miércoles, 21 de diciembre de 2011

JORNADAS MEDIEVALES EN ALCORA (Castellón)

No osará este escribano modificar, añadir o eliminar ni tan siquiera una coma del escrito de su Maestre en el que este relata los sucedidos en tierras de Alcora, y por ello ahí va tal y como fue recibido

Sábado tres de diciembre, eran las siete de la mañana cuando la expedición comenzaba a partir de Teruel. Las nueve sería buena hora para llegar a Alcora. Aunque alguno no estaba muy entusiasmado con tener que madrugar el fin de semana, no podíamos llegar tarde al llamamiento que los Caballeros de Urrea y las Damas de Alcalatén, habían hecho a nuestra Encomienda y a las Beguinas para participar en la conquista de aquella Villa.

Como estaba previsto y tras un pequeño titubeo para localizar el hostal donde pernoctaríamos, fuimos llegando escalonadamente, primero Dª Ángela, DªAndrea, Dª Aldonza y Freire Sancho. Estábamos descargando cuando aparecieron Dª Gimena, Dª Toda, Feire Ximenus, Feire
Gerinaldo y Feire Izquierdo y un poco después llegaban Sor Ana y Feire Juan el de Bezas.

Una vez ataviados para la ocasión decidimos cargar con nuestro armamento, hierros y demás impedimenta, desechando la idea de trasladarlos en algún medio de transporte pues nos informaron que seria muy difícil aparcar cerca del campamento.

Así pues a las diez de la mañana estábamos en el lugar de reunión y hacíamos la entrada en el campamento y en el siglo XIII y más concretamente en el año 1233.

Allí fuimos recibidos por los anfitriones y saludamos a las gentes llegadas de otros lugares para la ocasión, damas, caballeros, mesnaderos y mercenarios de Zaragoza, Valencia y D’Uixó; almogávares de Teruel y Almansa; templarios de Rubielos y Castellón; calatravos de Alcañiz; damas, miembros de la Iglesia y músicos de Teruel y, sorpresa los hermanos Hospitalarios de Valladolid (llevaban por allá una semana con la niebla sobre la cabeza y decidieron buscar otras tierras donde luciera el sol)

Con el madrugón, el cambio de ropajes y pertrecharnos para el acontecimiento que se avecinaba no había quedado tiempo de echarnos algo al cuerpo. No hubo problema, allí nos esperaban los
amigos de Urrea y las de Alcalatén con buen jamón de nuestra tierra, queso y vino. Había que prepararse para la dura batalla.

Una vez que hubimos retomado fuerzas, comenzó a notarse gran ajetreo en el campamento. Caballeros, mercenarios, arqueros, mesnaderos, almogávares, freires de las órdenes militares y demás gentes comenzaban a prepararse para el asalto a la Villa. Por doquier se vestían gambesones, cotas de malla y cascos, se ceñían espadas y dagas, se asían lanzas, se tensaban arcos y ballestas, se izaban pendones y se hacían redoblar timbales y sonar cuernos, gaitas y dulzainas. Todo estaba preparado y las tropas perfectamente pertrechas, iniciaban la marcha dispuestas a asaltar el recinto amurallado.

Llegados al portal de Marco y ante la negativa de los sarracenos de rendir la plaza se desencadenó la batalla, derribado el portón con un ariete las tropas penetran en el recinto derrotando a los defensores.

Tras la conquista, los ejércitos aragoneses desfilan victoriosos por la Villa, acompañando al rey Jaime. En la plaza esperan las damas de Alcalatén, Beguinas y resto de damas y allí mismo se da lectura al Acta de Donación por la que el rey entrega la Tenencía de Alcalatén, a Pedro Ximénez de Urrea, en agradecimiento por los servicios prestados a la corona.

Terminada la conquista y los actos posteriores, nos retiramos al campamento pues nos habíamos ganado un merecido descanso. Sin desprendernos del armamento y al grito de ¡la cerveza que no falte! tomamos la cantina y allí permanecimos departiendo con viejos y nuevos conocidos.

En estas faenas estábamos cuando vimos que nuestros anfitriones se disponían a colocar tableros y alpacas. No era difícil imaginar que se trataba de nuestros aposentos para reponer fuerzas después del esfuerzo realizado por la mañana. Así que como el hambre azuzaba, dimos un descanso al tabernero y nos dispusimos a echarles una mano.

Al poco nos encontrábamos sentados delante de un cuenco dando buena cuenta de un guiso de carne con patatas y verduras que nos templaba el cuerpo, seguimos con esos frutos que abundan por estas tierras y que llaman mandarinas, de las que repetimos y repetimos, terminando con postres y dulces elaborados por las damas, acompañados de un líquido negro al que creo que ahora llaman café. A continuación nos dispusimos a hacer una pequeña sobremesa en otra taberna cercana al campamento y así degustar algún que otro líquido más infernal.

Terminada la tertulia y como hasta las siete de la tarde no teníamos obligación alguna, unos y unas optaron por retirarse a descansar y reponerse del madrugón. Otros y otras fuimos a recorrer la villa conquistada por la mañana, recorriendo sus callejuelas con puestos de mercado donde se vendía de casi todo. Nos llamó la atención uno sobre los demás, pues en él se expendía cerveza artesanal con varias texturas que fabricaba el mismo tabernero. Nos gustó el producto, así que le hicimos varias visitas a lo largo de la tarde pues había que probar todas las texturas y no terminábamos de decidirnos por alguna de ellas.

La tarde también tuvo su parte cultural, pues visitamos el recién inaugurado nuevo Museo de Cerámica de Alcora. En él puede contemplarse la tradicional cerámica de Alcora (desde la Real Fábrica hasta el presente), la cerámica contemporánea y la alfarería popular.

A las siete de la tarde se vuelven a concentrar en el campamento tropas, damas y demás acompañantes para iniciar el desfile funeral por los caídos en la batalla. La comitiva portando
antorchas recorre las principales calles de la villa acompañando el catafalco de uno de los caballeros de Urrea, caído en la contienda. Las Beguinas de Teruel y de Alcora entonan cantos durante el recorrido.

De nuevo en el campamento, los Caballeros de Urrea y las Damas de Alcalatén, en un entrañable acto, hacen entrega de un recuerdo conmemorativo a todos los grupos participantes en el
evento.


Terminado el acto nos desplazamos al centro de la villa, donde en una de sus calles se había dispuesto todo para la cena. En ella degustamos un asado a base de morcilla, chorizo, panceta,
churrasco y no se que mas, del que dimos buena cuenta. A los postres, el concejal de fiestas y la alcaldesa felicitan a los organizadores por éxito de la jornada y dan las gracias a todos los participantes. Finalizada la cena buscamos otra taberna donde poder tomar al gusto de cada cual, cafés, infusiones y algunas copas. Tras otra agradable tertulia nos retiramos a nuestros aposentos pues el sueño y el cansancio empezaban a pesar.

Despertamos el domingo, después del reparador sueño, con nuevas energías. Habíamos quedado sobre las nueve para continuar con el festejo de la villa. De camino al campamento parte de la tropa y las damas se quedaron en una cafetería-pastelería para tomar un desayuno.
Como el que suscribe no es muy dulzainero (de dulce), decidí seguir hasta el campamento y entrar de nuevo en el siglo XIII. A mi llegada ya comenzaba a haber movimiento y nos faltó tiempo para organizar unas mesas y aposentos para almorzar (que no desayunar). A fe mía que aquello era mas interesante que las dulzainas (de dulce) del siglo XXI. Enseguida comenzaron a funcionar los cuchillos fileteando jamones, cortando quesos y rebanando las enormes hogazas
de pan recién cocido. Manjares que fuimos devorando acompañados de tomate, aceite, olivas de la tierra y buen vino de la bodega de algún caballero de la villa. Por cierto que los del desayuno aún llegaron a tiempo y se sumaron al almuerzo.

Realizada la primera faena de la mañana y mientras algunas gentes de armas se dedican al pillaje extorsionando a artesanos y mercaderes, nosotros tomamos la vía pacífica y recorremos de nuevo
las calles de la villa, visitando el mercado y mercando alguna que otra cosa.

