Se convoca a la celebración del 25 aniversario del mercado medieval de Rubielos de Mora (Teruel) así que marcamos ese fin de semana en rojo en el calendario y comenzamos los preparativos para corresponder como se merece a esta villa que tan bien nos trata siempre y sobre todo a nuestros hermanos templarios de Rubielos que como en años anteriores habían preparado un extenso programa de actos.
- “¿qué pasa que no sabes cómo se llama el gonfalonier?”
-
“Efectivamente no lo
recuerdo, pero pienso subsanar este problema en la primera ocasión que tenga”- “y los demás ¿qué?”
- “ya, es que no recuerdo todos los nombres”
y todos los demás caballeros me dejan sin palabras que puedan expresar todo el agradecimiento que desearía.
-
“¡No jodas que no tienes
palabras!, ¿ya has terminado la crónica?”
- “No tengo palabras
de agradecimiento suficientes para todo lo que hicieron por nosotros y todas
las atenciones y privilegios que nos dispensaron”
- “¡Ah!, vale. Pensaba que
era una excusa para no seguir escribiendo”
Pasados unos minutos de las ocho de
la tarde del viernes arribábamos la de Castroponce y un servidor a los dominios
del de la Civera y la de Beselga
-
“¡Jodo, pasadas las ocho!,
ya está bien para ser un viaje de 40 minutos, ¡huevones!”
-
“Tampoco había
necesidad de llegar antes”
-
“Pero si os perdisteis
hasta el pregón”
-
“Bueno, eso es
cierto, al año que viene intentaremos resolver este pequeño desajuste”
El caso es que cuando llegamos el
de la Civera tenía listo un aparcamiento en una nave próxima en previsión de
que no encontrásemos lugar donde dejar nuestro vehículo. Descargamos nuestros
enseres
-
“¡Enseres!, pero si parecía que os ibais a quedar a vivir”
-
“Podría decirse que
básicamente llevamos lo necesario”
-
“¿Lo necesario?, una
maleta, un bolsón, cuatro trajes medievales y bolsas con comida y bebida, ¿para
día y medio?”
-
“El ajuar medieval
requiere muchos complementos, una mujer requiere muchas posibilidades de
vestuario, y los presentes siempre estar bien vistos donde te acogen”
Lo dicho, descargamos nuestros
enseres y nos dispusimos a marchar hacia la taberna para paliar la sed y
mitigar el asfixiante calor que acompañaba la jornada.En las proximidades del hotel de la Villa nos encontramos con Ricardo, el primo del de La Civera, que estaba tertuliando con una pareja.
-
“Cuéntales quienes eran”
-
“Como voy a hacer
tal cosa, si yo no los conozco”
-
“Ya, pero Ricardo si te
dijo quienes eran”
-
“Correcto, pero no
fue una presentación y si un chismorreo, así que dejaremos el tema hasta una
próxima ocasión, si procede”
-
“Entiendo, no te
interesa seguir con el tema”
El caso es que Ricardo los abandonó
y nos acompañó, no sin antes ofrecernos su casa para tomar un vino y una pata
de cabra. Agradecimos el ofrecimiento pero seguimos nuestro camino. No pudimos
más que llegar hasta el hotel de los Leones porque allí tuvimos que hacer la
primera parada para reponer líquidos.
-
“¿Reponer líquidos?,
¿Dónde los habías perdido?”
-
“Obviamente en el
viaje”
-
“¡Que vienes de Teruel!,
no de la Patagonia”
-
“Bueno, tomamos unas
cañas porque nos apetecía saludar a los amigos”
-
“La tuya sería con
gaseosa, ¡hombretón!”
-
“Efectivamente, caña
con gaseosa”
Terminadas esas cañas, la mía con
gaseosa, continuamos nuestro recorrido con intención de pasar por la herrería
para saludar a los padres de la de Beselga y después continuar con las
relaciones públicas y las cañas en la taberna. Las mujeres prefirieron
prescindir de las cervezas y se marcharon hasta uno de los puestos del
mercadillo medieval a adquirir unos ropajes que ya tenían en mente desde el año
pasado.
-
“Y ¿qué mercaron las
gastadoras?"
-
“Pues, unos
camisones”
-
“¿unos camisones?, ¡vamos
no me jodas!, que pasa que no hay lencerías en la capital”
-
“Si, pero es que
esos camisones harán las veces de sayas en los medievales estivales, y no es
encuentran en cualquier lencería”
Mientras, el de la Civera, su
primo y un servidor cumplimentamos con el trámite de adquirir los tickets en la
garita para canjearlos por consumiciones en la barra. Enseguida Ricardo fue
requerido para solventar los innumerables problemas que tenían los distintos
grifos de cerveza. Porque como la barra de la taberna era explotada por los
jóvenes de la localidad y todos ellos eran voluntarios, tenían poca
experiencia.
