martes, 24 de agosto de 2010

RUBIELOS DE MORA (TERUEL)

Nuestra Encomienda había recibido invitación para participar en el Capítulo Templario que iba a tener lugar en la localidad de Rubielos de Mora.

Según el documento recibido, los templarios de la mencionada localidad iban a oficiar la ceremonia de ingreso de varios miembros en su encomienda, y para ello habían solicitado la presencia de encomiendas próximas para que oficiaran como testigos de lo que allí iba a suceder.

La convocatoria estaba fijada para vísperas del día 20 de agosto, así que pasando algo más de una hora de la hora nona partíamos desde Teruel en nuestro carruaje en dirección a Rubielos.

Arribábamos una hora más tarde y allí nos esperaba Freire Alonso de la Civera y la Beguina Alda de Beselga que ejercerían de anfitriones.
En llegando y aparcando nuestro carruaje, nos encontramos con Freire Timoteo de Gúdar que acababa de llegar y ya estaba casi dispuesto.

Cambiamos nuestros ropajes de viaje por sobrevestas y capas albas adecuadas para la ceremonia y partimos hacia el lugar desde el que iniciaríamos el desfile.

Como quiera que todavía no se había alcanzado la hora fijada y que el calor era sofocante hicimos un alto en la posada para tomar un refrigerio antes de partir definitivamente hacia las afueras de la muralla donde nos esperaban el resto de las encomiendas invitadas.

Formados para el desfile fuimos acompañados por el Senescal de los templarios de Rubielos hasta la sede del Concejo de la Villa donde fuimos recibidos por el Maestre de la Encomienda y por el Alcalde de la Villa.

Cobijados a la fresca del señorial edificio, aguardamos hasta que todos los invitados a la ceremonia hubieron llegado.

Completada la convocatoria se recompuso la comitiva y se comenzó el desfile por las engalanadas calles de la villa. Sorteando puestos del mercado medieval y visitantes llegamos a la plaza de la sombra y de ahí a la puerta principal de la Iglesia de Santa María.

La puerta estaba cerrada y el Maestre dio los tres golpes que debían servir de contraseña para que ese portalón dejará paso al interior del templo.

Los Maestres y Gonfaloneros de las distintas encomiendas aguardaron en el exterior mientras que el resto de la comitiva ocupábamos los lugares reservados en los primeros bancos de la iglesia.

Una vez en nuestra posición pudimos observar la cuidada puesta en escena compuesta por un reclinatorio para siete candidatos con siete capas perfectamente plegadas, detrás un grupo de armas compuesto por un yelmo, un hacha, una maza y una espada, a ambos lados del reclinatorio dos grupos de tres lanzas atadas en trípode con sendos estandartes blanquinegros y escudos a sus pies, una mesa para los cinturones y las limosneras a la izquierda y un soporte para las siete espadas a la derecha, justo delante la mesa del altar con dos grandes velones encendidos, tras ella tres escaños ocupados por el Maestre en el centro el Senescal a su derecha y el capellán a la izquierda. A la derecha de este cuadro un escaño para el Alcalde y otros escaños para los Maestres de las encomiendas y tras ellos un banco para los gonfaloneros y a la izquierda dos escaños más para los notables de la encomienda. En lo más alto del cuadro el Gonfalonero de Rubielos con el estandarte blanco y negro de la Encomienda.

Comienza la ceremonia con la entrada de los siete candidatos desde la sacristía, acompañados por los hermanos de la encomienda son llevados hasta el coro para que manifiesten sus intenciones y su compromiso, contestadas las preguntas de rigor son llevados hasta el reclinatorio donde escuchan las palabras del Senescal que da por iniciado el capítulo.
La ceremonia continua con la entrega a los candidatos de los cinturones de armar, las espadas, las limosneras y la bendición de las cruces que el capellán cuelga en el cuello de los candidatos.
El Maestre toma la palabra y tras unas reflexiones sobre la vida en la encomienda impone la capa blanca con la cruz roja que los identificará como Templarios. Tras esto los candidatos abandonan su posición y concluye la ceremonia con la entrega de un pergamino a cada uno de los Maestres invitados y al Alcalde de la Villa.

Toda la comitiva es convocada en la plaza del sol donde se encuentra ubicada la taberna para aplacar la sed con unas cervezas.

En estas estábamos cuando muchos de los templarios participantes abandonaron el lugar para asistir al pregón, unos en deferencia al pregonero que acababa de oficiar de narrador en la ceremonia y otros en respuesta a la solicitud del Alcalde. Nosotros, que no debíamos nada a nadie, continuamos tertuliando en la taberna.
Curioso fue el momento en que el Maestre de la Encomienda de Alcora se dirigió a nosotros y en el tono jocoso nos dice: "Vosotros ,¿qué? ¿acabáis de llegar de Tierra Santa?". El tiempo nos faltó para hacer referencia a nuestro último viaje a Jerusalén.
Continuamos departiendo con unos y con otros y tomando algunas cervezas más.
Partimos de allí para dar una vuelta por la villa hasta la hora de la cena que estaba prevista media hora antes de completas y aprovechar para repasar nuestras espadas en la herrería .

