viernes, 4 de noviembre de 2011

LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ

Se celebraba en Madrid la Gala de Cadena Dial, 20 aniversario “Lo mejor de Aquí y de Allí”, a la que los miembros de nuestra encomienda fuimos invitados. Obviamente no se trata de un evento medieval pero sí podíamos considerarlo actividad cultural o cuando menos culto-festiva, el caso es que nuestro amigo Isidro Montalvo nos comunicó que se celebraba este concierto en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid y que nos reservaba algunas entradas para asistir al mismo.
Comenzaron los preparativos y la remisión de correos y contracorreos confirmando o rechazando las invitaciones hasta que conformamos una buena representación de la encomienda en esa gala.
Ya conocen ustedes nuestra peculiar organización o porque no decirlo nuestra desorganización, así que, para no defraudar a nuestra bien ganada fama una vez concretada la hora de concentración, las 19:00 en el hall del hotel Convención en Madrid, y después de tener los coches completados para viajar a Madrid la cosa se complica y se incrementa el número de vehículos hasta un total de 6. Como no podía ser de otra manera a las 19:00 no estábamos todos, así que decidimos esperar tomando una cerveza en la cafetería del hotel, unos pagaron religiosa y costosamente y otros fuimos obsequiados en recepción con dos consumiciones por gentileza del hotel, terminamos nuestras consumiciones y completamos la expedición cuando pasaban más de 20 minutos de la hora convenida y con nuestro hermano Granados, que era el portador de las entradas, tirándose de los pelos.
Marchamos a pie hasta el Palacio de Deportes que está a apenas un par de manzanas de distancia y en seguida llegamos a la puerta destinada al acceso de entradas premium que era así como se denominaba a la categoría de las nuestras, no sin antes tener que dar la vuelta porque el recorrido que llevábamos no era el adecuado y la calle que debía estar ahí no estaba.
En otro alarde de organización, propio de nuestra encomienda, el número de entradas premium no se correspondía con el número de asistentes, así que los que teníamos entrada entramos y los que no, tuvieron que ir en busca de Isidro para resolver ese pequeño detalle.
Llegamos a la entrada y tras comprobar que el reverso de las invitaciones correspondía con aquel acceso nos colocan una pulserita blanca que ponía Cadena Dial y que te permitía llegar hasta la zona reservada próxima al escenario.






Recorrimos los pasillos del Palacio y llegamos hasta la pista que por faltar apenas 15 minutos para el comienzo del concierto, estaba a rebosar.







Mientras esperábamos el inicio, intentábamos saber qué había sido del resto de la expedición, pero todas las noticias hacían presagiar que se quedaban fuera, ya que las entradas conseguidas no eran de clase Premium y eso les obligaba a permanecer en la zona general del palacio, si el aforo lo permitía. Por fin, recibimos comunicación de que ya estaban todos dentro del recinto, pero los que estábamos en la zona Premium no conseguíamos encontrar al resto, el caso es que siendo las 20:00 comenzó la gala.
Me llamaron la atención unos personajes con una mochila a la espalda y una lucecita en lo alto, a modo de los coches de choque, roja para los “expendedores” de cerveza y azul para los de ron con coca-cola, que pululaban por entre la gente suministrando bebidas, cuando lo comenté con el resto y sobre todo con mi hermano Javier me hizo saber que aquello era habitual en los conciertos, la verdad es que yo no suelo frecuentar mucho estos saraos y de ahí mi desconocimiento, llegué incluso a observar una repartidora de Telepizza que buscaba clientes para su entrega. Hubo un par de incautos que pidieron una cerveza y pagaron 7 euros por la consumición.
Uno que no es muy experto en música, quiero decir que no es un gran conocedor, bueno que sabe más bien poco, bueno realmente que es un ignorante integral en lo referente a canciones y cantantes mal puede hacer una crónica de lo sucedido allí y además si tenemos en cuenta que uno es de ciencias y que como dice mi hermano Granados más fotos y menos texto, me conformaré con poner unas cuantas fotos de los artistas allí convocados, para más detalles quedan los lectores remitidos a mi hermano Javier que les suministrará cumplida información de procedencias, canciones, éxitos y discografía general de los artistas.

Comenzó Beatriz Luengo






Siguio Kiko Gaviño






Por fin apareció nuestro hermano Alberto, y resultó que no habían accedido con entrada Premium sino con entrada VIP, una pulserita plateada en la que se leía Ron Legendario que era el patrocinador del evento y nos comunica que están todos en una sala restringida pero que no se ve nada del escenario. Comienzan a ir y venir desde aquella sala en la que había barra libre de Ron Legendario, canapés y gominolas, más cubatas y más cubatas. Mención especial debe hacerse de nuestro hermano Valentín que como buen proveedor nos hizo llegar un número ingente de vasos adecuadamente rellenos de ron y coca-cola.