Llegado el medio día acudimos a la plaza donde se celebra el acogimiento y censado de familias que llegadas del Alto Aragón repueblan y fundan la comarca de Alcalatén. En esto estábamos
cuando algunas de las repobladoras vinieron a pedir ayuda, pues se habían quedado sin pareja. Así que este freire tubo que tornar hábito y espada por prendas civiles para participar en el reparto. No fue mal la cosa pues nos adjudicaron dos alquerías en los alrededores de la villa. Así que decimos con mi pareja que lo mejor sería repartir las alquerías y seguir cada uno su camino. Allí quedé pensando si colgaba el hábito dejando la encomienda y me quedaba en la alquería cuando llegaron los freires para celebrar el acontecimiento con unas jarras.

Acabados los actos oficiales quedamos departiendo con Ximen de Urrea, y que mejor sitio que el puesto del maestro cervecero, con quien como no podía ser de otra manera, habíamos entablando una buena relación. Entre jarra y jarra se fue creando una tertulia matutina con las gentes de la villa que se acercaban y nos expresaban su satisfacción por lo que habían visto y vivido en estas jornadas. También atendimos a la TV local que se interesó por quienes éramos, nuestra procedencia y nuestra opinión sobre el evento.

Aún hubo tiempo de acercarnos al museo donde un alfarero daba forma a distintos cacharros modelando el barro. Que fácil lo hacía. Nos animó a coger un pegote de barro y trasformarlo en un utensilio. Sentí curiosidad y no puede rechazar el ofrecimiento, así que me puse manos a al obra siguiendo sus indicaciones, pero mis torpes manos tuvieron que ser guiadas por las suyas. Al final el barro se transformo en una jarra que quizás la podamos estrenar allá por febrero.

De allí emprendimos camino al campamento pues esperaban los cocineros para servirnos un potaje de garbanzos, del que dimos buena cuenta así como de las mandarinas, de las que repetimos y repetimos.

Aprovechando los postres y dulces de las damas de Alcalatén, procedimos a hacer entrega a nuestros anfitriones de los recuerdos que habíamos llevado desde Tirwal, una estrella mudéjar con el logotipo de nuestra Encomienda y un botellón del apreciado Noccino.

Ni que decir tiene que por aclamación popular se abrió la botella y con su contenido brindamos por el evento por sus artífices y para volvernos a reunir en otra edición.

La tarde se echaba encima y era momento de retirarse. Despedidas, abrazos, besos, felicitaciones, allí quedaban unos amigos con los que habíamos pasado unos buenos momentos.

Dejamos el campamento y comenzamos la ascensión por las empinadas calles de la Villa de Alcora, volvíamos por donde habíamos llegado el día anterior, entonces pensé en la alquería que
me habían otorgado pero ¡horror!, ¡no tenía papeles!, en estas cosas siempre hay gato encerrado. Con estas elucubraciones llegamos al hostal, tornamos de nuevo nuestros ropajes, cargamos
armas, cotas, pendones y demás cosas en los coches y nos adentramos en el siglo XXI camino de Teruel.

Gracias a Pili y a Marcos, gracias a todos los Caballeros de Urrea y a las Damas de Alcalatén, habéis hecho un buen trabajo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ

Se celebraba en Madrid la Gala de Cadena Dial, 20 aniversario “Lo mejor de Aquí y de Allí”, a la que los miembros de nuestra encomienda fuimos invitados. Obviamente no se trata de un evento medieval pero sí podíamos considerarlo actividad cultural o cuando menos culto-festiva, el caso es que nuestro amigo Isidro Montalvo nos comunicó que se celebraba este concierto en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid y que nos reservaba algunas entradas para asistir al mismo.
Comenzaron los preparativos y la remisión de correos y contracorreos confirmando o rechazando las invitaciones hasta que conformamos una buena representación de la encomienda en esa gala.
Ya conocen ustedes nuestra peculiar organización o porque no decirlo nuestra desorganización, así que, para no defraudar a nuestra bien ganada fama una vez concretada la hora de concentración, las 19:00 en el hall del hotel Convención en Madrid, y después de tener los coches completados para viajar a Madrid la cosa se complica y se incrementa el número de vehículos hasta un total de 6. Como no podía ser de otra manera a las 19:00 no estábamos todos, así que decidimos esperar tomando una cerveza en la cafetería del hotel, unos pagaron religiosa y costosamente y otros fuimos obsequiados en recepción con dos consumiciones por gentileza del hotel, terminamos nuestras consumiciones y completamos la expedición cuando pasaban más de 20 minutos de la hora convenida y con nuestro hermano Granados, que era el portador de las entradas, tirándose de los pelos.
Marchamos a pie hasta el Palacio de Deportes que está a apenas un par de manzanas de distancia y en seguida llegamos a la puerta destinada al acceso de entradas premium que era así como se denominaba a la categoría de las nuestras, no sin antes tener que dar la vuelta porque el recorrido que llevábamos no era el adecuado y la calle que debía estar ahí no estaba.
En otro alarde de organización, propio de nuestra encomienda, el número de entradas premium no se correspondía con el número de asistentes, así que los que teníamos entrada entramos y los que no, tuvieron que ir en busca de Isidro para resolver ese pequeño detalle.
Llegamos a la entrada y tras comprobar que el reverso de las invitaciones correspondía con aquel acceso nos colocan una pulserita blanca que ponía Cadena Dial y que te permitía llegar hasta la zona reservada próxima al escenario.






Recorrimos los pasillos del Palacio y llegamos hasta la pista que por faltar apenas 15 minutos para el comienzo del concierto, estaba a rebosar.







Mientras esperábamos el inicio, intentábamos saber qué había sido del resto de la expedición, pero todas las noticias hacían presagiar que se quedaban fuera, ya que las entradas conseguidas no eran de clase Premium y eso les obligaba a permanecer en la zona general del palacio, si el aforo lo permitía. Por fin, recibimos comunicación de que ya estaban todos dentro del recinto, pero los que estábamos en la zona Premium no conseguíamos encontrar al resto, el caso es que siendo las 20:00 comenzó la gala.
Me llamaron la atención unos personajes con una mochila a la espalda y una lucecita en lo alto, a modo de los coches de choque, roja para los “expendedores” de cerveza y azul para los de ron con coca-cola, que pululaban por entre la gente suministrando bebidas, cuando lo comenté con el resto y sobre todo con mi hermano Javier me hizo saber que aquello era habitual en los conciertos, la verdad es que yo no suelo frecuentar mucho estos saraos y de ahí mi desconocimiento, llegué incluso a observar una repartidora de Telepizza que buscaba clientes para su entrega. Hubo un par de incautos que pidieron una cerveza y pagaron 7 euros por la consumición.
Uno que no es muy experto en música, quiero decir que no es un gran conocedor, bueno que sabe más bien poco, bueno realmente que es un ignorante integral en lo referente a canciones y cantantes mal puede hacer una crónica de lo sucedido allí y además si tenemos en cuenta que uno es de ciencias y que como dice mi hermano Granados más fotos y menos texto, me conformaré con poner unas cuantas fotos de los artistas allí convocados, para más detalles quedan los lectores remitidos a mi hermano Javier que les suministrará cumplida información de procedencias, canciones, éxitos y discografía general de los artistas.

Comenzó Beatriz Luengo






Siguio Kiko Gaviño






Por fin apareció nuestro hermano Alberto, y resultó que no habían accedido con entrada Premium sino con entrada VIP, una pulserita plateada en la que se leía Ron Legendario que era el patrocinador del evento y nos comunica que están todos en una sala restringida pero que no se ve nada del escenario. Comienzan a ir y venir desde aquella sala en la que había barra libre de Ron Legendario, canapés y gominolas, más cubatas y más cubatas. Mención especial debe hacerse de nuestro hermano Valentín que como buen proveedor nos hizo llegar un número ingente de vasos adecuadamente rellenos de ron y coca-cola.