-
“Cuéntales el tema que
ocupó buena parte de vuestra conversación”
-
“No procede, es
largo de contar y no creo que los lectores tengan interés en él”
-
“Tampoco esto procede,
pues vaya crónica más poco sustanciosa”
En aquellas estábamos cuando
llegaron el de Lienda y la de Pérez de Azagra, que se incorporaron a la ronda
de cervezas mientras esperábamos a las mujeres que llegaron con un par de
bolsas amarillas con varias prendas de vestir que posteriormente repartirían
entre ellas a su gusto.Tomamos un par de cervecitas más y decidimos visitar el campamento templario para conocer de primera mano los actos en los que deberíamos acompañar a nuestros hermanos de Rubielos.
Como quiera que el de la Civera y la de Beselga tenían que participar en la obra como actor uno y como bailarina la otra se quedaron en la plaza y no vinieron con nosotros.
-
“No será que no querían
que los viéseis actuar y por eso buscaron la excusa para que os marcharais”
-
“Pues no creo, ya
los hemos visto en otras ocasiones"
-
“Y por qué tanto
insistir”
-
“Porque el horario de
la representación hacía que la cena estuviera muy comprometida porque no daba
tiempo antes de la obra y después sería tarde”
-
“Ah ya y por eso os
fuisteis a ver a los templarios para que os invitaran a cenar”
-
“Pues tampoco, ya
que aunque no teníamos reserva en ningún restaurante la primera intención era
saludar, recibir información y marchar de allí”
El caso es que desmontamos la
herrería y nos llegamos al campamento abandonando a los actores en sus
quehaceres con los preparativos y pruebas de sonido. Saludos, abrazos y cervezas fueron la bienvenida dispensada, al poco de estar allí nos empezaron a agasajar con varios platos de jamón y de queso fundido.
-
“El jamón estaba cortado
con hachuela y los platos estaban cubiertos de unas tajadas poco glamurosas”
-
“Hombre, tampoco hay
que exagerar, sí que es cierto que no eran virutas al uso, pero de ahí a decir
que estaban cortadas con hachuela”
-
“La verdad es que no
debía estar muy malo cuando no dejasteis ni un gramo de jamón. Y del queso, ¿qué
me dices?, el mismo del año pasado.”
-
“El queso estaba
espectacular. No me importa en absoluto que repitieran este plato y es más,
espero que el año que viene podamos volver a degustarlo”
No nos dejaron pagar ninguna de
las rondas de las consumiciones y por eso tuvieron que explicarnos su idea de
los Rubus de manera ficticia. La idea es poner en funcionamiento una moneda
acuñada por los caballeros templarios de Rubielos y que tiene un valor de 1 € y
que sirve para pagar en la barra del campamento y en algún otro establecimiento
de la localidad. En determinado momento se acercó a nosotros el Maestre y sin dar opción nos dijo que nos quedábamos a cenar.
-
“Bien, ya habíais
conseguido lo que perseguíais”
-
“Te repito que esa
no era nuestra intención, aunque la autoridad del Maestre no dejaba más
opciones”
-
“Pero no pensarías cenar
en bermuditas y tirantes”
-
“Pues no, por eso
enseguida nos brindamos a irnos a casa y cambiarnos de ropa para estar más
adecuados al local en el que nos encontrábamos y mostrar el respeto debido a
nuestros anfitriones”
-
“No sería que con esas
pintas no os dejaban estar allí”
-
“No le dimos más vueltas,
ni discutimos lo más mínimo, rápidamente fuimos a cambiar nuestros ropajes”
Lo dicho, marchamos del
campamento a casa de los de la Civera y apareció el Maestre Sancho López de
Lienda y la beguina Aldonza Pérez de Azagra y el Mariscal Fr. Galcerán de
Tirwal y la beguina Matilda de Castroponce y nos llegamos de nuevo al
campamento.Cuando llegamos, enseguida nos ubicaron en una de aquellas mesas dispuestas para la cena y nos sirvieron una ensalada de tomate y pepino y un plato por cabeza de patatas fritas con lomo troceado y huevo, para complementar el menú una bandeja de carne asada, que quedó prácticamente intacta y unos platos de queso fundido, que quedaron prácticamente vacios, para postre melón cortado por el senescal de un certero golpe de espada y algo más de fruta.
Estaba llegando a su fin la cena cuando uno de los sargentos se acerca a nuestro grupo y nos pregunta si alguno de nuestros hermanos llegaría al día siguiente desde Teruel, ante nuestra respuesta afirmativa su semblante pasó del desasosiego al alivio, nos comentó la necesidad de pedirle un favor así que rauda como caballo percherón la de Azagra toma el teléfono y contacta con el de Toroel, tras los primeros saludos pasa el teléfono al sargento templario quien solicita el transporte de 2 bolsas de escamas de hielo para los mojitos, 4 sacos de hielo en cubitos para lo demás y recoger los presentes que se habrían de entregar en los actos correspondientes, el de Toroel se brinda a hacer el favor y quedan emplazados para el día siguiente en el lugar que el sargento tenía previsto para ello.
