Podríamos decir que el día del
Noccino empezó el viernes con los preparativos, había que comprar todo lo
necesario para pasar la jornada de la elaboración del vino de nueces, así que
se hicieron varias brigadas y cada una se encargó de un cometido, unos a por
los ingredientes de la comida, otros a por los del vino de nueces y demás
minucias, como cubiertos, platos, etc, y otra, quizá la más importante, a
recolectar las nueces.
A eso de las 19:30 llegábamos a
casa del Freire de la Civera donde al día siguiente tendría lugar el festín,
descargamos los vehículos y como quiera que el grifo de la cerveza, preparado
para la ocasión, no era capaz de suministrar cerveza fresca, empezamos con unos
cubatas y entre los cuatro terminamos con la botella de ron. Era el momento de
marcharnos para que el de la Civera pudiera cortar el césped y dejarlo listo
para el día siguiente.
A las 10 de la mañana, sin
convocatoria oficial, habíamos quedado para empezar el almuerzo. Cuando
faltaban 10 minutos para la hora convenida llegaba a la cita, allí estaban
departiendo el de la Civera, con pañuelo en la cabeza para aliviar el sudor de
los trabajos matinales, y el de Concud, con cigarro en ristre para aliviar la
espera. Llegué con mi bolsa de pepinos en adobo y rápidamente el de la Civera
tomó un cuchillo y llenó un platillo de finísimas lonchas que acompañadas de
cervezas fueron mi desayuno y el suyo. Todavía ahora mientras escribo me saliva
la boca y se me ponen los pelos como escarpias recordando el momento, ¿dónde
han quedado los desayunos de chocolate con churros? ¿o por lo menos café con
leche y magdalenas?. En aquella situación de loas al pepino y caretos de
vinagre estábamos cuando llegó el de Gúdar y al igual que nosotros desayunó
unas rodajitas de pepino y unas cañas. Lo mismo le sucedió al de Vanyón, que
incluso llegó a exclamar “¡Todos los días del año tomo un café, menos hoy!"
Fueron llegando el resto de los
hermanos convocados al evento y quien más quien menos se tomaba una cañita y
algunos valientes una “tapa”, y por fin hicimos algo productivo, colocamos dos
tableros a modo de mesa y una decena de sillas alrededor y el de Toroel y el
del Bearn se dispusieron a freír tajadicas de papada y huevos fritos por
doquier que acompañados por unas barricas de pan de Villastar hicieron las
delicias de todos los allí presentes. En aquellas estábamos cuando oímos el
estridente sonido de una vuvuzela, y tras ella aparece el de Forest con el de
Lezama con dos señoritas y el de Vanyón que había ido a buscarlos hasta el
hotel. Besos, abrazos y saludos a discreción y rápidamente buscaron plato de
huevos y sitio en la mesa. Como los huevos y la papada parecían poco almuerzo
el de Vanyón aportó un bote de conserva que al principio nadie quería y al
final se quedo temblando.
Se acercaban las 12:30 y empezaba
a ser buena hora para desarrollar el trabajo que nos había convocado allí así
que disolución del almuerzo y distribución en las distintas tareas que había
que realizar. Unos se dispusieron a partir nueces, básicamente los hermanos
venidos del norte que desconocían las propiedades tintadoras del jugo de la
nuez e hicieron caso omiso de los consejos de los veteranos, seguro que así
permanecerá en su memoria o por lo menos en sus dedos los recuerdos de este día
durante mucho tiempo; otros se dispusieron a montar la haima para que nos diera
sombra durante el día tan caluroso y soleado que se preveía, otros a organizar
la intendencia para la comida y yo me marché hasta mi casa a buscar la paella
donde más tarde habría que cocinarse el arroz, como dice el refrán “el que no
tiene cabeza, tiene pies”. A mi regreso, ya teníamos las sillas del de Lidón y
cada uno seguía a su tarea, sin descuidar ni por un momento el grifo de la
cerveza ni el plato de pepino.
Cuando las nueces estaban ya
listas, otra brigada se encargó de mezclar todos los ingredientes según
indicaciones del de la Civera en los contenedores adecuados. Hicimos largo de
nueces o corto de vino, así que tuvimos que dejar una garrafa a mitad de
preparar pendiente de que el de Martín comprara el resto de ingredientes,
aunque luego el que bajó a por ellos fuera el de Lienda. Había concluido la
primera fase, la más sencilla, de la elaboración del Noccino 2012.
En determinado momento el de la
Civera y un servidor sacamos de la bañera una docenita de botellas que estaban
a remojo para ser desetiquetadas y dejarlas listas para contener nuestro licor
y servir de excelente presente cuando la encomienda lo considere necesario y
oportuno. Nos liamos el de Lidón y un servidor a quitar tapones y retirar pegatinas
y el de Martín y más tarde Fr. Gerinaldo las remataban con agua y estropajo.
