo primero Alberto y se marchó con Pepe a la emisora para ultimar unas cosas para el programa del día siguiente. Quedamos en reunirnos todos de nuevo en la Posada del Tozal.


Cuando baje Eric nos dirigimos hacia la posada, tomamos unas cañas y después de que el propietario del local acompañará a Pepe, Alberto y Eric en una visita guiada por las habitaciones cambiamos de local, a uno un poco más actual y con menos "sabor". Entre solo al bar y al acercarme a la barra gran diálogo con la camarera,
- "¿que vas a tomar?", dice ella
- "Cinco cañas y dos con gaseosa", respondo yo
Me mira con ojos de sorpresa y dice
- "Pero, viene alguien más ¿no?"
- "Si", contesto y añado "pero ellos se pedirán lo suyo".


Teníamos la cena convocada sobre las nueve y media y como ya pasaba un poco de esa hora nos fuimos hacia el restaurante Tapas y Copas.

Huevos rotos, morro, ensaladas, chipirones y postres fue el menú a partir de ahí lo típico, chupitos, cubatas y más cubatas, tertulia, batallas y más batallas y de nuevos el tema estrella, el viaje a Tierra Santa.


Serían las cinco de la mañana cuando la mayoría de la reunión se disolvió, algunos aguantaron un poco más.


Sobre las diez, algunos ya estaban dispuestos a almorzar y aunque hubo que hacer un cambio en el local, no fue para peor.


Después de almorzar, visita a la cámara de comercio para comprobar el escenario sobre el terreno y después visita a la radio para una entrevista.


Sobre las dos de la tarde comida en los aljibes, y después algunos a descansar un rato y otros cafés y copas hasta las ocho de la tarde que empezaba el acto de presentación de los libros.



En la Cámara de Comercio y siendo las ocho y cuarto comenzó el acto, un video sobre Venecia, una introducción del Presidente sobre la relación de la encomienda con los escritores y a continuación Alberto presenta el libro de Eric, que toma la palabra, explica anécdotas y detalles sobre el libro y termina con la presentación del libro de Alberto, algunas preguntas y para terminar firma de ejemplares por parte de los dos escritores.



Un acto muy agradable.
Enhorabuena a todos