De nuevo otra canción, en este caso de Presuntos implicados






David DeMaria







Melocos






Andy y Lucas






Ha Ash






Hugo Salazar






Empiezan a llegar todos los de las entradas VIP y el hermano Pepe quitándose su pulsera me dice que me la ponga y vaya para la sala VIP, allá que llego acompañado de Eugenio y siguiendo sus consejos saludamos a todo el personal de seguridad que vamos encontrando por el camino, estamos un ratito en la sala degustando aquellos canapés y unos cuantos cubatas mientras van llegando más pulseras plateadas arrastrando tras de sí a personajes que no correspondían con sus dueños originales. Estamos un rato y decidimos volver a la pista no sin antes aprovisionarnos de varios cubatas por barba para suministrar a los que habían quedado abajo.

Mientras tanto en el escenario había actuado Carlos Baute






India Martinez






Y Antonio Orozco






Hacemos el relevo de las pulseritas plateadas y otros pocos suben a “conocer” la sala vip, a su regreso vuelven de nuevo aprovisionados de líquidos para mitigar el calor.

Manuel Carrasco






La Oreja de Van Gogh






Vuelvo a coger el testigo de la pulserita y de nuevo para arriba sin olvidar de saludar a todo el personal de seguridad que encontrábamos a nuestro paso, la naturalidad es la mejor manera de pasar desapercibido.

Sergio Dalma






Pastora Soler






Chenoa






Pablo Alborán






Como la gala daba a su fin nos reunimos todos en la pista para no perdernos a la salida. Termina el concierto con

David Bustamante.






Al finalizar nos llegamos todos a la sala vip y como habíamos entrado y salido tantos y tantas veces nos adentramos en la misma, saludando a diestro y siniestro,






para tomar unos cuantos cubatas de Ron Legendario hasta que el responsable de seguridad nos comunicó que el Palacio iba a cerrar y que debíamos marcharnos, no sé si esa era la verdadera razón o que el representante de Legendario había dado noticias de la quiebra de la empresa, el caso es que salimos de allí no sin antes recoger un librito con muchas fotos y poco texto, como gusta a nuestro hermano Alberto y con una botellita de elixir Legendario, como gusta a nuestro hermano Eugenio. Ya en la calle y como los canapés nos habían sabido a poco decidimos intentar tomar algo para cenar y rebajar un poquito el ron, llegamos a un local y al ver la cantidad de gente y sobretodo el aspecto de algunos nos indicaron que estaba cerrado y que no podíamos entrar, cruzamos de acera y nos metimos en una cervecería donde nos apoderamos de parte de la barra,









de algunas mesas del local y de parte de la terraza y allí nos tomamos unas cervezas, acompañados de un par de holandeses, unas patatas bravas para empapar y unas raciones de fritos variados, el día llegaba a su fin y decidimos rematar en una discoteca próxima, al llegar nos comunican que el precio de la entrada eran 12 euros para caballeros y 10 para las señoras, además el armario ropero de la entrada me comunica que con zapatillas de deporte no puedo entrar, ¡¡¡¡zapatillas, yo!!!!, ¡vamos hombre no me jodas!, tengo que demostrar que aquello que visten mis pies no son zapatillas y una vez convencido decidimos no entrar y marchar a la discoteca del hotel, cuando llegamos allí empezamos a abandonar la expedición mientras algunos degustaban la última copa en la cafetería del hotel.

A la mañana siguiente, hubo algunos que marcharon con Granados a la sede de la Cadena Ser y allí visitaron el estudio de 40 principales y su locutor Toni Aguilar y también el de M80. Otras visitaron las zapaterías de Chueca y otros nos dedicamos a pulular por los subterráneos del metro hasta llegar a la Puerta del Sol, y desde allí por la Calle Mayor hasta el Mercado de San Miguel y un poquito pasadas las 12 de la mañana llegábamos a la Plaza Mayor donde una gran carpa alojaba la feria del Jamón Ibérico de Bellota,






y donde había comenzado el programa “A vivir Madrid” nuestro hermano Alberto, entramos, lo saludamos y debido al calor que hacía en la carpa decidimos salir y tomarnos unas cervezas en una de las numerosas terrazas que decoran la plaza.









Cuando terminamos y previendo que era buena hora para reunir la expedición antes de partir hacia el restaurante, nos acercamos hasta la entrada a la carpa donde una fila de no menos de treinta metros aguardaba a que el de seguridad les concediera paso. Llamo a Eugenio y me contesta Pepe diciéndome que sale a buscarnos, no me da tiempo de comentarle la cola que había y que esperábamos fuera cuando le veo aparecer con dos acreditaciones de prensa, entramos hasta la sala vip y le devolvemos las acreditaciones para que vaya a buscar al hermano José Luis y señora que aguardaban fuera. Ya estábamos dentro, unos con acreditación de prensa y otros con pulserita VIP negra. Comenzamos a degustar cervezas y platos de jamón y me presentaron a los integrantes del grupo Despistaos, que vamos se llamaran así pero no se les escapa ni una, no dejaron pasar ni un plato de jamón ni una botella de vino de Emilio Moro con que eran obsequiados por los camareros y que ellos compartían amablemente con nosotros. Charlamos bastante rato con ellos acompañados de platos y platos de jamón y copas y copas de vino, hasta que alguien se dirigió a Alberto y enseguida este nos dijo que deberíamos salir porque no íbamos a llegar a comer.
Salimos de la carpa cuando llegaba Isidro que se quedó allí tomando una cerveza mientras el resto buscábamos taxi para llegar al Restaurante La Hoja.