De nuevo otra canción, en este caso de Presuntos implicados






David DeMaria







Melocos






Andy y Lucas






Ha Ash






Hugo Salazar






Empiezan a llegar todos los de las entradas VIP y el hermano Pepe quitándose su pulsera me dice que me la ponga y vaya para la sala VIP, allá que llego acompañado de Eugenio y siguiendo sus consejos saludamos a todo el personal de seguridad que vamos encontrando por el camino, estamos un ratito en la sala degustando aquellos canapés y unos cuantos cubatas mientras van llegando más pulseras plateadas arrastrando tras de sí a personajes que no correspondían con sus dueños originales. Estamos un rato y decidimos volver a la pista no sin antes aprovisionarnos de varios cubatas por barba para suministrar a los que habían quedado abajo.

Mientras tanto en el escenario había actuado Carlos Baute






India Martinez






Y Antonio Orozco






Hacemos el relevo de las pulseritas plateadas y otros pocos suben a “conocer” la sala vip, a su regreso vuelven de nuevo aprovisionados de líquidos para mitigar el calor.

Manuel Carrasco






La Oreja de Van Gogh






Vuelvo a coger el testigo de la pulserita y de nuevo para arriba sin olvidar de saludar a todo el personal de seguridad que encontrábamos a nuestro paso, la naturalidad es la mejor manera de pasar desapercibido.

Sergio Dalma






Pastora Soler






Chenoa






Pablo Alborán






Como la gala daba a su fin nos reunimos todos en la pista para no perdernos a la salida. Termina el concierto con

David Bustamante.






Al finalizar nos llegamos todos a la sala vip y como habíamos entrado y salido tantos y tantas veces nos adentramos en la misma, saludando a diestro y siniestro,






para tomar unos cuantos cubatas de Ron Legendario hasta que el responsable de seguridad nos comunicó que el Palacio iba a cerrar y que debíamos marcharnos, no sé si esa era la verdadera razón o que el representante de Legendario había dado noticias de la quiebra de la empresa, el caso es que salimos de allí no sin antes recoger un librito con muchas fotos y poco texto, como gusta a nuestro hermano Alberto y con una botellita de elixir Legendario, como gusta a nuestro hermano Eugenio. Ya en la calle y como los canapés nos habían sabido a poco decidimos intentar tomar algo para cenar y rebajar un poquito el ron, llegamos a un local y al ver la cantidad de gente y sobretodo el aspecto de algunos nos indicaron que estaba cerrado y que no podíamos entrar, cruzamos de acera y nos metimos en una cervecería donde nos apoderamos de parte de la barra,









de algunas mesas del local y de parte de la terraza y allí nos tomamos unas cervezas, acompañados de un par de holandeses, unas patatas bravas para empapar y unas raciones de fritos variados, el día llegaba a su fin y decidimos rematar en una discoteca próxima, al llegar nos comunican que el precio de la entrada eran 12 euros para caballeros y 10 para las señoras, además el armario ropero de la entrada me comunica que con zapatillas de deporte no puedo entrar, ¡¡¡¡zapatillas, yo!!!!, ¡vamos hombre no me jodas!, tengo que demostrar que aquello que visten mis pies no son zapatillas y una vez convencido decidimos no entrar y marchar a la discoteca del hotel, cuando llegamos allí empezamos a abandonar la expedición mientras algunos degustaban la última copa en la cafetería del hotel.

A la mañana siguiente, hubo algunos que marcharon con Granados a la sede de la Cadena Ser y allí visitaron el estudio de 40 principales y su locutor Toni Aguilar y también el de M80. Otras visitaron las zapaterías de Chueca y otros nos dedicamos a pulular por los subterráneos del metro hasta llegar a la Puerta del Sol, y desde allí por la Calle Mayor hasta el Mercado de San Miguel y un poquito pasadas las 12 de la mañana llegábamos a la Plaza Mayor donde una gran carpa alojaba la feria del Jamón Ibérico de Bellota,






y donde había comenzado el programa “A vivir Madrid” nuestro hermano Alberto, entramos, lo saludamos y debido al calor que hacía en la carpa decidimos salir y tomarnos unas cervezas en una de las numerosas terrazas que decoran la plaza.









Cuando terminamos y previendo que era buena hora para reunir la expedición antes de partir hacia el restaurante, nos acercamos hasta la entrada a la carpa donde una fila de no menos de treinta metros aguardaba a que el de seguridad les concediera paso. Llamo a Eugenio y me contesta Pepe diciéndome que sale a buscarnos, no me da tiempo de comentarle la cola que había y que esperábamos fuera cuando le veo aparecer con dos acreditaciones de prensa, entramos hasta la sala vip y le devolvemos las acreditaciones para que vaya a buscar al hermano José Luis y señora que aguardaban fuera. Ya estábamos dentro, unos con acreditación de prensa y otros con pulserita VIP negra. Comenzamos a degustar cervezas y platos de jamón y me presentaron a los integrantes del grupo Despistaos, que vamos se llamaran así pero no se les escapa ni una, no dejaron pasar ni un plato de jamón ni una botella de vino de Emilio Moro con que eran obsequiados por los camareros y que ellos compartían amablemente con nosotros. Charlamos bastante rato con ellos acompañados de platos y platos de jamón y copas y copas de vino, hasta que alguien se dirigió a Alberto y enseguida este nos dijo que deberíamos salir porque no íbamos a llegar a comer.
Salimos de la carpa cuando llegaba Isidro que se quedó allí tomando una cerveza mientras el resto buscábamos taxi para llegar al Restaurante La Hoja.









Al llegar nos esperaban Eric y Silvia, Antonio y Sofía, Manolo y Marisa y Carlos y Mª José, comenzamos a ocupar la gran mesa que teníamos reservada hasta que la completamos con Alberto y Sonia, Isidro y por último Ramón que llegó por la puerta trasera. Amalia excusó su asistencia porque había perdido el tren pero comunicó que intentaría llegar antes de que termináramos.
Comenzamos la comida con unos entrantes de cabrales con membrillo, pulpo con patatas, croquetas de pescado y huevos rotos, la cosa no estaba mal, como plato fuerte empezaron a sacar perolas con fabes con almejas, pote gallego y fabada asturiana y después de varios platos de cada uno de ellos pasamos a los postres, arroz con leche, leche frita y pastel de manzana. Para rematar cafés y unos chupitos. En aquellas estábamos cuando llegó Amalia, comenzó la ronda de saludos y para cuando terminó comenzó la de despedidas porque algunos de nosotros abandonamos la reunión para emprender camino de regreso a Teruel, otros aguantaron un poco más acompañados de algún que otro gin-tonic.

Llegamos sin novedad a casa y dimos por concluido el viaje que podíamos haberlo titulado como “EL BAILE DE LA PULSERA”, “PULSERITA POR AQUÍ, PULSERITA POR ALLA” o simplemente “LITROS DE ALCOHOL”, pero he pensado que era más apropiado titularlo “LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ”, algunos habrán pensado al leer el título de la crónica que era un error y que lo que realmente quería decir era “Lo mejor de aquí y de allí” por la relación con la Gala de Cadena Dial pero ya he dicho antes que mis conocimientos musicales son muy escasitos, por no decir nulos y por tanto no puedo juzgar si la música y los cantantes de la gala son lo mejor de uno y otro lado del charco. Pero de beber y comer si entiendo algo más y así, y por orden cronológico, LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ son el Ron Legendario y el jamón Ibérico de Bellota,






o por lo menos eso dicen, y yo que soy más de whisky y de jamón serrano de Teruel estuve a punto de ser abducido porque no paraban de suministrarme vasos, vasos y vasos del primero y platos, platos y platos del segundo para intentar convencerme. Pero he de comunicar que sigo en mis trece, y que no obstante puedo seguir dando oportunidades, en las mismas condiciones, para ser convencido.

jueves, 6 de octubre de 2011

LA PARTIDA DE DIEGO 2011

Según un dicho popular “De una boda sale otra”, o mejor dicho “de una boda sale otra fiesta” pues esto es lo que realmente ocurrió en Febrero de 2011 donde tras aquellas Bodas de Isabel de Segura surgió esta otra fiesta medieval que a partir de ahora se dará a conocer como “La partida de Diego”. Según contaba la organización se constituiría un campamento militar en el que nuestra encomienda podría tener su sitio, como consecuencia de ello convocamos una reunión para debatir si considerábamos adecuado acompañar a Diego en su partida hacia tierras castellanas donde combatiría contra el infiel y en su caso cual sería nuestra implicación en el campamento.