-
“¿2 bolsas de escamas y
4 sacos de cubitos? Era el primer día, y ya no tenían hielo”
-
“A lo mejor ya
tenían previsto bajar a Teruel a por todo ello”
-
“El sargento dijo que
habían hecho corto”
-
“No sabemos cuáles eran sus
planes ni sus provisiones, en cualquier caso poco cuesta echar una mano.”
Resuelto el problema del hielo
disfrutamos de una entretenida sobremesa departiendo con el Mariscal Templario
y degustando un par de mojitos
-
“¿Sobremesa? Pero si no
había ni café”
-
“¿Café? Sería lo
único que faltaba, porque de todo lo demás teníamos por castigo.”
-
“¿Mojitos? Eso no es muy
medieval que digamos ¿no?”
-
“Probablemente no, pero
desde luego resultaban de lo más apetecible por el calor que hacía”
-
“¿Par de Mojitos? ¿Es
literal o es una forma de hablar?”
-
“Literal. Cada uno de
nosotros se empujó dos mojitos de a tercio y porque teníamos una actuación a la
que asistir sino seguimos con alguno más”
Concluida la sobremesa teníamos
que acompañar a nuestros anfitriones hasta el portal del Carmen donde se
iniciaría el desfile de antorchas, así que cada uno de nosotros tomó una y
marchamos a discreción hasta el lugar de la convocatoria.Llegados al portal encendimos nuestras antorchas y fuimos ocupando el lugar en el desfile que nos indicaba el Mariscal, los tambores abrían comitiva y a continuación el Maestre, el Senescal y el Capellán, tras ellos el Mariscal y el resto de los hermanos y al final mi Maestre y yo, cerrando la comitiva sus mujeres y nuestras beguinas.
-
“Pero como puede ser que
el Maestre vaya al final”
-
“Porque no va en calidad de
tal sino como un hermano de una encomienda invitada”
-
“Y esas antorchas. Pero
si tienen menos de un jeme de madera, el resto es hueco, solo tienen cera”
-
“Bueno, hacen su papel, a
lo mejor no duran demasiado pero suficiente para todo el recorrido”
Iniciamos el desfile por las
calles de la villa en dirección a la Iglesia del Hospitalico. Antes de llegar
el de la Civera se incorporó a la comitiva tomando la antorcha del maestre y
flanqueándolo por su izquierda.
-
“Pero no habíamos
quedado que estaba actuando”
-
“La representación había
concluido y tras llegarse a casa a cambiar sus ropajes de señor de Jérica por
sus hábitos templarios se incorporó al desfile”
Al llegar al Hospitalico fuimos
depositando las antorchas en un cubo habilitado para tal fin y entramos, las
mujeres ocupaban los bancos situados a la derecha del altar, los caballeros
templarios de Rubielos ocupaban un banco a la derecha y otro a la izquierda, el
Senescal, que era quien dirigía el acto de elección del nuevo Maestre, se
dirigía al público desde un atril ubicado a la izquierda del altar mientras que
al otro lado tras una mesa registraba lo acontecido el canciller de la
encomienda, frente al altar en un banco destinado a los testigos estábamos el
de la Civera, el de Lienda, un servidor y el candidato a Maestre y de fondo, el
canto de un tenor que participó en varios momentos del acto acompañado del
sonido del órgano.
-
“Dos cosas me llamaron
la atención"
-
“A ver cuáles son”
-
“La primera que el
candidato a Maestre no emite su voto”
-
“Eso solía hacerse porque
se podía elegir a personas ajenas a esa encomienda, que se encontraban lejos y
que estarían en desventaja frente al que estuviera presente”
-
“Bueno, lo entiendo, no
me parece adecuado que uno no se pueda votar a si mismo considerándose el más
válido, pero lo acepto”
-
“Y la segunda”
-
“¿Por qué todos
utilizaban una espectacular pluma de ave para escribir pero ninguno de ellos
mojaba en el tintero?”
-
“Es cierto que la pluma era
espectacular pero debes tener en cuenta que estamos en una representación
teatral y la posibilidad de tener un accidente con la tinta en una iglesia con
ropajes y libros de valor desaconsejan su uso”
Tras la elección del Maestre, éste
pasó a presidir el acto y comenzó la segunda parte, de nuevo uno tras otro los
caballeros fueron saliendo al centro de la iglesia, arrodillándose sobre un
cojín, colocando su mano izquierda sobre la biblia y diciendo su nombre y cargo
fueron jurando lealtad al nuevo Maestre. Todo ello fue registrado y anotado por
el canciller que dio fe del proceso del que nosotros fuimos testigos. Terminado el acto abandonamos la iglesia del Hospitalico y mientras las señoras se dirigían a casa a cambiarse de ropa, los caballeros nos dirigimos al campamento templario.
-
“y ¿no viste la peana?"