Limpios los vidrios se depositaron sobre los barriles de cerveza hasta que el
de Gúdar se apoyó de manera brusca sobre el grifo de la cerveza y este cayó
sobre las botellas haciendo añicos una de ellas. El proceso nos había originado
dos bajas la referida del de Gúdar y otra que un servidor lanzó desde la barra
como consecuencia de un choque con el berbiquí que me servía para quitar el
tapón.
Mientras todo esto sucedía la brigada
de intendencia había comenzado a manipular los ingredientes de la paella y
comenzaba con el sofrito. Por su parte el de la Celfa colocó su plancha sobre
el césped y tras colocar un botecito vacio de aceitunas para recoger el aceite
comenzó a preparar langostinos y berberechos que acompañarían a las cañas, al
vermouth, al vino blanco y al pepino en vinagre.
Llegaron las 15:30 y la comida
estaba en los platos, los platos en la mesa y los comensales frente a ellos
degustando la exquisita paella que se habían currado el de Toroel y el del
Bearn.
Unos cuantos mantuvimos nuestra
posición en la barra, que como si de un puesto de guardia se tratara no había quedado
ni un instante sola durante toda la mañana, allí sacamos un platito de paella y
ocho tenedores cayeron sobre él dejándolo vacio en pocos instantes, tuvimos que
sacar otro plato que no corrió mejor suerte, un tercero con el mismo resultado
y por fin alguien, con mucho acierto, pensó que sería más rentable poner la
paella en la barra y que allí atacáramos todos. Dicho y hecho, la paella a la
barra y los tenedores al arroz. Fue el popular “no quedó ni un grano de arroz”,
parte por el hambre, parte porque estaba buenísimo y parte porque el de Gúdar
no paraba de arrimar granos desperdigados y de animar a la concurrencia.
Para concluir tartas de limón y
tiramisú y bizcocho de manzana casero elaborado por la beguina del de Perales,
Leonor de Beasant, café, coñac y chupitos variados.
Como consecuencia de la ingente
cantidad de cerveza consumida ya sea por el calor ambiental, por la frescura
del líquido, por la acidez del pepino o por todo junto muchos de los asistentes
al evento, entre los que se cuentan a toda la encomienda del norte, al de
Gúdar, al de Vanyón y a Gerinaldo ocuparon diferentes lugares para reposar los
cuerpos y descansar la vista. Si es cierto que alguno de ellos con intenciones
bien distintas que la de la siesta pero que fueron rápidamente desestimadas
debido a las nueces, o mejor dicho al jugo de las nueces, o mejor dicho aún al
tinte del jugo de las nueces, o mejor dicho todavía a esas manos negras tintadas por el
jugo de las nueces y que no invitaban a nada romántico, así que siesta, bañito y
nada más.
Otros muchos comenzaron a
conformar un círculo con las sillas entorno a la barra y departir sobre los
temas más dispares, y de uno de estos temas salió otro de los eventos que la
encomienda va a celebrar y que aunque todavía falta por ultimar, incluso el
nombre, bien podría llamarse la Destiledfest por aquello de celebrarse en
octubre y de tener como tema principal la elaboración de orujo destilado con un
alambique y que se desarrollará en los posesiones que la encomienda tiene en la
Vega.
Durante toda la tarde el puesto
de guardia de la barra seguía a buen recaudo y los cubatas de ron con cocacola
con su limoncito exprimido y los gin-tonics también con limón no pararon de circular.
Tan es así, que en determinado momento hubo que hacer dos expediciones
paralelas una a la gasolinera a por hielo y otra al supermercado a por limones.
Los más afortunados, además de cubatas, pudieron degustar un mousse de piña que
había elaborado la de Muñoz.
Algunas beguinas emprendieron una
caminata más propia de una penitencia que de un deporte y otros cuatro de
nosotros emprendimos una partida de guiñote que tenía poco de deporte pero
menos de penitencia, y que fue ganada, con gran maestría, por el de Lidón y un
servidor para desgracia del de la Celfa y del del Bearn.
El de Martín agarró su
cabalgadura y se desplazó a su casa a por todos los útiles técnicos que nos
habrían de servir para seguir a nuestra selección española en su partido de
cuartos de final de la Eurocopa contra Francia.
El de la Civera procedió a dar el
penúltimo paso en la elaboración del Noccino 2011 y dejarlo listo para ser
embotellado y degustado en cuanto proceda.
Mientras esperábamos a que llegara
la hora del partido y repuesto el de Gúdar de su siesta, la de Beasant de su
excursión a por limones y haciendo un descanso en los cubatas el de Lienda y un
servidor nos liamos los cuatro a recortar etiquetas con una precisión tal que
ríete tu de los bolilleros de Qalat-Ayub o los relojeros suizos.