Todos los lectores de las crónicas de la encomienda son bien conocedores de la organización tan particular que acompaña a nuestros eventos y así después de haber decidido participar en la fiesta medieval y de optar por instalar nuestra haima en el parque de los fueros, que era el lugar elegido para ubicar el campamento, solicitamos el pronunciamiento de los hermanos para la asistencia a las comidas y así que el hermano cocinero pudiera hacer sus previsiones de manera más a menos acertada -El que fue cocinero antes que fraile, lo que pasa en la cocina bien lo sabe-. Siguiendo nuestra costumbre la evolución de inscritos fue como sigue, el mensaje inicial se envió el día 22 de septiembre, el 23 había ocho inscritos, el 26 éramos catorce, el 27 diecinueve, el 28 veintiuno, el 29 veinte y el 30 veintidós, teniendo en cuenta que la fiesta comenzaba ese mismo día 30, ¡no estaba del todo mal!

El jueves quedamos a cargar los bártulos que necesitaremos en el campamento -Más vale cargar la carga que arrear la mula-, allí nos encontramos el freire de Concud que conducía la gran carreta, el freire de Lienda, el de Bezas, el de Danluma y un servidor,

El viernes a montar la haima y toda su impedimenta, mis ocupaciones no me permitieron asistir a esta actividad y como “Imaginación hace cuerpo de lo que es visión”, no daré fe de lo que no he vivido y dejaremos este episodio sin relatar, el caso es que el resultado fue satisfactorio.
Desde el campamento hubo un traslado general hasta el centro para ver cómo eran convocadas las gentes de Teruel a la cruzada según los edictos de Inocencio III y Pedro II de Aragón -Para el que no tiene capa, tan bueno es el Rey como el Papa-, y tras eso, reunión en la haima para echar un bocado. En llegando a la haima el Freire de Martín había conseguido llevar la luz al interior y por si aquello no fuera suficiente fuera ardía una hoguera bastante aparente, que aunque realmente el frío no era intenso un arrimón al fuego se agradecía -La hoguera no se doblega, si más leña se le agrega-.
Dimos cuenta del queso que teníamos preparado para todo el fin de semana así como de medio jamón -Jamón empezado, pronto mediado; jamón mediado, pronto acabado- y varios botes de tomate triturado para restregar en el pan, todo ello regado de vino traído de tierras de las vascongadas por nuestro hermano el freire de Pernía -Con buen queso y mejor vino, más corto se hace el camino-.

Fuimos convocados al día siguiente en torno a las 10 de la mañana para comenzar con un almuerzo a base de huevos fritos y conserva, a la hora citada no había nadie salvo el freire de Toroel y el de Lienda, -No por mucho madrugar amanece más temprano- decidieron esperar hasta que hubiera más afluencia. Cuando hubimos llegado el de Perales y un servidor decidimos comenzar a descargar la carreta antes de empezar con placeres más mundanos, en esas estábamos cuando fui interceptado por un personaje que me tuvo casi una hora agarrado al trípode del caldero mientras me explicaba su intención de pertenecer a nuestra encomienda por motivos que no vienen al caso -A muy hablador, discreto oidor- y mientras mis hermanos pasaban y repasaban a nuestro lado con bultos o sin ellos hasta que descargaron por completo la carreta de las pertenencias. Cuando me hube librado de aquel personaje me acerqué a la haima y como “pan con sudor sabe mejor” por fin pudimos comenzar con el almuerzo que dada la hora en la que nos encontrábamos ya no pudo ser de huevos fritos y tuvimos que conformarnos con algo de conserva fría y bocatillas de jamón.

Terminada la preparación de los útiles en las haimas tocaba comenzar con las tareas propias del campamento, y así unos cuantos comenzaron con el remiendo de cotas de malla, otros intentaron continuar con la elaboración de escudos, -Comer sin trabajar, no se debe tolerar- y un servidor acompañado por el Freire de la Civera nos liamos a pelar patatas –La obligación es primero que la devoción- que serían la base de una comida venida de tierras del norte y a la que llaman marmitako, 12 kg de patatas peladas y adecuadamente troceadas acompañarían al pimiento verde, a la cebolla y a los pimientos choriceros en la marmita que adornaba la entrada de nuestra haima. Terminada la labor de las patatas marché con el de la Civera y con el de Lienda a la pulpería a tomar unas cervezas, y quien nos mandaría no hacer caso al dicho “Nadie compra una vaca teniendo la leche gratis”, bien caras las pagamos en la taberna cuando las teníamos gratis en la haima.



No hubo muchos visitantes que pasaran de largo ante aquel espectáculo de fuego y caldero la mayoría preguntaba por el menú, algunos jocosamente preguntaban la hora a la que tenían que acudir para comer e incluso alguno preguntó si faltaba mucho para el chocolate -¿Chocolate con tomate? ¡Qué disparate!-.

Después de bastante rato de cocción acompañado de cervezas y vinos, de muchos cates a la marmita, y sus correspondientes correcciones de sal, -Comida sin vino, ni olla sin sal, no es manjar-, el cocinero decidió que aquellas patatas estaban listas y que era momento de añadir los 8 kilos de bonito apropiadamente troceado en forma de dados.

La comida estaba prevista para 20 adultos y 7 niños, pero haciendo gala de nuestra hospitalidad invitamos a nuestra mesa a 5 miembros de la cofradía de los santos médicos -Gente de trato llano, esa es de mi agrado- que después de haber sanado a los valientes guerreros que se alistaban para la batalla, regresaban a sus hogares y decidieron hacer un alto en su camino para refrescarse con nuestro vino, sacaron el embutido y las gambas que portaban en sus alforjas y al igual que el marmitako fue compartido entre todos los comensales. Fruta para concluir y un exquisito bizcocho de manzana -A nadie le amarga un dulce, aunque tenga otro en la boca-, elaborado por la Beguina Leonor de Beasant dieron por terminada la comida de este día tan …, tan…, tan ocioso ya que todas las tareas empezadas fueron rápidamente abandonadas.

Recogida la mesa nos desplazamos hasta una taberna próxima donde degustar un café, un refresco e incluso un licor o un cubata, allí estábamos departiendo cuando llegaron los caballeros de Urrea que pasaban camino del campamento, quedamos en vernos más tarde pero aquello sucedió mucho antes de lo previsto porque en cuanto llegaron al campamento comprobaron que no había nadie, o por lo menos nadie despierto y decidieron volver, se sentaron en la misma terraza que estábamos nosotros y comenzamos una agradable tertulia en la que recordamos eventos pasados en tierras de Rubielos o de Teruel y sobretodo eventos futuros en tierras de Alcora, nos invitaron a compartir con ellos el inicio de los eventos medievales en su tierra -Muchos son los invitados, y pocos los aceptados- y quedamos a la espera de recibir información sobre esta cita.



La tertulia era agradable pero debíamos irnos a prepararnos para recibir a su majestad el Rey Pedro II de Aragón y acompañarlo hasta la plaza del seminario. Los de Urrea marcharon hasta su hotel para pertrecharse adecuadamente y nosotros hicimos lo propio en nuestro campamento. Llegó el lugarteniente del Rey y su escudero pero su alteza no aparecía. Por fin, llegó y nos explicó el recorrido definitivo del desfile, montamos la comitiva junto con todos los caballeros reunidos en el campamento militar y emprendimos marcha, al cruzar el viaducto se incorporaron a la comitiva un amplio grupo de tropas ultramontanas que deseaban acompañar a D. Pedro II.