-
“¿qué peana?"
-
“La que hizo Manuel
Baselga, el herrero de la encomienda, para el paso de semana santa”
-
“No, no la vi. Es más no sé
ni donde estaba”
-
“Pues detrás de ti.
Menos estar pendiente de si se moja tinta o no y más atención a las obras de
arte”
-
“Bueno tendré que buscar un
momento para visitar la peana”
Una vez en el campamento, nos
tomamos una cerveza y nos despedimos de los caballeros templarios que tras un
largo día se empezaban a retirar a sus aposentos para recuperar fuerzas para la
jornada siguiente. Nosotros decidimos dirigirnos a la taberna, pero una vez allí la verbena había comenzado y su estruendosa música hacia incómoda nuestra estancia, así que decidimos marchar hacia la posada donde su terraza sería mejor lugar para degustar un par de cubatas.
-
“¿Lo del par de cubatas
es literal?”
-
“No, esta vez es una forma
de hablar”
Resulta que una vez allí nos
encontramos con nuestras mujeres que habían regresado con ropas menos
medievales y degustaban sendos combinados. Pedimos unos cubatas y enseguida nos
agasajaron con unas patatas asadas recién sacadas del horno acompañadas de
ajonesa que estaban de rechupete.
-
“Os pusisteis hasta las
trancas de patatas asadas”
-
“A decir verdad, yo
me comí un par”
-
“Y el resto”
-
“Yo creo que todos, menos la de Azagra,
probamos en mayor o menor cantidad”
-
“Ya, pero ¿el de la
Civera?”
-
“Bueno ese sí que
les dio un buen tute”
-
“Claro, ¡como
había actuado!”
-
“Pues sí, no pudo cenar
por la actuación y seguramente las patatas le ayudaron a sobrellevar ese par de
cubatas”
Terminadas las patatas y los
cubatas decidimos regresar hasta la taberna. Cuando llegamos comprobamos que el
ambiente y la música eran bastante más agradables con que pasamos de nuevo por
la casetilla de expedición de tickets y adquirimos los correspondientes para tomar
unas cuantas consumiciones.Acodados en la barra estábamos el de la Civera y un servidor cuando se acerca hasta nosotros Sergio el Mariscal templario de Rubielos y solicita hablarnos en privado, nos separamos de la barra y nos explica una idea que lleva entre manos y a la que nos cursa la correspondiente invitación.
-
“Cuéntalo todo”
-
“Es un tema privado,
no creo que a nadie más le interese”
-
“Ah ¿y lo de las patatas
no es privado?, ¿a alguien le interesa?”
-
“Bueno es un evento
que como Maestre de los Templarios de Castellón está preparando para realizar
en Peñíscola.”
-
“¿Ya está? Ese es todo
el misterio”
-
“Poca información
más tenemos, esperamos recibir más en los próximos días”
Terminada esa conversación y
algunas visitas más a la casetilla de los tickets y pasando de las 5 y media
decidimos retirarnos a nuestros aposentos con la firme voluntad de levantarnos
a las 10 para almorzar.
-
“y ¿qué pasó por la noche?”
-
“Nada, los mojitos
que son muy traicioneros”
A eso de las 9 y media el de
Toroel ya estaba en Rubielos con los encargos hechos, el de Lienda y la de
Azagra ya estaban despiertos y los demás encamados hasta bien cercanas las 11,
que fue cuando la casa se puso en funcionamiento, la de Baselga a la herrería,
el resto desayuno, ducha, y salida hacia el ayuntamiento para participar en el
capítulo templario que tendría lugar a las 12. Ataviados con toda nuestra
impedimenta salimos de casa, atravesando el mercado hasta que nos encontramos
con una amable joven
-
“¡una amable joven
morena que tenía un par de …!”
-
“Ojos, tenía un par
de ojos bien bonitos”
-
“Eso, un par de ojos
bien hermosos”
Y nos dijo que la salida se haría
desde el campamento templario, media vuelta y hacia el campamento. De pronto en
una esquina con encontramos con el pendón de la Villa
-
“¿con quién os
encontrasteis?”
-
“con quien, no, con
qué”
-
“¿no has dicho el
pendón?”
-
“si, el pendón, el
estandarte de la villa de Rubielos”
Pues eso, nos encontramos con una
pareja que portaban el estandarte de la Villa y nos dijeron que la salida era
desde el ayuntamiento, media vuelta y hacia el ayuntamiento. Llegamos al patio
de la casa de la villa, nos despojamos de cascos, crespinas y capas y
esperamos, comenzó a llegar gente, departimos unos momentos con nuestro amigo
Marcos de Alcora, con el alcalde de Teruel y con el de Rubielos, hasta que un
enviado templario nos indicó que la salida se haría desde el portal de San
Antonio, así que nos ataviamos de nuevo y marchamos hasta el lugar indicado.