Al llegar nos esperaban Eric y Silvia, Antonio y Sofía, Manolo y Marisa y Carlos y Mª José, comenzamos a ocupar la gran mesa que teníamos reservada hasta que la completamos con Alberto y Sonia, Isidro y por último Ramón que llegó por la puerta trasera. Amalia excusó su asistencia porque había perdido el tren pero comunicó que intentaría llegar antes de que termináramos.
Comenzamos la comida con unos entrantes de cabrales con membrillo, pulpo con patatas, croquetas de pescado y huevos rotos, la cosa no estaba mal, como plato fuerte empezaron a sacar perolas con fabes con almejas, pote gallego y fabada asturiana y después de varios platos de cada uno de ellos pasamos a los postres, arroz con leche, leche frita y pastel de manzana. Para rematar cafés y unos chupitos. En aquellas estábamos cuando llegó Amalia, comenzó la ronda de saludos y para cuando terminó comenzó la de despedidas porque algunos de nosotros abandonamos la reunión para emprender camino de regreso a Teruel, otros aguantaron un poco más acompañados de algún que otro gin-tonic.

Llegamos sin novedad a casa y dimos por concluido el viaje que podíamos haberlo titulado como “EL BAILE DE LA PULSERA”, “PULSERITA POR AQUÍ, PULSERITA POR ALLA” o simplemente “LITROS DE ALCOHOL”, pero he pensado que era más apropiado titularlo “LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ”, algunos habrán pensado al leer el título de la crónica que era un error y que lo que realmente quería decir era “Lo mejor de aquí y de allí” por la relación con la Gala de Cadena Dial pero ya he dicho antes que mis conocimientos musicales son muy escasitos, por no decir nulos y por tanto no puedo juzgar si la música y los cantantes de la gala son lo mejor de uno y otro lado del charco. Pero de beber y comer si entiendo algo más y así, y por orden cronológico, LO MEJOR DE ALLÍ Y DE AQUÍ son el Ron Legendario y el jamón Ibérico de Bellota,






o por lo menos eso dicen, y yo que soy más de whisky y de jamón serrano de Teruel estuve a punto de ser abducido porque no paraban de suministrarme vasos, vasos y vasos del primero y platos, platos y platos del segundo para intentar convencerme. Pero he de comunicar que sigo en mis trece, y que no obstante puedo seguir dando oportunidades, en las mismas condiciones, para ser convencido.

jueves, 6 de octubre de 2011

LA PARTIDA DE DIEGO 2011

Según un dicho popular “De una boda sale otra”, o mejor dicho “de una boda sale otra fiesta” pues esto es lo que realmente ocurrió en Febrero de 2011 donde tras aquellas Bodas de Isabel de Segura surgió esta otra fiesta medieval que a partir de ahora se dará a conocer como “La partida de Diego”. Según contaba la organización se constituiría un campamento militar en el que nuestra encomienda podría tener su sitio, como consecuencia de ello convocamos una reunión para debatir si considerábamos adecuado acompañar a Diego en su partida hacia tierras castellanas donde combatiría contra el infiel y en su caso cual sería nuestra implicación en el campamento.

Todos los lectores de las crónicas de la encomienda son bien conocedores de la organización tan particular que acompaña a nuestros eventos y así después de haber decidido participar en la fiesta medieval y de optar por instalar nuestra haima en el parque de los fueros, que era el lugar elegido para ubicar el campamento, solicitamos el pronunciamiento de los hermanos para la asistencia a las comidas y así que el hermano cocinero pudiera hacer sus previsiones de manera más a menos acertada -El que fue cocinero antes que fraile, lo que pasa en la cocina bien lo sabe-. Siguiendo nuestra costumbre la evolución de inscritos fue como sigue, el mensaje inicial se envió el día 22 de septiembre, el 23 había ocho inscritos, el 26 éramos catorce, el 27 diecinueve, el 28 veintiuno, el 29 veinte y el 30 veintidós, teniendo en cuenta que la fiesta comenzaba ese mismo día 30, ¡no estaba del todo mal!