Durante el recorrido solicité al rey la posibilidad de entregarle un pergamino con la puesta a su disposición de las tropas templarias y hospitalarias ya que no estaríamos incluidos en ningún listado de los escribanos que registraba la participación, ya que como orden militar con voto de obediencia, -Donde manda patrón, no manda marinero-, no tenía sentido el alistamiento porque el Maestre decide y el resto obedece, orden militar con voto de pobreza la encomienda nos provee de todo más de nada somos dueños y por tanto no tenemos nada que dejar en testamento y como monjes guerreros es de esperar que no tengamos necesidad de un confesor ajeno a la orden.
El Rey me indica que no habrá problema -A lo que el Rey manda y Dios ofrece, hay que hacerse-, pero que debería comentarlo con la regidora de la escena. Durante el desfile me pongo en contacto con la encargada de tiempos y le comento la posibilidad de participar en la escena, ella por su parte habla con la regidora y me dicen que debo salir del desfile y acudir de inmediato a la mesa de sonido a colocarme el micro para poder dirigirme a su majestad y que se me oiga en la plaza, así que en llegando al ayuntamiento salgo a la carrera con el escudo a la espalda, el casco ceñido, el pergamino dentro de la sobrevesta, la espada al cinto y la lanza en ristre y consigo llegar a la mesa de sonido, donde me comunican que debo despojarme del casco, del almófar y de la crespina para colocarme el micro, rápidamente obedezco órdenes, me lo coloco y me reintegro al desfile cuando la cabeza del mismo entraba en la plaza. El Rey sube al escenario y se dirige al Tenente de la Villa, al juez de Teruel y al resto de ciudadanos, y cuando llega mi momento me adelanto



y pongo en conocimiento del monarca lo siguiente

Freire Sancho López de Lienda, Maestre de la Encomienda Templaria y Hospilaria de Teruel, en la gozosa ocasión del llamamiento a la cruzada convocada por el Papa Inocencio III y por su majestad D. Pedro II, para renovar la vocación permanente por la búsqueda de la verdad, la atención de los saberes y la lucha contra el infiel, hace saber que se pone a disposición de Dios Nuestro Señor y de su majestad el Rey de Aragón, caballeros templarios procedentes de Gúdar, Mora, Rubielos, y la Celfa y caballeros hospitalarios de Turrimatmurah, Tirwal, Çaragoça, y Martín, perfectamente pertrechados para la batalla y acompañados todos ellos de sus correspondientes cabalgaduras y escuderos

De todo ello se da fe el día de San Remigio de MCCXII en la inmortal ciudad de Teruel,
el senescal.

Fr. Galzeran de Tirwal


Termina la escena y el Rey emprende camino de regreso hacia el campamento militar de extramuros pero antes de llegar, las tropas decidimos detenernos en las tabernas de la villa para reponer fuerzas y sobretodo los líquidos perdidos por efecto de la buena temperatura de la noche pero sobretodo de los ropajes de combate que portamos, terminadas las cervezas -El buen bebedor bien sabe, cuánta cerveza le cabe- y siempre acompañados de nuestro grupo de timbales comenzamos el camino de regreso hasta nuestra haima donde degustamos una sabrosa sopa -Buen vino y sopas hervidas, le alargan al viejo la vida-, algunas piezas de conserva y jamón.

Concluida la cena y mientras estábamos en torno de la lumbre llegaron nuestros amigos de Alcora, los caballeros de Urrea y las damas de Alcalatén, estuvimos departiendo del desfile y nos mostraron su malestar por la desorganización del mismo y la falta de consideración hacia los nobles de Aragón que acompañarían al Rey D. Pedro, no hubo discusión acerca de este tema porque no podíamos estar más de acuerdo con ese sentir, seguimos dialogando sobre otros muchos temas y en concreto del sablazo que les pegaron en la pulpería del mercado medieval que se encontraba en las proximidades del campamento -Gran rico hacen los dineros, y gran señor su desprecio-, al oír el relato, el Freire de Martín reclama mi atención y me pregunta que cuantos miembros componen la expedición de los de Alcora, le respondo que 18 y comenzamos con las gestiones de trabajo subterráneo, preguntamos al freire cocinero si podemos asumir ese incremento de comensales para las lentejas medievales del día siguiente -Lentejas, que si quieres las comes y si no las dejas-, se empiezan a debatir posibilidades, si añadir más patata, si incluir arroz, si intentar localizar algún comercio abierto el domingo donde encontrar un par de kilos de lentejas o si rebuscar en las alacenas de las casas de los hermanos hasta dar con ese par de kilos, esa parece ser la solución y así puesto al habla con el hermano cocinero le vuelvo a preguntar si será capaz de resolver aquel pequeño problema de casi doblar las raciones, su respuesta fue afirmativa, no esperaba menos de él y del resto de los hermanos que rápidamente se brindaron a solucionar aquel ligero inconveniente -Para amigo, cualquiera; para enemigo, quien quiera-.

Creo que los de Urrea no percibieron todo aquel tejemaneje de idas y venidas de hermanos y de beguinas hasta que por fin, dirigiéndome a ellos les invite a que nos acompañaran al día siguiente en la comida que tendría lugar después del desfile. Ellos accedieron gustosos a acompañarnos –Gato escaldado, del agua fría huye- y continuamos departiendo degustando nuestro Noccino hasta que la noche se nos echó encima y como “una retirada a tiempo es una victoria” decidimos cerrar el campamento y marcharnos a descansar hasta el día siguiente, mientras que los de Alcora optaban por dar una vuelta por la villa.

Amaneció el domingo con una niebla cerrada y emprendí camino hasta el campamento, a mi llegada, encontré la haima cerrada y todo guardado en su interior, -uno y ninguno suman uno- pero como “más vale solo que mal acompañado” en mi soledad comencé a disponer todo para cuando llegaran mis hermanos y así coloqué el trípode alrededor del fuego, encendí la lumbre con las brasas que quedaban de la noche anterior, instalé el armero para las lanzas y estandartes y enseguida llegó el hermano de la Vega que el día anterior no había podido acompañarnos y que por eso acudía con ganas -A buenas ganas, huelgan las salsas-, emprendimos una botella de vino y unos trozos de pan con conserva mientras fueron llegando el resto de los freires. Al olor del fuego, o la vista del almuerzo fueron llegando caballeros del campamento y los caballeros de Urrea y sus damas que fueron adecuadamente agasajados con pequeños bocadillos de pan con longaniza y costilla en conserva, hasta que llegó el momento de montar el desfile que debía llegarse hasta la plaza del seminario para recoger al Rey y emprender camino hacia la batalla. Se colocaron los estandartes del temple y del hospital en cabeza del desfile, tras ellos nuestros timbales que marcaban el ritmo de la marcha y tras ellos el resto de las tropas y emprendimos camino hasta la plaza del seminario, llegados a ella, la atravesamos pasando entre la gente que esperaba a que el Rey nombrara caballeros a los vecinos de la villa de Teruel que no tenían esa condición, entre ellos a Diego de Marcilla y como “En octubre de la sombra huye, pero si sales al sol, cuida de la insolación” esperamos unos a la sombra del Seminario y otros al sol a que su majestad D. Pedro II de Aragón decidiera comenzar el camino hacia la batalla.



Acompañamos al Rey por las calles de la villa despidiéndonos de ella y de los habitantes que se quedaban y al llegar a la catedral de Santa María de Mediavilla, el monarca se detuvo a orar y lo propio hicimos el resto de las tropas, el Rey mando rodilla en tierra y tras la bendición del obispo entonamos el Pater Noster de despedida.
Reemprendida la marcha pasamos bajo la torre de San Martín



y abandonamos la villa de Teruel por el Portal de Daroca y la cuesta de la Andaquilla, esta era la verdadera imagen de esta nueva fiesta La Partida de Diego, Diego bajando por la cuesta de la Andaquilla acompañando al Rey y todas sus tropas y la ciudad a la espalda.



Rotas las filas era el momento del retornar al campamento, no sin antes parar en una taberna y degustar algunas cervezas para reponer. Llegados a la haima las lentejas empezaban a adquirir un aspecto inmejorable así que ligeros momentos de cerveza y vino y cuando hubieron llegado nuestros amigos de Alcora, comenzamos con el reparto de la comida. Donde estaba previsto que comiéramos 22 adultos y 7 niños, teníamos que añadir a los de la Vega, al freire de Vanyón, al maestro trebuchetario y su dama que se incorporaron y a los 18 amigos de Alcora.