En extramuros de la Villa se
encontraban todas las encomiendas invitadas y en determinado momento el
Senescal Templario indicó el orden de salida Teruel, Alcora, Alfambra y Val de
Uxó. Comenzamos el desfile hasta el ayuntamiento donde el Maestre Templario de
Rubielos como anfitrión recibía a cada una de las encomiendas que era invitada
al patio del ayuntamiento donde partiría un nuevo desfile que nos llevaría
hasta la iglesia de Santa María.Abrían paso los tambores, tras ellos los templarios de Rubielos y después el resto de la comitiva en el mismo orden que habíamos traído.
-
“¿y no vas a contar lo
del templario de honor?”
-
“sí, pero todavía no
hemos llegado a eso”
-
“y tampoco ¿cómo aparece
en la iglesia?”
-
“Vale, lo cuento”
Al pasar por la herrería se
incorporan en nuestras filas, Manuel Baselga y su esposa Adela, a la sazón
padres de nuestra Beguina Alda de Beselga, quien en compañía de la de
Castroponce escoltan a los invitados. Llegados a la puerta de la iglesia
estandartes y Maestres de las encomiendas esperan fuera de la iglesia mientras
que el resto entramos a ocupar los bancos correspondientes. Entran las mujeres
de Rubielos y tras ellas nosotros, ocupamos el segundo banco a la derecha,
Manuel, Adela y las beguinas ocupan el tercero
-
“cuenta lo del baile de los
bancos”
-
“Eso no tiene
importancia”
-
“¿cómo que no?, la
veteranía es un grado, para que venga un recién llegado y decida que ese banco
está reservado para autoridades”
-
“Eso nos dijeron y
tuvimos que cambiarnos a otro banco lateral porque todos estaban ya ocupados”
-
“Y luego con la llegada
de todos los gonfaloneros, les tuvisteis que dejar el sitio”
-
“Parece que aquel
era el sitio destinado para ellos. Menos mal que al final llegó el Maestre y
nos reubicó en el banco inicial”
-
“¡cómo que es el mismo
que habéis ocupado siempre!”
-
“Ya pero las cosas
pueden cambiar, puede haber otros compromisos”
-
“Al final, las
aguas volvieron a su cauce”
Siguen entrado el resto de las
encomiendas y al final cada uno de los Maestres con sus estandartes que ocupan
un lugar privilegiado en el altar.Como de costumbre el marco para el capítulo era inmejorable, dando la bienvenida un grupo de armas compuesto por yelmo, hacha y espada, presidiendo la mesa del altar, frente a ella cuatro reclinatorios con las capas para los candidatos, detrás tres escaños para el Maestre, el Senescal y el Capellán, a ambos lados dos grupos de tres lanzas atadas en trípode con sendos estandartes blanquinegros y escudos a sus pies, una mesa para los cinturones y las limosneras a la izquierda y un soporte para las espadas de los candidatos a la derecha. En lo más alto de las escaleras el Gonfalonero de Rubielos con el estandarte blanco y negro de la Encomienda y tapando las balaustradas del altar telas blancas y negras y ocho enormes centros de flores en tonos rosas y blancos.
Comienza el capítulo templario en el que se incorporarán a la encomienda cuatro nuevos miembros que saliendo de la sacristía acompañados del Mariscal y del hermano más veterano se dirigen hasta el coro, donde son preguntados por sus intenciones, tras esto se acercan hasta el altar donde son recibidos por los notables de la encomienda que se dirigen a ellos, Mariscal, Senescal, Comendador, Capellán y Maestre, les exponen las características y condiciones del paso que están dando y les colocan, la espada, la limosnera, la cruz y la capa, el Gonfalonier pasa el estandarte por los candidatos para que lo besen. Para finalizar se reúnen todos los caballeros templarios en círculo delante del altar y realizan el juramento de la encomienda.
-
“Ya veo que no piensas
hablar nada de Pilar”
-
“Estoy describiendo
el capítulo, no quería mezclar dos cosas”
-
“Pero es que eso forma
parte del capítulo, y una parte muy importante”
-
“Eso es cierto, el
marco escénico y la voz de Pilar provocan sentimientos muy especiales”
-
“¡buena envidia que te
da!”
La representación es aderezada
por la voz de Pilar de Alcora, que desde un púlpito elevado situado a la
izquierda de la nave principal interpretó varias obras, entre ellas un Ave María
de manera espectacular.
-
“¿y por qué no
aplaudiste?”
-
“Porque nadie lo
hizo”
-
“¿y qué?, ¿no tienes
personalidad suficiente para hacer lo que consideres adecuado?”
-
“Es que no sé si es
adecuado, luego me dijeron que no se aplaudía. Y además el narrador intervenía
demasiado rápido tras los cantos"
-
“por lo menos quedarías
bien y felicitarías a Pilar en persona”
-
“Por supuesto, ella fue la
que me dijo que ahí y en las saetas no se aplaude”
Para concluir, los caballeros de
Rubielos quisieron homenajear a todo el pueblo y en representación suya
decidieron nombrar Templario de Honor a Manuel Baselga, herrero de Rubielos,
para ello lo identificaron entre el público, lo colocaron delante del altar y
lo vistieron con sobrevesta y capa templarias.