El jueves quedamos a cargar los bártulos que necesitaremos en el campamento -Más vale cargar la carga que arrear la mula-, allí nos encontramos el freire de Concud que conducía la gran carreta, el freire de Lienda, el de Bezas, el de Danluma y un servidor,

El viernes a montar la haima y toda su impedimenta, mis ocupaciones no me permitieron asistir a esta actividad y como “Imaginación hace cuerpo de lo que es visión”, no daré fe de lo que no he vivido y dejaremos este episodio sin relatar, el caso es que el resultado fue satisfactorio.
Desde el campamento hubo un traslado general hasta el centro para ver cómo eran convocadas las gentes de Teruel a la cruzada según los edictos de Inocencio III y Pedro II de Aragón -Para el que no tiene capa, tan bueno es el Rey como el Papa-, y tras eso, reunión en la haima para echar un bocado. En llegando a la haima el Freire de Martín había conseguido llevar la luz al interior y por si aquello no fuera suficiente fuera ardía una hoguera bastante aparente, que aunque realmente el frío no era intenso un arrimón al fuego se agradecía -La hoguera no se doblega, si más leña se le agrega-.
Dimos cuenta del queso que teníamos preparado para todo el fin de semana así como de medio jamón -Jamón empezado, pronto mediado; jamón mediado, pronto acabado- y varios botes de tomate triturado para restregar en el pan, todo ello regado de vino traído de tierras de las vascongadas por nuestro hermano el freire de Pernía -Con buen queso y mejor vino, más corto se hace el camino-.

Fuimos convocados al día siguiente en torno a las 10 de la mañana para comenzar con un almuerzo a base de huevos fritos y conserva, a la hora citada no había nadie salvo el freire de Toroel y el de Lienda, -No por mucho madrugar amanece más temprano- decidieron esperar hasta que hubiera más afluencia. Cuando hubimos llegado el de Perales y un servidor decidimos comenzar a descargar la carreta antes de empezar con placeres más mundanos, en esas estábamos cuando fui interceptado por un personaje que me tuvo casi una hora agarrado al trípode del caldero mientras me explicaba su intención de pertenecer a nuestra encomienda por motivos que no vienen al caso -A muy hablador, discreto oidor- y mientras mis hermanos pasaban y repasaban a nuestro lado con bultos o sin ellos hasta que descargaron por completo la carreta de las pertenencias. Cuando me hube librado de aquel personaje me acerqué a la haima y como “pan con sudor sabe mejor” por fin pudimos comenzar con el almuerzo que dada la hora en la que nos encontrábamos ya no pudo ser de huevos fritos y tuvimos que conformarnos con algo de conserva fría y bocatillas de jamón.

Terminada la preparación de los útiles en las haimas tocaba comenzar con las tareas propias del campamento, y así unos cuantos comenzaron con el remiendo de cotas de malla, otros intentaron continuar con la elaboración de escudos, -Comer sin trabajar, no se debe tolerar- y un servidor acompañado por el Freire de la Civera nos liamos a pelar patatas –La obligación es primero que la devoción- que serían la base de una comida venida de tierras del norte y a la que llaman marmitako, 12 kg de patatas peladas y adecuadamente troceadas acompañarían al pimiento verde, a la cebolla y a los pimientos choriceros en la marmita que adornaba la entrada de nuestra haima. Terminada la labor de las patatas marché con el de la Civera y con el de Lienda a la pulpería a tomar unas cervezas, y quien nos mandaría no hacer caso al dicho “Nadie compra una vaca teniendo la leche gratis”, bien caras las pagamos en la taberna cuando las teníamos gratis en la haima.



No hubo muchos visitantes que pasaran de largo ante aquel espectáculo de fuego y caldero la mayoría preguntaba por el menú, algunos jocosamente preguntaban la hora a la que tenían que acudir para comer e incluso alguno preguntó si faltaba mucho para el chocolate -¿Chocolate con tomate? ¡Qué disparate!-.

Después de bastante rato de cocción acompañado de cervezas y vinos, de muchos cates a la marmita, y sus correspondientes correcciones de sal, -Comida sin vino, ni olla sin sal, no es manjar-, el cocinero decidió que aquellas patatas estaban listas y que era momento de añadir los 8 kilos de bonito apropiadamente troceado en forma de dados.

La comida estaba prevista para 20 adultos y 7 niños, pero haciendo gala de nuestra hospitalidad invitamos a nuestra mesa a 5 miembros de la cofradía de los santos médicos -Gente de trato llano, esa es de mi agrado- que después de haber sanado a los valientes guerreros que se alistaban para la batalla, regresaban a sus hogares y decidieron hacer un alto en su camino para refrescarse con nuestro vino, sacaron el embutido y las gambas que portaban en sus alforjas y al igual que el marmitako fue compartido entre todos los comensales. Fruta para concluir y un exquisito bizcocho de manzana -A nadie le amarga un dulce, aunque tenga otro en la boca-, elaborado por la Beguina Leonor de Beasant dieron por terminada la comida de este día tan …, tan…, tan ocioso ya que todas las tareas empezadas fueron rápidamente abandonadas.

Recogida la mesa nos desplazamos hasta una taberna próxima donde degustar un café, un refresco e incluso un licor o un cubata, allí estábamos departiendo cuando llegaron los caballeros de Urrea que pasaban camino del campamento, quedamos en vernos más tarde pero aquello sucedió mucho antes de lo previsto porque en cuanto llegaron al campamento comprobaron que no había nadie, o por lo menos nadie despierto y decidieron volver, se sentaron en la misma terraza que estábamos nosotros y comenzamos una agradable tertulia en la que recordamos eventos pasados en tierras de Rubielos o de Teruel y sobretodo eventos futuros en tierras de Alcora, nos invitaron a compartir con ellos el inicio de los eventos medievales en su tierra -Muchos son los invitados, y pocos los aceptados- y quedamos a la espera de recibir información sobre esta cita.