Terminada la tarea de las tijeras
nos tomamos unos cubatas con pepino en adobo aderezado con azúcar, por
sugerencia de la de Queribús, y luego con sal por improvisación del de la
Civera.
Sin quererlo se acercaba el
momento del partido y había que preparar la pantalla para que el viento no
hiciera estragos, la antena cogiera señal y el sol reflejara poco, tantos eran los condicionantes que por fin, después
de varias pruebas, encontramos el sitio ideal, el viento no molestó porque
había parado, la imagen se paraba por falta de señal y tuvimos que subirnos por dos veces a
una silla para colocar la antena y al final sujetarla con una brida en lo alto de la haima y el sol
reflejaba a tope y tuvimos que poner, también por dos veces, dos toallas detrás de la pantalla para que
oscurecieran. Todo se dio por bueno cuando apareció el de la Vega al grito de
¡¡España, España!!, con el bombo, dos tapaderas de la de Beselga a modo de platillos, dos
banderas, gorra y camisetas rojas para completar, el cuadro se aderezó con
pinturas rojigualdas en caras y brazos, banderas en la haima y alguna que otra
camiseta roja. Todo ello acompañado de cervezas y/o cubatas y bolsas de frutos
secos como entretenimiento. Cada uno en su silla frente al pantallón y
manteniendo el puesto de guardia frente a la barra las beguinas que gustan poco
del noble arte futbolístico y que mantenían la vigilancia de la cerveza y de
los licores.
El partido pasó como en el resto
de los hogares españoles en los que se junten más de dos, gritos, canciones,
discusiones y alegría, mucha alegría y en nuestro caso no solo por los goles de
España.
Cuando terminó el partido un par
de cubatitas para celebrarlo y enseguida a preparar para cenar. Unos botes de
conserva sobre la barra, unas cervezas, pepino en adobo y unas ensaladas
hicieron las delicias de los que todavía quedábamos por allí.
Rondaban las 23:30 y la de
Beselga nos obsequió con una sesión de fotos de la última fiesta a la que
asistió la encomienda y que se celebró en aquellos dominios. Sin terminar de
ver las fotos dieron las 12 de la noche de San Juan y a la balsa a improvisar
rituales con fuego y con velas, el de la Civera medio metido en la balsa y sin
dejar de salpicar declamó medio conjuro porque no fue capaz de terminarlo, el
de Nafarrorum metido entero en la charca declamó un conjuro entero o eso creo
porque no fui capaz de entender ni una sola palabra, y no porque yo estuviera
lejos y no oyera, ni por efecto de los cubatas sino porque hablaba un lenguaje
extrañísimo más propio de exorcismos que de conjuros.
El día llegaba a su fin y fuimos
capaces de extraer varias conclusiones interesantes, la barra es un referente
importante en la fiesta y es preciso acometer la construcción de una de manera
urgente, el pepino en adobo estaba espectacular y no debo olvidarme de seguir
llevando a otras fiestas, España es la mejor selección de la Eurocopa, 90
litros de cerveza, 8 botellas de ron y 36 litros de cocacola son buena medida
para años venideros, el que quiera algo más que siesta que se traiga buenos
guantes y la elaboración del vino de nueces Noccino 2012 ha sido de nuevo un
éxito, solo nos queda esperar a que macere y que el de la Civera lo corrija
adecuadamente.
Según cuentan el día del Noccino que empezaba el viernes y seguía el sábado no concluyó hasta el domingo cuando varios de los hermanos de la encomienda se vieron obligados a volver a casa del de la Civera para recuperar los objetos perdidos, un coche, un cochecito de niño, algunas sillas, etc, una vez allí dieron cuenta de la cerveza que quedaba, de la conserva, de los pimientos de piquillo y de los frutos secos que no se habían terminado, por fin y pasando las doce y media de la noche del domingo el de la Civera y la de Beselga pudieron por fin cerrar la puerta.
Y es más, cuentan quienes lo vieron, que allá por la tarde del lunes, vagaba por tierras del de La Civera un pobre freire montado sobre un "Opel azul algo gastado", removiendo entre los restos de la fiesta para encontrar los hierros, una gran bolsa-haima, cajas de luces, y algo más de una arroba de frutos de color amarillo, casi tan ácidos como el pepino del desayuno, para proceder a su guardanza, acompañado del Maestre, en el carruaje que la Encomienda tiene ubicado en tierras de éste. Así dicen que finalizó la historia.... por el momento. Comentan las malas lenguas, que este pobre freire se parecía al De La Vega............aunque un poco venido a menos.
Y entonces sí que pudimos dar por finalizada la fiesta.