Nuestra encomienda decidió volver a casa a dejar impedimenta militar y vestir ropajes civiles más cómodos y apropiados para el momento.
-
“ya, fuisteis a casa y
volvisteis sin parar en ningún sitio”
-
“No, paramos a tomar
unas cañas”
-
“¡Qué raro!”
-
“Hacía muchísimo calor y paramos a tomar unas
cañas en el hotel Los Leones”
Cuando llegamos a casa la de
Azagra nos estaba esperando toda airada porque había recibido noticias de la de
Castroponce diciéndole que la comida estaba en la mesa y que ya estaban
empezando
-
“¡qué estamos en
Rubielos! Que aquí nadie come a la una y media”
-
“Ya pero eran casi
las dos y a lo mejor la gente ya empezaba a sentarse”
-
“En Francia y Alemania
puede, pero aquí, no me lo creo”
El caso es que para acelerar
nuestra llegada tomamos el carruaje descapotable del de la Civera y los cinco
como piojos en costura marchamos hacia la nave.Cuando llegamos el Maestre de Rubielos nos indicó cual era nuestra mesa y allá que fuimos no sin antes pasar por barra para tomar una cerveza y unos vasos de sangría.
-
“¿Vuestra mesa? Pero si
no tiene más que mantel, todas las demás tienen cubiertos, servilletas, vasos y
botellas de vino, y la vuestra nad
-
“La de Castroponce
nos dice que acaban de desmontarla”
-
“Vale y ahora la tenéis
que montar otra vez”
De pie estábamos en torno a
nuestra desierta mesa cuando el Maestre nos ve y nos indica que esa no era, que
nuestra mesa es la de delante.
-
“Vaya torpes que sois”
-
“Bueno, a lo mejor
cada uno se montaba su mesa, tampoco sería nada raro”
-
“Pero, como os iban a hacer eso los de Rubielos”
El caso es que ocupamos nuestro
lugar en la mesa próxima a la presidencia y desde allí nos desplazamos a por
varios vasos de gazpacho fresquito y varios platos de guisado de carne todo
ello acompañado de vino Rubus, cerveza y sangría.
-
“Haría calor en esa nave
con casi 200 comensales”
-
“Pues lo cierto es
que sí”
-
“Y no me digas más, lo
pasasteis a fuerza de sangría”
-
“Bueno, eso y además
nos quitamos las crespinas y gracias a las ligas pudimos remangarnos las calzas
y dejar nuestras piernas al aire”
-
“¡vaya espectáculo!
Durante el transcurso de la
comida varios caballeros templarios, además del Maestre y del sargento
Valeriano se acercaron en numerosas ocasiones para ofrecernos repetir de
cualquier cosa que nos apeteciera.
-
“Hombre, Valeriano venía
porque le habíais resuelto el problema del hielo”
-
“Imagino que no
sería por eso, puede que influyera pero desde luego no podemos tener ninguna
queja de ninguno de ellos”
-
“ya, pero ¿y lo del
hielo?”
-
“Los favores no se hacen para pasar factura de
ellos, ni esperando nada a cambio”
Para concluir, y como viene
siendo habitual en este tipo de encuentros, se procede a la entrega de medallas
y obsequios. Se entregó medalla de los templarios de Rubielos al Alcalde de
Teruel, bastón de mando a los Alcaldes de Teruel y Rubielos y quedó pendiente
al de Alfambra, se entregaron platos de recuerdo a Raquel Esteban, a Pilar de
Alcora, al Capellán, a la dueña del solar donde su ubica el campamento, al
bodeguero del vino Rubus, a las encomiendas de Teruel, Alfambra, Alcora y Val
de Uxó, a los tambores y al ayuntamiento de Rubielos y por su parte la
encomienda de Rubielos recibió un presente desde Alfambra.
-
“Esos platos son los que
trajo el de Toroel, ¿no?”
-
“Efectivamente, esos
son”
-
“Pero si son de la
competencia, ¿cómo os habéis prestado a eso?”
-
“El qué sabía, ha
ido donde le han dicho”
-
“Pero hombre, ¿cómo los
encargan ahí?”
-
“Eso es cosa del
ayuntamiento y cada uno compra donde más le conviene o más le gusta”
-
“Pues son feos ¿eh?”
-
“Bueno para gustos
los colores"
En determinado momento tomó la
palabra Miguel, el Mariscal, y reconoció el trabajo de José el Maestre y Toni
el Senescal desde el inicio de la encomienda hace 10 años hasta el día de hoy,
los llamó a su presencia y les hizo entrega de una medalla a cada uno, tomó la
palabra el Senescal y comenzó a expresar su agradecimiento pero la emoción le
impidió terminar, el Maestre hizo lo propio y le ocurrió algo parecido.