La tertulia era agradable pero debíamos irnos a prepararnos para recibir a su majestad el Rey Pedro II de Aragón y acompañarlo hasta la plaza del seminario. Los de Urrea marcharon hasta su hotel para pertrecharse adecuadamente y nosotros hicimos lo propio en nuestro campamento. Llegó el lugarteniente del Rey y su escudero pero su alteza no aparecía. Por fin, llegó y nos explicó el recorrido definitivo del desfile, montamos la comitiva junto con todos los caballeros reunidos en el campamento militar y emprendimos marcha, al cruzar el viaducto se incorporaron a la comitiva un amplio grupo de tropas ultramontanas que deseaban acompañar a D. Pedro II.







Durante el recorrido solicité al rey la posibilidad de entregarle un pergamino con la puesta a su disposición de las tropas templarias y hospitalarias ya que no estaríamos incluidos en ningún listado de los escribanos que registraba la participación, ya que como orden militar con voto de obediencia, -Donde manda patrón, no manda marinero-, no tenía sentido el alistamiento porque el Maestre decide y el resto obedece, orden militar con voto de pobreza la encomienda nos provee de todo más de nada somos dueños y por tanto no tenemos nada que dejar en testamento y como monjes guerreros es de esperar que no tengamos necesidad de un confesor ajeno a la orden.
El Rey me indica que no habrá problema -A lo que el Rey manda y Dios ofrece, hay que hacerse-, pero que debería comentarlo con la regidora de la escena. Durante el desfile me pongo en contacto con la encargada de tiempos y le comento la posibilidad de participar en la escena, ella por su parte habla con la regidora y me dicen que debo salir del desfile y acudir de inmediato a la mesa de sonido a colocarme el micro para poder dirigirme a su majestad y que se me oiga en la plaza, así que en llegando al ayuntamiento salgo a la carrera con el escudo a la espalda, el casco ceñido, el pergamino dentro de la sobrevesta, la espada al cinto y la lanza en ristre y consigo llegar a la mesa de sonido, donde me comunican que debo despojarme del casco, del almófar y de la crespina para colocarme el micro, rápidamente obedezco órdenes, me lo coloco y me reintegro al desfile cuando la cabeza del mismo entraba en la plaza. El Rey sube al escenario y se dirige al Tenente de la Villa, al juez de Teruel y al resto de ciudadanos, y cuando llega mi momento me adelanto



y pongo en conocimiento del monarca lo siguiente

Freire Sancho López de Lienda, Maestre de la Encomienda Templaria y Hospilaria de Teruel, en la gozosa ocasión del llamamiento a la cruzada convocada por el Papa Inocencio III y por su majestad D. Pedro II, para renovar la vocación permanente por la búsqueda de la verdad, la atención de los saberes y la lucha contra el infiel, hace saber que se pone a disposición de Dios Nuestro Señor y de su majestad el Rey de Aragón, caballeros templarios procedentes de Gúdar, Mora, Rubielos, y la Celfa y caballeros hospitalarios de Turrimatmurah, Tirwal, Çaragoça, y Martín, perfectamente pertrechados para la batalla y acompañados todos ellos de sus correspondientes cabalgaduras y escuderos

De todo ello se da fe el día de San Remigio de MCCXII en la inmortal ciudad de Teruel,
el senescal.

Fr. Galzeran de Tirwal


Termina la escena y el Rey emprende camino de regreso hacia el campamento militar de extramuros pero antes de llegar, las tropas decidimos detenernos en las tabernas de la villa para reponer fuerzas y sobretodo los líquidos perdidos por efecto de la buena temperatura de la noche pero sobretodo de los ropajes de combate que portamos, terminadas las cervezas -El buen bebedor bien sabe, cuánta cerveza le cabe- y siempre acompañados de nuestro grupo de timbales comenzamos el camino de regreso hasta nuestra haima donde degustamos una sabrosa sopa -Buen vino y sopas hervidas, le alargan al viejo la vida-, algunas piezas de conserva y jamón.