El freire cocinero, como buen vasco, había dejado el pabellón bien alto, comimos todos, la mayoría repitió e incluso algunos, bastantes, dimos cuenta de tres platos de lentejas -De hambre a nadie vi morir, de mucho comer, cien mil- e incluso sobró alguna ración para el día siguiente, de nuevo la Beguina Leonor nos deleitó con dos bizcochos de manzana que acompañaron al café y al vino de nueces.

Los caballeros de Urrea y las Damas de Alcalatén nos explicaron detalladamente sus planes para llevar a cabo un evento medieval en Alcora en las primeras calendas del mes de Diciembre y no dejaron de insistir en que cuentan con nosotros para que les acompañemos en ese evento, de nuevo “de una boda sale otra”. Nos despedimos de ellos con la promesa de que probablemente haya representación turolense en Alcora y también la promesa de que hasta el día de antes no le confirmaremos cuantos formaremos esa representación -Lentitud en prometer, seguridad en cumplir-.

Llegada la media tarde comenzamos a recoger todos nuestros bártulos pero alguien decidió que era preferible tomar un refrigerio antes de comenzar a desmontar y eso hicimos en una terraza próxima -Para saber mandar es preciso saber obedecer-, hasta que concluidas las consumiciones y con las fuerzas repuestas decidimos comenzar a desmantelar el campamento, rápidamente estaba la haima en el suelo, las telas en el saco y las mesas y bancos en la carreta, todo recogido y de nuevo a descargar los enseres, allí nos encontramos el Freire de Vanyón, el de Toroel, el de Martín, que llevaba la carreta, el de Lienda, el de la Vega, el de Danluma y yo mismo y en un periquete estaba todo colocado en su sitio, presto y dispuesto para la próxima ocasión.
El de Martín y el de Vanyón marcharon a devolver la carreta y el de la Vega y el de Lienda se fueron a terminar de almacenar el resto de los cachivaches.
Y así dimos por concluida la Partida de Diego a tierras castellanas para hacer la fortuna que le permitiera volver a Teruel después de cinco años y casarse con su amada Isabel de Segura

jueves, 1 de septiembre de 2011

RUBIELOS DE MORA (TERUEL) 2011

Et llegó el día.

Los nuestros fermanos templarios de l’encomienda de Rubielos de Mora, hubieron tenido a bien corresponder a la hospitalidad qui les fue brindada por nos allá por el mes de febrero de 1217 en la nuestra haima de la plaça de las monjas de Teruel et pa’ello fizieronnos llegar misiva con la noticia de que contaban con nos en la celebración de su capítulo d’ingreso de nuevos miembros. Sabíamos la localidad, Rubielos, el lugar, l’iglesia de Santa María, la hora, sextas, el mes, agosto, pero no el anyo, asín que iniciamos los preparativos pa’rribar desde nuestro Teruel de 1217 hasta aquel tiempo en Rubielos, cualquiera que aqueste fuere.

Vuesas mercedes, que siguen habitualmente los escritos d’aqueste humilde cronista, son conozedores de que l’organiçazión en la nuestra encomienda no es precisamente uno de los puntos fuertes, asín que faziendo honor a aquesta cualidad, mandamos una primera comunicazión d’asistencia compuesta por quinze miembros entre templarios et beguinas, zierto es que por aquel entonces, aquese no era más qui un número producto de l’experiencia más que de la muestra de voluntades de los freires, pero como quiera que la participación de los miembros de l’encomienda en los viajes preparados es inversamente proporcional a la distancia en kilómetros, yo pensé qui si pa’viajar a Jerusalem (Israel) 3380 km fuimos 34, pa’ir a Santa María da Feira (Portugal) 800 km fuimos 22, a Castres (Francia) 600 km fuimos 20, pa Rubielos que está a 55 km no podíamos pasar de 15, los peores augurios fizieronse realidad, a medida que azercábase la fecha, empeçamos a recibir mensajes, “nosotros, ese fin de semana estamos de vacaciones fuera de Teruel”, “sintiéndolo mucho, ese día no podremos acudir”, “ese fin de semana, nos vamos al pueblo”, etc.etc., asín que l’expedición empeçóse a reduzir et mandamos un nuevo comunicado de que la nuestra ingente presenzia en el acto estaría formada por zinco templarios, Fr. Alonso de la Civera, Fr. Sancho López de Lienda, Fr. Timoteo de Gúdar, Fr. Márquez de Sotillos e Fr. Galcerán de Tirwal et tres beguinas, Alda de Beselga, Matilda de Castroponce et Amargamea de la Villa.

El día antes de la partida, caense de la lista el de Sotillos et la de la Villa, asín que comunicamos al Maestre templario de Rubielos que seremos seis.

Otra característica propia de la nuestra encomienda et que nos diferenzia de aquel que fuere el símbolo típico de los antiguos templarios, un caballo con dos jinetes, es que nosotros si habemos d’ir cuatro vamos con cuatro cabalgaduras et ¡porque no podemos ir con zinco!.

Pa concretar aquesta “organiçazión” quedamos convocados el viernes en Teruel pa’ultimar los horarios et los desplaçamientos, un chusco de pan que llaman americano et que viene a ser un piazo canyada con lechuga, tomate, queso, panzeta et güevo frito acompanyado de vino con gaseosa permitiónos dezidir que cadascuno iría con su vehículo et que media hora tras tercias encontraríamonos en casa del freire de la Civera do cambiamos nuestros ropajes de viaje por los hábitos templarios qui vestiríamos en el capítulo.

La consigna era, el de la Civera et la de Beselga esperarían en su morada de Rubielos, el de Gúdar con su cabalgadura acudiría solo, el de Lienda faría lo propio con su alba cabalgadura et la de Castroponce e un servidor lo mesmo en nuestra cabalgadura negra, cumplíamos bastante bien nuestra mássima seis personas, cuatro cabalgaduras.

Amanescía el día de Santa Mónica et la de Castroponce e un servidor emprendimos camino pa llegar a la hora convenida a la morada de los de la Civera, la velocidad fue superior a l’esperada o la distancia más corta de lo previsto, el caso es que ocho minutos antes de lo fijado llamábamos a la puerta, los propietarios de la casa saltaron de la cama et abrieron la puerta, la de Beselga mantenía la dignidad d’una senyora recién levantada, pero el de la Civera aparesció en calçón et atándose las calças a la zintura. La de Castroponce disculpándose por llegar tan pronto, la de Beselga lo propio por non estar esperando, el de la Civera justificando que la noche fue muy larga et por eso non estaba en pie, et yo mesmo recibiendo la reprimenda de “mi santa” por salir tan temprano, etc.etc. etc.

Fablamos con el de Lienda qui nos dixo que en vez de venir solo en su caballo blanco, venía con la de Azagra, con la Muñoz et con el de Concud en la cabalgadura de aqueste. ¡Otro gran alarde d’organiçación!, justo en la misma manyana del acto habíamos pasado de ser cuatro templarios et dos beguinas a ser zinco templarios et cuatro beguinas, ¡confiemos que naide note la diferenzia!.




Vestidos de paseo, aquesto es camisa, calçón, calças, crespina, sobrevesta et cenyidor disponíamosnos a partir hacia alguna taberna próssima en ande dierannos d’almorçar mientras aguardábamos al resto,




cuando aparesció el de Gúdar en su percherón gris, solicitónos que esperáramosle porque se cambiaba en un ¡ay! et acompanyabanos a almorçar, et asín fue, solo que el ay fue un aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy et cuando ya estábamos en la calle vimos en lontanança que se acercaba el albo caballo del de Concud, lo estacionó et sin cambiar sus ropajes de viaje diriximonos a una taberna próxima, aposentámonos en una mesa de reducidas dimensiones pa los nueve et después de ver pasar hasta cuatro veces al joven que debía habernos tomado la comanda sin ni siquiera mirar hacia nuestro lado. Decidimos levantarnos et cambiar de local. Azedimos a la posada et allí rápidamente solicitamos unos chuscos con lomo, queso et zebolla carameliçada con vino et gaseosa, algunos menos innovadores dezidieron degustar tortilla de patata et otras incluso tortilla franzesa, pa terminar unos bebediços de café con conyac que llaman caraxillos, un servidor que’s un poco menos valiente decidió incluir un poquito de leyte et asín pedí a la camarera un caraxillo con leyte, su respuesta fue que aquello non había, asín que tuve que improvisar una solución et pedir cortado con conyac, aqueso sín que hubo.