El tiempo se nos echó encima y pasadas eran ya completas cuando regresábamos a la taberna donde nos esperaba el Maestre anfitrión quien nos instó a ocupar nuestros lugares para poder comenzar a degustar unas migas con huevo frito regadas con jarras de vino o cerveza, antes de comenzar con el segundo fuimos requeridos por el herrero de la villa para ayudarle a guardar los enseres propios de la herrería y allá que fuimos, recogimos todo en el claustro de las hermanas agustinas, momento este que aproveché para adquirir un trozo de membrillo casero y unos almendrados para el postre. A la vuelta ya teníamos sobre la mesa un plato de filetes de lomo con patatas y para concluir un helado de fresa. Degustamos los dulces de las monjas y unos orujos que nos sirvieron para brindar por los presentes y también por los ausentes.
El acto concluyó con la entrega de presentes al Maestre anfitrión y algunas de las personas que habían colaborado en la ceremonia.

La salida desde la taberna debía hacerse en desfile hasta extramuros donde deberíamos acompañar a los actores, bailarinas y jinetes hasta la plaza de la villa.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que los jinetes no iban adecuadamente ataviados para el desfile, rápidamente Freire Alonso propuso a nuestro Maestre la solución y éste ordenó que les prestáramos nuestras capas blancas.

Ahora estaba todo preparado para comenzar la marcha, llegamos a la plaza de la sombra donde comenzaron los bailes y la representación teatral sobre una taberna, una infidelidad y una brujería que continuará al día siguiente.

Terminada nuestra participación en la representación, recorrimos las tabernas de la villa hasta que faltando una hora para la hora prima nos retiramos a nuestros aposentos.

Amanecíamos al día siguiente bastante después de tercias, casi más cerca de sextas y después de ataviarnos fuimos hasta el escenario donde aguardamos los dances de las bailarinas y la representación teatral en la que tomaba parte nuestro hermano de la Civera y que debía concluir con la elección del Justicia y la conclusión del juicio por brujería.

Concluida la obra y tras tomar un refrigerio de despedida retomamos nuestro carruaje y emprendimos viaje de regreso hasta tierras de Teruel.

6 comentarios:

  1. El maestre de la Encomienda de Alcora no quiso hacer gracietas, sino mostraros su admiración por vuestra cuidada indumentaria. Parece ser que no lo consiguió. El maestre de la Encomienda de Alcora, también cedió su capa junto a la vuestra, para revestir a los desaliñados jinetes. "Non nobis Domine, non nobis...

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  2. No pretendía ofender ni importunar al Maestre de Alcora, sino hacer referencia a un episodio que nos pareció curioso por su referencia a Tierra Santa y de lo más oportuno la contestación.
    En ningún momento ha sido nuestra intención desacreditar ese comentario ni mucho menos al Maestre, al que agradecemos sinceramente su observación.

    Respecto al episodio con los jinetes, es cierto que tanto él como otro miembro de su encomienda cedieron sus capas para "vestir" a los caballeros.

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  3. Os estuve viendo en Rubielos y también quiero felicitaros por vuestra indumentaria, ese portaestandarte con la capucha es fantástico pero ese lancero con el turbante es de lo más auténtico, sobretodo con el sol y el calor que hacía.
    Tampoco quiero dejar de destacar vuestra actitud de respeto y saberestar durante toda la ceremonia, actuabáis como participantes en el capítulo templario y no como meros espectadores.
    Enhorabuena

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  4. Felicidades por vuestra puesta en escena.
    Os vi y me quedé gratamente impresionado por vuestra uniformidad tan poco uniforme, se notaba que todos eráis del mismo grupo pero cada uno vestía diferente como seguro que ocurría en la edad media en la que cada uno se ponía lo que tenía a mano pasando de lo que quedaba bien o bonito.

    Me gustaron muchísimo las lanzas que llevaban vuestros lanceros y agradecería que me dijeráis donde puedo adquirirlas.

    Felicidades y gracias

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  5. Muchas gracias por los comentarios y sobretodo por las felicitaciones, intentaremos seguir mejorando.

    Para Roberto R.
    Las lanzas son de fabricación casera concretamente fueron realizadas por el herrero de Rubielos siguiendo modelos originales del siglo XIII prestados por Rubén Sáez (www.rubensaez.com) por tanto, son imposibles de adquirir, tendrás que recurrir a objetos comerciales o conseguir que un herrero te forje las puntas.

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  6. hola me llamo eduardo de zaragoza,quisiera saber si podria pertenecer a su encomienda,seria un honor para mi.me gustaria formar parte de ustedes y formar parte en sus actos.un saludo

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