Concluida la cena y mientras estábamos en torno de la lumbre llegaron nuestros amigos de Alcora, los caballeros de Urrea y las damas de Alcalatén, estuvimos departiendo del desfile y nos mostraron su malestar por la desorganización del mismo y la falta de consideración hacia los nobles de Aragón que acompañarían al Rey D. Pedro, no hubo discusión acerca de este tema porque no podíamos estar más de acuerdo con ese sentir, seguimos dialogando sobre otros muchos temas y en concreto del sablazo que les pegaron en la pulpería del mercado medieval que se encontraba en las proximidades del campamento -Gran rico hacen los dineros, y gran señor su desprecio-, al oír el relato, el Freire de Martín reclama mi atención y me pregunta que cuantos miembros componen la expedición de los de Alcora, le respondo que 18 y comenzamos con las gestiones de trabajo subterráneo, preguntamos al freire cocinero si podemos asumir ese incremento de comensales para las lentejas medievales del día siguiente -Lentejas, que si quieres las comes y si no las dejas-, se empiezan a debatir posibilidades, si añadir más patata, si incluir arroz, si intentar localizar algún comercio abierto el domingo donde encontrar un par de kilos de lentejas o si rebuscar en las alacenas de las casas de los hermanos hasta dar con ese par de kilos, esa parece ser la solución y así puesto al habla con el hermano cocinero le vuelvo a preguntar si será capaz de resolver aquel pequeño problema de casi doblar las raciones, su respuesta fue afirmativa, no esperaba menos de él y del resto de los hermanos que rápidamente se brindaron a solucionar aquel ligero inconveniente -Para amigo, cualquiera; para enemigo, quien quiera-.

Creo que los de Urrea no percibieron todo aquel tejemaneje de idas y venidas de hermanos y de beguinas hasta que por fin, dirigiéndome a ellos les invite a que nos acompañaran al día siguiente en la comida que tendría lugar después del desfile. Ellos accedieron gustosos a acompañarnos –Gato escaldado, del agua fría huye- y continuamos departiendo degustando nuestro Noccino hasta que la noche se nos echó encima y como “una retirada a tiempo es una victoria” decidimos cerrar el campamento y marcharnos a descansar hasta el día siguiente, mientras que los de Alcora optaban por dar una vuelta por la villa.

Amaneció el domingo con una niebla cerrada y emprendí camino hasta el campamento, a mi llegada, encontré la haima cerrada y todo guardado en su interior, -uno y ninguno suman uno- pero como “más vale solo que mal acompañado” en mi soledad comencé a disponer todo para cuando llegaran mis hermanos y así coloqué el trípode alrededor del fuego, encendí la lumbre con las brasas que quedaban de la noche anterior, instalé el armero para las lanzas y estandartes y enseguida llegó el hermano de la Vega que el día anterior no había podido acompañarnos y que por eso acudía con ganas -A buenas ganas, huelgan las salsas-, emprendimos una botella de vino y unos trozos de pan con conserva mientras fueron llegando el resto de los freires. Al olor del fuego, o la vista del almuerzo fueron llegando caballeros del campamento y los caballeros de Urrea y sus damas que fueron adecuadamente agasajados con pequeños bocadillos de pan con longaniza y costilla en conserva, hasta que llegó el momento de montar el desfile que debía llegarse hasta la plaza del seminario para recoger al Rey y emprender camino hacia la batalla. Se colocaron los estandartes del temple y del hospital en cabeza del desfile, tras ellos nuestros timbales que marcaban el ritmo de la marcha y tras ellos el resto de las tropas y emprendimos camino hasta la plaza del seminario, llegados a ella, la atravesamos pasando entre la gente que esperaba a que el Rey nombrara caballeros a los vecinos de la villa de Teruel que no tenían esa condición, entre ellos a Diego de Marcilla y como “En octubre de la sombra huye, pero si sales al sol, cuida de la insolación” esperamos unos a la sombra del Seminario y otros al sol a que su majestad D. Pedro II de Aragón decidiera comenzar el camino hacia la batalla.



Acompañamos al Rey por las calles de la villa despidiéndonos de ella y de los habitantes que se quedaban y al llegar a la catedral de Santa María de Mediavilla, el monarca se detuvo a orar y lo propio hicimos el resto de las tropas, el Rey mando rodilla en tierra y tras la bendición del obispo entonamos el Pater Noster de despedida.
Reemprendida la marcha pasamos bajo la torre de San Martín



y abandonamos la villa de Teruel por el Portal de Daroca y la cuesta de la Andaquilla, esta era la verdadera imagen de esta nueva fiesta La Partida de Diego, Diego bajando por la cuesta de la Andaquilla acompañando al Rey y todas sus tropas y la ciudad a la espalda.



Rotas las filas era el momento del retornar al campamento, no sin antes parar en una taberna y degustar algunas cervezas para reponer. Llegados a la haima las lentejas empezaban a adquirir un aspecto inmejorable así que ligeros momentos de cerveza y vino y cuando hubieron llegado nuestros amigos de Alcora, comenzamos con el reparto de la comida. Donde estaba previsto que comiéramos 22 adultos y 7 niños, teníamos que añadir a los de la Vega, al freire de Vanyón, al maestro trebuchetario y su dama que se incorporaron y a los 18 amigos de Alcora.



El freire cocinero, como buen vasco, había dejado el pabellón bien alto, comimos todos, la mayoría repitió e incluso algunos, bastantes, dimos cuenta de tres platos de lentejas -De hambre a nadie vi morir, de mucho comer, cien mil- e incluso sobró alguna ración para el día siguiente, de nuevo la Beguina Leonor nos deleitó con dos bizcochos de manzana que acompañaron al café y al vino de nueces.