Terminado el acto, nos despedimos
de nuestros amigos de Alcora que debían marchar a otro evento medieval en
tierras de Almansa
-
“Os despedisteis de los
de Alcora y ¿ya está?”
-
“Hombre, no. Ellos
nos convocaron para su evento medieval de finales de noviembre y nosotros para
la partida de Diego de principios de Octubre”
-
“Ya me parecía a mí que solo un
adiós era demasiado frío”
Decidimos acercarnos al Hotel de
Montaña donde tomaríamos un cubata mientras las beguinas se llegaban hasta casa
para descansar un poco la vista. Nos aposentamos bajo una sombrilla en los
jardines del hotel, pero en cuanto desaparecieron las nubes el calor se hacía
insoportable y decidimos pasar al interior del hotel donde el aire
acondicionado hacía más agradable la estancia.
Terminado el cubata decidimos
llegarnos a la posada a tomar otro combinado y tras él algunos más por el
mercado hasta que llegamos al campamento templario donde con un mojito departí
agradablemente con Jorge, el Canciller templario y autor de las obras que se
representan durante el fin de semana medieval.
-
“y ¿de qué hablaste?,
¿no sería de teatro?”
-
“Pues no, hablamos
de manualidades medievales”
-
“Ya, estuviste
sonsacándole trucos para los pergaminos”
-
“Estuvimos
intercambiando ideas y experiencias”
-
“Ah, un profesional como
él y un mindundi como tú ¿intercambiando ideas?”
-
“Pues sí, él me
hablaba de sus dibujos y yo de mis cálamos y materiales”
Allí estábamos tranquilamente
reinvirtiendo nuestros rubus y demás moneda fraccionaria en cervezas cuando el
campamento fue invadido literalmente por la banda de tambores y bombos de la
villa que amenazaron con no parar de tocar hasta que se les invitara a unas
cervezas, rápidamente los templarios de la barra comenzaron a sacar botes y
vasos y entre todos ayudamos a repartirlos con la mayor diligencia.En determinado momento el de la Civera y un servidor solicitamos al Maestre y al Senescal de Rubielos que nos acompañaran a la mesa con la intención de comunicarles una idea para la fiesta medieval de Teruel que se celebrará en febrero.
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“y qué fue eso que era
tan secreto”
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“No era secreto, era
privado”
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“y por eso echasteis a
las mujeres de vuestro lado y no las dejasteis participar en la conversación”
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“No las echamos,
simplemente requeríamos un poco de intimidad para exponer la idea”
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“¿y cuál es esa idea
íntima?”
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“Ahora no puedo
contar más, pero con la aceptación de ellos y las modificaciones que les
propongamos nosotros es fácil que haya que contarlo en otro momento”
Como quiera que el Senescal de la
encomienda precisaba la mesa en la que estábamos sentados nosotros para
preparar su megabocadillo decidimos no molestar e irnos a pasear por el
mercadillo.Cuando la de Beselga nos lo indicó acudimos a recoger todos los bártulos de la herrería y nos acercamos a degustar la cena con que nos iban a obsequiar, de nuevo, los caballeros templarios de Rubielos.
Cuando llegamos al campamento allí estaban nuestros hermanos de Concud y ni que decir tiene que en cuanto el Maestre se apercibió de nuestra presencia nos instó a que pasáramos al interior de la haima y tomáramos una porción del megabocadillo que habían elaborado y que constaba de 7 cañadas de unos 70x40 cm rellenas de jamón y queso untadas con tomate.
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“te pondrías como un
cerdico con el bocata”
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“Pues sí, me comí
dos porciones"
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“¿dos porciones?, ¿y eso
cuánto es?”
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“Pues como a mí la
parte del borde me va poco, cogí del medio y cada porción de esas era un
cuadrado de una cuarta de lado”
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“y cerveza ¿no?,
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“Pues sí, varias de ellas cayeron”
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“Lo que decía, ¡como un
cerdico!”
Tanta cerveza me obligó a visitar
los aseos para desbeber lo ingerido y a mi vuelta me encontré en el campamento
con el hermano del Bearn y familia que degustaban el megabocata. Al final instalamos nuestro botarrón sobre la barra y escanciamos nuestro noccino con el que ligeramente pudimos corresponder a tanta atención.
Cuando terminé con mi cena llegaron hasta mí Jorge, el canciller, y un hermano templario llamado Felipe, que yo no conocía, que me dijo que era de Cartagena y que había conocido la localidad en una viaje anterior y que al enterarse de la fiesta había decidido volver a la villa, estuvimos hablando del temple y demás medievaladas y al final me enseñó en su móvil las fotos de una capilla templaria que estaba construyendo en la parcela de su propiedad allá en Cartagena,
planta octogonal y 3,14m de radio
como no podía ser de otra manera, contrafuertes, piedras con argamasa y
cubierta de madera con teja árabe, suelo ajedrezado en blanco y negro y las
paredes blancas esperando a recibir los frescos que las decorarán. Después de
tal demostración de puesta en práctica de los estudios templarios, decidimos
acercarnos hasta la plaza para presenciar el toro jubillo. El de la Civera y
las beguinas decidieron acudir a casa para cambiarse de ropa y estar más
cómodos en el momento del toro.