Rápidamente regresamos a casa de los de la Civera pa cambiar nuestra indumentaria de paseo por la de parada que llevaríamos al capítulo, cinturón d’armas, espada, lança, crespina d’armas, almófar, casco et capa templaria.




et salida hacia el lugar de convocatoria que según mantenía el de la Civera era media hora antes de sextas en la Casa Consistorial, allá que llegamos 15 minutos pasada la hora et según nos vieron llegar, el Senescal de l’encomienda de Rubielos nos detuvo et nos recondujo hasta el lugar de partida, la plaçuela junto a las escuelas. Cuando llegamos allá el resto de las encomiendas invitadas ya estaban en espera de ser formadas pa´iniciar el desfile.

El Senescal nos organiçó et asín l’encomienda de Teruel abriría el desfile junto con el pendón de Rubielos, que viene a ser un estandarte, detrás de nosotros las beguinas de Teruel, l’encomienda de Montegaudio de Alfambra, los caballeros templarios de Castellón, los Associació Cultural Dames y Cavallers d’Uixó con Na Violant d’Hongria, el Rey Jaime I e toda su corte et cerrando la comitiva los caballeros de Urrea et las damas de Alcalatén de Alcora

Llegamos en desfile hasta la Casa Consistorial do nos recibió el Maestre de los Templarios de Rubielos et el Alcalde de la Villa, saludos entre Maestres et entrada al claustro del edificio a esperar al resto de la comitiva. Una vez todos cobixados a la sombra se reorganiçó el desfile, en esta ocasión el pendón de Rubielos, o sea el estandarte, habría la comitiva, los Templarios de Rubielos tras él, a continuación Na Violant d’Hongria, el Rey Jaime I et toda su corte, tras ellos nuestra encomienda, las beguinas de Teruel, l’encomienda de Montegaudio de Alfambra, los caballeros templarios de Castellón, los Associació Cultural Dames et Cavallers d’Uixó et los caballeros de Urrea et las damas de Alcalatén de Alcora. Recorrimos las estrechas calles transformadas en un coqueto mercadillo medieval et arribamos a la plaça de la sombra do tiene su entrada principal l’iglesia de Santa María, al pasar por la herrería dexamos depositadas nuestras lanças pues las consignas eran que no se podía azeder al templo con aquesas armas.

Antes de la rexa de entrada, Maestres et estandartes eran retenidos mientras el resto de los integrantes del desfile azedíamos al interior del recinto acompanyados por los fermanos templarios que nos ubicaban en los bancos correspondientes. Nuestra encomienda fue ubicada en el segundo banco de la dereyta detrás del que debía corresponder a las autoridades. Como manda el protocolo, al encontrarnos en una iglesia, descubrimos nuestras cabeças retirando almófares et crespinas, mantuvimos nuestra posición de pie hasta que nuestro Maestre azediere al interior del templo et considerare que era el momento de sentarse.

El azeso a l’iglesia se fiço en el mismo orden que habíamos llevado en el desfile et se concluyó con l’entrada del Alcalde de la Villa, D. Ángel Gracia que ocupó un escanyo a la dereyta del altar et junto a él fue ubicado el Vicepresidente de la Diputación D. Francisco Abril, también estaban presentes el diputado provincial D. Antonio Arrufat et el Concejal de Teruel D. Julio Esteban que ocuparon el primer banco de la dereyta.

El acto comiença con la bienvenida del Maestre, a continuación se façe entrar a los cuatro candidatos que deberían responder sobre sus intenciones, el coro de l’iglesia es el lugar designado pa que el fermano de mayor edad et el mariscal interroguen a los candidatos antes d’ocupar su puesto delante del altar, do se encontraba el Maestre, el Senescal et el capellán, escoltados por el gonfalonero et su estandarte e dos hermanos templarios ubicados en lo alto de l’escalinata. El Maestre se dirige a los candidatos pa que confirmen su interés por pertenecer a l’encomienda et tras la determinación de tos ellos se procede a vestir a los candidatos, el Mariscal impone el cinturón et l’espada, el senescal coloca la limosnera et el capellán después de bendecir las cruces se las da pa besar et se las cuelga del cuello, pa terminar el Maestre coloca la capa a cadascuno de los candidatos et pa concluir realiçan la xura de votos ante el capellán. La sobriedad del acto viose repetidamente engrandecida por la voz d’una dama que entonó varias canciones, más tarde enteraríamonos que pertenezía al grupo de damas de Alcalatén de Alcora.

Antes de dar por concluido el acto, las autoridades presentes recibieron l’insignia de l’encomienda de Rubielos et seguidamente volvimos a formar la comitiva pa desfilar por las estrechas calles del mercado hasta el campamento templario.

Llegados al campamento una tela oscura ensombrezía las cuatro mesas largas preparadas pa los más de 150 comensales qui allí estábamos convocados et otra más pequenya pa las autoridades.

Un armero dispuesto pa lanças et estandartes ocupaba l’entrada del campamento, consideramos que llevábamos demasiados bártulos pa ocupar todo aquel armero et decidimos llegarnos hasta la morada de los de la Civera et dexar allí nuestra impedimenta, de camino nos detuvimos en una taberna próssima pa recuperar líquidos perdidos en el desfile, llegamos a casa et en un santiamén estábamos de vuelta, el viaje no fue muy largo pero aprovechamos pa volver a parar en la misma taberna et tomar otra cerveça con un choricillo a la plancha pa abrir boca, rápidamente volvimos al campamento do nos recibió el Maestre et nos indicó nuestros sitios en la mesa, nos comunicó que las Beguinas habíanse marchado pa participar en el concurso d’indumentaria medieval, más tarde supimos que habían conseguido el segundo premio et un jamón, el primero recayó en Na Violant d’Hongria et su corte de damas, no es que me pueda más la sujetividad pero considero que nuestras beguinas vestían de manera más “medieval” et que deberían haber conseguido el primer premio, pero pienso que las autoridades que costituían el xurado obraron de manera políticamente correta otorgando el mássimo galardón a los forasteros pa que se sintieran más agradecidos por su participación.

Mientras esperábamos a que començara la comida estuvimos charlando con el Maestre et degustando una exquisita cerveça artesanal de Alcora que a decir verdad a mí me resultó un tanto fuerte. También departimos con un joven templario que atendía al nombre de José Miguel, extranyo nombre pa un monje medieval, que alabó las crónicas d’aqueste humilde escribano et además se ocupó d’atender nuestra mesa de manera soberbia, ora plato, ora cerveça et cada vez que llegaba decíanos “que no os falte de nada” et ¡¡otra ronda de cerveças!!.

La comida començó con queso en grandes rodajas calentadas en unas tarteritas de barro pa untarlo en rebanadas de hogaça de pan, estofado de ternera con patatas servido en platos hexagonales de hoja de palma, bandejas con abundante embutido, fruta fresca et frutos secos (dátiles, pasas e orejones), té con hierbabuena, moscatel et oruxo de miel que presentaba una peculiar combinación, en nariz fuerte aroma a miel et una vez llevado a la boca el dulçor desaparece quedando únicamente el oruxo, en cualquier caso, estaba bueno et tuvimos que descararnos pa conseguir una segunda ronda e incluso una tercera, hasta que un perspicaz caballero nos lo requirió amablemente con la promesa de devolverlo a nuestra mesa et jamás se volvió a saber nada ni del caballero, que era lo de menos, ni del oruxo, lo realmente importante.