Los caballeros de Urrea y las Damas de Alcalatén nos explicaron detalladamente sus planes para llevar a cabo un evento medieval en Alcora en las primeras calendas del mes de Diciembre y no dejaron de insistir en que cuentan con nosotros para que les acompañemos en ese evento, de nuevo “de una boda sale otra”. Nos despedimos de ellos con la promesa de que probablemente haya representación turolense en Alcora y también la promesa de que hasta el día de antes no le confirmaremos cuantos formaremos esa representación -Lentitud en prometer, seguridad en cumplir-.

Llegada la media tarde comenzamos a recoger todos nuestros bártulos pero alguien decidió que era preferible tomar un refrigerio antes de comenzar a desmontar y eso hicimos en una terraza próxima -Para saber mandar es preciso saber obedecer-, hasta que concluidas las consumiciones y con las fuerzas repuestas decidimos comenzar a desmantelar el campamento, rápidamente estaba la haima en el suelo, las telas en el saco y las mesas y bancos en la carreta, todo recogido y de nuevo a descargar los enseres, allí nos encontramos el Freire de Vanyón, el de Toroel, el de Martín, que llevaba la carreta, el de Lienda, el de la Vega, el de Danluma y yo mismo y en un periquete estaba todo colocado en su sitio, presto y dispuesto para la próxima ocasión.
El de Martín y el de Vanyón marcharon a devolver la carreta y el de la Vega y el de Lienda se fueron a terminar de almacenar el resto de los cachivaches.
Y así dimos por concluida la Partida de Diego a tierras castellanas para hacer la fortuna que le permitiera volver a Teruel después de cinco años y casarse con su amada Isabel de Segura

jueves, 1 de septiembre de 2011

RUBIELOS DE MORA (TERUEL) 2011

Et llegó el día.

Los nuestros fermanos templarios de l’encomienda de Rubielos de Mora, hubieron tenido a bien corresponder a la hospitalidad qui les fue brindada por nos allá por el mes de febrero de 1217 en la nuestra haima de la plaça de las monjas de Teruel et pa’ello fizieronnos llegar misiva con la noticia de que contaban con nos en la celebración de su capítulo d’ingreso de nuevos miembros. Sabíamos la localidad, Rubielos, el lugar, l’iglesia de Santa María, la hora, sextas, el mes, agosto, pero no el anyo, asín que iniciamos los preparativos pa’rribar desde nuestro Teruel de 1217 hasta aquel tiempo en Rubielos, cualquiera que aqueste fuere.

Vuesas mercedes, que siguen habitualmente los escritos d’aqueste humilde cronista, son conozedores de que l’organiçazión en la nuestra encomienda no es precisamente uno de los puntos fuertes, asín que faziendo honor a aquesta cualidad, mandamos una primera comunicazión d’asistencia compuesta por quinze miembros entre templarios et beguinas, zierto es que por aquel entonces, aquese no era más qui un número producto de l’experiencia más que de la muestra de voluntades de los freires, pero como quiera que la participación de los miembros de l’encomienda en los viajes preparados es inversamente proporcional a la distancia en kilómetros, yo pensé qui si pa’viajar a Jerusalem (Israel) 3380 km fuimos 34, pa’ir a Santa María da Feira (Portugal) 800 km fuimos 22, a Castres (Francia) 600 km fuimos 20, pa Rubielos que está a 55 km no podíamos pasar de 15, los peores augurios fizieronse realidad, a medida que azercábase la fecha, empeçamos a recibir mensajes, “nosotros, ese fin de semana estamos de vacaciones fuera de Teruel”, “sintiéndolo mucho, ese día no podremos acudir”, “ese fin de semana, nos vamos al pueblo”, etc.etc., asín que l’expedición empeçóse a reduzir et mandamos un nuevo comunicado de que la nuestra ingente presenzia en el acto estaría formada por zinco templarios, Fr. Alonso de la Civera, Fr. Sancho López de Lienda, Fr. Timoteo de Gúdar, Fr. Márquez de Sotillos e Fr. Galcerán de Tirwal et tres beguinas, Alda de Beselga, Matilda de Castroponce et Amargamea de la Villa.

El día antes de la partida, caense de la lista el de Sotillos et la de la Villa, asín que comunicamos al Maestre templario de Rubielos que seremos seis.

Otra característica propia de la nuestra encomienda et que nos diferenzia de aquel que fuere el símbolo típico de los antiguos templarios, un caballo con dos jinetes, es que nosotros si habemos d’ir cuatro vamos con cuatro cabalgaduras et ¡porque no podemos ir con zinco!.

Pa concretar aquesta “organiçazión” quedamos convocados el viernes en Teruel pa’ultimar los horarios et los desplaçamientos, un chusco de pan que llaman americano et que viene a ser un piazo canyada con lechuga, tomate, queso, panzeta et güevo frito acompanyado de vino con gaseosa permitiónos dezidir que cadascuno iría con su vehículo et que media hora tras tercias encontraríamonos en casa del freire de la Civera do cambiamos nuestros ropajes de viaje por los hábitos templarios qui vestiríamos en el capítulo.