La de Beselga pensó donde sería
el mejor lugar para ver el toro.
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“¡como que pensó!, no le
quedo más remedio”
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“Bueno a la vista de
las posibilidades, decidió qué hacer”
El caso es que nos metimos en el
Hotel Los Leones para ver pasar el toro de fuego por la puerta y así ocurrió en
repetidas ocasiones, hasta que pasando de la 1 y media decidimos retirarnos a
dormir a pesar de que el toro todavía no había terminado.Sobre las 9 y media nos despertamos, ya marchaban los de la Civera para montar la herrería así que el maestre y yo nos arreglamos y en un periquete estábamos listos
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“¿el maestre en un
periquete? No me lo puedo creer”
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“Bueno es cierto que
le costó un poquito más de un periquete, pero en seguida pudimos salir de casa”
Marchamos a la herrería y dejamos
a las beguinas terminando de limpiar las uvas y de recoger la casa. Al llegar
dispusimos todo para degustar las típicas migas que los Baselga preparan para
sus familiares y amigos. Rondarían las 11 cuando llegaron las beguinas con las uvas y se empezaron a repartir migas con huevo frito y uvas. Unas ensaladas con tomate y pepino recién cogidos de la huerta y un poco de pepino en adobo completaban el menú. Para concluir un poco de noccino, un poco de prunnelle y a recoger los restos del almuerzo.
En compañía de los de Lienda y del de la Civera hicimos una última visita al mercadillo medieval y tuvimos tiempo de ver terminar el ajusticiamiento del asesino del Maestre Templario en el ayuntamiento de la villa.
A nuestro regreso a la herrería
solicitamos a Manuel Baselga que nos acompañara a la Iglesia del Hospitalico
para ver, por fin, la peana
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“ya no quedaba más día
para visitar la peana”
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“Deseábamos que nos
acompañara el autor para que nos explicara todos los detalles”
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“que excusa más barata,
no estuvisteis con él en todo el fin de semana para pedirle antes que os
acompañara”
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“Teníamos que estar
todos juntos para aprovechar una única visita, y eso si que fue difícil”
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“si claro, tanta cerveza
y tanto cubata no os dejaban tiempo para el arte”
Llegamos a la iglesia del
Hospitalico, Manuel introdujo la llave en la cerradura y la giro hasta tres
veces, entramos en la iglesia, desierta ahora, y que el día anterior había
servido de marco para la elección del Maestre, entonces abarrotada. Entró
Manuel y tomo un enchufe de un foco y lo conectó, con aquella luz nos fue explicando
la obra de arte en forja que teníamos ante nuestros ojos, una peana cuadrada
con las estaciones del vía crucis en tres de sus lados y en el principal la
representación de la última cena. Un trabajo espectacular, con un sinfín de
detalles que seguramente exigirían ver la peana varias veces para darse cuenta
de todos ellos.
Terminada la explicación sobre la
peana, Manuel nos enseño un cuadro de un Ecce Homo que puede verse por delante
y por detrás.
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“No será como el
restaurado de Borja”
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“No, este fue
restaurado en su día a partir de un estandarte y enmarcado para verse por ambos
lados”
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“¿cómo va a verse un cuadro
por delante y por detrás?”
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“Ese era el problema
que no podía colgarse porque entonces no se vería por detrás”
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“pues vaya chapuza de
restauración, sino se puede ver completo”
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“Había que buscar
una solución y esa la dio de nuevo Manuel Baselga, construyendo un pie
giratorio que permite ver el cuadro por delante y por detrás”
También nos contó la historia de
la donación del Cristo del siglo XVII que preside el altar y que ahora
pretendía ser recuperado por la familia de los donantes.Salimos del Hospitalico y nos dirigimos hasta la taberna para despedirnos de los de la Civera y marchar hasta casa para recoger todos nuestros enseres y emprender camino de regreso hasta Teruel
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“Y con semejantes
atenciones, ya habrás marcado en el calendario el fin de semana del año que
viene”
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“Pues a poco que las
cosas se den medio bien no dudes que tengo previsto regresar al año que viene”
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“Siempre que te alojen
los de la Civera y te admitan los templarios de Rubielos”
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“Efectivamente, hay
que hacer las cosas como Dios manda”
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“Y algo tendrá que decir
la de Castroponce”
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“Bueno, si la de
Castroponce no dice nada en contra, si los de la Civera nos alojan, si los
templarios nos admiten y las cosas se dan medio bien al año que viene
regresaremos a este viaje por el medievo”