Antes de pasar a la tertulia l’encomienda de Rubielos tuvo a bien obsequiar a los invitados, començando con la nuestra encomienda, se entregó al Maestre un cuerno pa beber et su soporte en cuero pa el cinto et nosotros correspondimos con una frasca de nuestro licor de nueces, Noccino, adecuadamente lacrada et etiquetada,




siguieron con l’encomienda de Montegaudio, los caballeros templarios de Castellón, los de Val de Uxó et los de Alcora que correspondieron con un pergamino con una ilustración alusiva al evento. Al concluir la comida et cuando estábamos con la tertulia posterior se acercó a nuestra mesa otro joven templario que dixo provenir de tierras de Cedrillas, tomó asiento et se incorporó a la conversación hasta que decidimos que era buen momento pa dejar a nuestros fermanos de Rubielos que descansaran del ajetreo del día et nos marchamos a una taberna próssima donde servían un brebaje transparente con hojitas verdes en su interior et muxo hielo al que se referían como caipirinha et que dejaba los dientes acerados, según opiniones más entendidas que las mías. Después de dos cosas de esas preferí cambiar a otro bebediço que llevaba ron negro, açúcar moreno, hielo, hojitas verdes, limón troceado, un refresco gaseoso et un chorrito de grosella, aquello llamado mojito estaba bastante mejor.

Estando allí las beguinas retornaron al campamento templario pa adquirir una camiseta recordatoria del evento et cuyo importe servía de donativo pa l’iglesia. Desde aqueste puesto decidimos dar una vuelta por el mercado con intención clara de recalar en la taberna pa tomar unas cerveças, mientras íbamos p’allá las beguinas visitaron algunos puestos et aprovecharon pa mercar algunos trapitos.

Después d’algunas rondas de cerveça decidimos cambiar de bar et dirigimonos a la posada pero como quiera que había muxa gente, salimos del recinto amurallado pa llegar al bar el corralico, do tomamos algunas cerveças acompanyadas de cacahuetes, almendras et boquerones con aceitunas.

Era la hora de zenar et pensamos que lo mejor era volver a la taberna, el camarero nos dice que deberíamos esperar 40 minutos, el de la Civera, que pa’eso es como si fuera del pueblo, llama al jefe de la taberna, qui pa más datos es su pariente et le dice qui nos dé de cenar, preguntónos que qué queríamos et le diximos que sacara lo que le viniera bien, a los pocos minutos aparece con nueve chuscos con jamón, et unas cerveças, la de Beselga decide ir a casa d’unos amigos pa conseguir unos tomates que acompanyen al jamón et mientras tanto el de la taberna nos sacude una bandeja de embutido asado compuesto por morzillas de zebolla, salchichas, choriços et panzeta, al final la zena fue magnífica. Durante la zena el de Gúdar, recordando nuestra última cruçada en tierras portuguesas, començó a “fablar” en el idioma de los lusos, et ya conocen sus mercedes que siguen las crónicas la habilidad qui tiene el de Gúdar pa con los idiomas, el caso es que el camarero después d’un rato oyendo aquese portugués tan particular se dirige a nosotros et dizenos que fagamos el favor de no traerle gente d’aquesta que bastante hay ya en el pueblo, la carcajada fue espectacular et asín entre risas pedimos la cuenta et satisfizimos su importe.

Azercábase la medianoche et como no puede ser d’otra manera aquesa hora un sábado de medievales en Rubielos et como viene faziéndose desde hace 24 anyos se dará suelta al toro jubillo, un toro de fuego embolado a yuguete, con cascabeles en el cuello et barro en el lomo que faze las delicias de los toreros et de los que tienen la suerte de disponer d’un balcón en la plaça pa velo.




Como aún faltaba media hora decidimos visitar el hotel Los Leones pa tomar un café o en su defeto un caraxillo et un cubata, e cuando faltaban apenas zinco minutos fuimos a casa de Luis, un amigo de los de la Civera que nos brindó todos sus balcones pa que disfrutáramos del evento medieval de mayor solera de la provincia, el toro jubillo.

Subimos a la casa todos excepto el de Concud, que según paice disfruta con el subidón d’adrenalina que proporciona tener un toro zerca, aunque es xusto dezir que tampoco arriesgó en exzeso en su faena. Por si fuera poco la vista que teníamos o los sofás et el sillón orejero puestos a nuestra disposición, la mesa principal de la sala presentaba un aspecto desbordante de refrescos de toda clase et licores de todas las marcas con vasos et una cubitera pa que cadascuno se sirviera el combinado que considerara oportuno.

Cuando las teas del toro hubieronse consumido, diose por concluida la noche taurina.

Los de Lienda et los de Concud decidieron regresar a Teruel et el resto acudimos a la terraça de la posada a tomar un cubata et como había un cartel que dezía que a partir de las 2’00 había que hablar sin gritar et puesto que ya pasaba d’aquella hora alguien propuso acudir a las piscinas porque habría fiesta, llegados allí comprobamos que l’entrada no daba derecho a consumición asín que la de Beselga revendió los tickets et nos fuimos a otro bar do encontramonos con la parentela de la de Beselga et después d’un par de cubatas dimos por concluido el día.

Amanescía el día de San Agustín cuando pasaba más d’una hora de tercias, et enseguida a la herrería, no teníamos el cuerpo pa muxos golpes en el yunque asín que lo mejor fue fazer tiempo hasta que destaparan una sartenada de migas que estaban exquisitas et que servían a diestro e siniestro con uvas verdes e negras et huevo frito, la verdad es que aquello era el almuerço de familiares e amigos de los herreros et por supuesto nuestro, que pa eso nombramos el anyo pasado al duenyo d’aquello como el herrero oficial de l’encomienda, hecho aqueste acreditado por l’estrella con nuestra cruz que adorna la fragua.

Lo cierto es que to’el que pasaba por allí se apuntaba a recoger un plato, muxos de ellos agradecían el detalle, pero algunos, los menos, se comportaban con exigencia como si de su derechos se tratara.

El caso es que a fuerça de vino de diferentes bodegas et anyadas e “grazias” a los visitantes se terminaron las migas, los tomates et los pepinos, es decir, se arrambló con to lo que se pudiera comer.

Pa postre, alguien trajo una garrafa de zinco litros d’un líquido transparente que alguno estuvo a punto de engullir en vaso entero como si d’agua se tratara et grazias a los gritos de los asistentes comprobamos que aquel inofensivo líquido era oruxo pa quemar. Se preparó un recipiente de barro et se organiçó una queimada.

Mientras ardía, los de la Civera et nos desplaçamonos hasta el Hotel de Los Leones a tomar un cortado pa asentar los cuerpos et las migas. Al regreso a la herrería dimos cuenta del trabajo del fuego en el oruxo et comprobamos que a diferencia del oruxo de miel del día anterior, aquel que olía a miel e solo sabía a oruxo, en aqueste caso, olía solo a oruxo et estaba más dulce que la miel, ¡no habían escatimado en açúcar pa la queimada!.

Se acercaba el final de nuestra jornada en Rubielos de Mora, pero antes teníamos que resolver el enigma de l’entrega de premios et sobretodo cuando tenían que recoger el jamón las beguinas. Ni cortas, ni pereçosas, la de Beselga e la de Castroponce se dirigen a la Casa Consistorial pa que alguien les informara sobre sus dudas ¡ya valía de que nadie respondiera!, recorremos el mercado a buen paso, sin pararnos en puesto alguno, llegamos a la casa del concejo, se dirigen hasta el puesto d’información et mirando en el programa observan que l’entrega de premios es aquese día en vísperas.

Decidimos no esperar hasta entonces e dexar encargada a la de Beselga de fazerse con el premio, por si fuera necesario aparecer en el escenario todas las beguinas, la de Castroponce deja su indumentaria pa ser suplantada por alguna de las amables jóvenes de la localidad.




Paice ser, según cuentan, que no fue necesaria la suplantación pa recoger el premio pero por si acaso el traje de beguina fue portado por la villa con la chança et sarcasmo propio d’un fin de fiesta magnífico.

No me queda más que agradecer a nuestros fermanos de Rubielos l’invitación et sobretodo el exquisito trato dispensado tanto en la representación del capítulo templario como en la comida posterior, confío que seamos capaces de corresponder en la misma medida et espero que el anyo próssimo vuelvan a contar con nos.