La consigna era, el de la Civera et la de Beselga esperarían en su morada de Rubielos, el de Gúdar con su cabalgadura acudiría solo, el de Lienda faría lo propio con su alba cabalgadura et la de Castroponce e un servidor lo mesmo en nuestra cabalgadura negra, cumplíamos bastante bien nuestra mássima seis personas, cuatro cabalgaduras.

Amanescía el día de Santa Mónica et la de Castroponce e un servidor emprendimos camino pa llegar a la hora convenida a la morada de los de la Civera, la velocidad fue superior a l’esperada o la distancia más corta de lo previsto, el caso es que ocho minutos antes de lo fijado llamábamos a la puerta, los propietarios de la casa saltaron de la cama et abrieron la puerta, la de Beselga mantenía la dignidad d’una senyora recién levantada, pero el de la Civera aparesció en calçón et atándose las calças a la zintura. La de Castroponce disculpándose por llegar tan pronto, la de Beselga lo propio por non estar esperando, el de la Civera justificando que la noche fue muy larga et por eso non estaba en pie, et yo mesmo recibiendo la reprimenda de “mi santa” por salir tan temprano, etc.etc. etc.

Fablamos con el de Lienda qui nos dixo que en vez de venir solo en su caballo blanco, venía con la de Azagra, con la Muñoz et con el de Concud en la cabalgadura de aqueste. ¡Otro gran alarde d’organiçación!, justo en la misma manyana del acto habíamos pasado de ser cuatro templarios et dos beguinas a ser zinco templarios et cuatro beguinas, ¡confiemos que naide note la diferenzia!.




Vestidos de paseo, aquesto es camisa, calçón, calças, crespina, sobrevesta et cenyidor disponíamosnos a partir hacia alguna taberna próssima en ande dierannos d’almorçar mientras aguardábamos al resto,




cuando aparesció el de Gúdar en su percherón gris, solicitónos que esperáramosle porque se cambiaba en un ¡ay! et acompanyabanos a almorçar, et asín fue, solo que el ay fue un aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy et cuando ya estábamos en la calle vimos en lontanança que se acercaba el albo caballo del de Concud, lo estacionó et sin cambiar sus ropajes de viaje diriximonos a una taberna próxima, aposentámonos en una mesa de reducidas dimensiones pa los nueve et después de ver pasar hasta cuatro veces al joven que debía habernos tomado la comanda sin ni siquiera mirar hacia nuestro lado. Decidimos levantarnos et cambiar de local. Azedimos a la posada et allí rápidamente solicitamos unos chuscos con lomo, queso et zebolla carameliçada con vino et gaseosa, algunos menos innovadores dezidieron degustar tortilla de patata et otras incluso tortilla franzesa, pa terminar unos bebediços de café con conyac que llaman caraxillos, un servidor que’s un poco menos valiente decidió incluir un poquito de leyte et asín pedí a la camarera un caraxillo con leyte, su respuesta fue que aquello non había, asín que tuve que improvisar una solución et pedir cortado con conyac, aqueso sín que hubo.

Rápidamente regresamos a casa de los de la Civera pa cambiar nuestra indumentaria de paseo por la de parada que llevaríamos al capítulo, cinturón d’armas, espada, lança, crespina d’armas, almófar, casco et capa templaria.




et salida hacia el lugar de convocatoria que según mantenía el de la Civera era media hora antes de sextas en la Casa Consistorial, allá que llegamos 15 minutos pasada la hora et según nos vieron llegar, el Senescal de l’encomienda de Rubielos nos detuvo et nos recondujo hasta el lugar de partida, la plaçuela junto a las escuelas. Cuando llegamos allá el resto de las encomiendas invitadas ya estaban en espera de ser formadas pa´iniciar el desfile.

El Senescal nos organiçó et asín l’encomienda de Teruel abriría el desfile junto con el pendón de Rubielos, que viene a ser un estandarte, detrás de nosotros las beguinas de Teruel, l’encomienda de Montegaudio de Alfambra, los caballeros templarios de Castellón, los Associació Cultural Dames y Cavallers d’Uixó con Na Violant d’Hongria, el Rey Jaime I e toda su corte et cerrando la comitiva los caballeros de Urrea et las damas de Alcalatén de Alcora

Llegamos en desfile hasta la Casa Consistorial do nos recibió el Maestre de los Templarios de Rubielos et el Alcalde de la Villa, saludos entre Maestres et entrada al claustro del edificio a esperar al resto de la comitiva. Una vez todos cobixados a la sombra se reorganiçó el desfile, en esta ocasión el pendón de Rubielos, o sea el estandarte, habría la comitiva, los Templarios de Rubielos tras él, a continuación Na Violant d’Hongria, el Rey Jaime I et toda su corte, tras ellos nuestra encomienda, las beguinas de Teruel, l’encomienda de Montegaudio de Alfambra, los caballeros templarios de Castellón, los Associació Cultural Dames et Cavallers d’Uixó et los caballeros de Urrea et las damas de Alcalatén de Alcora. Recorrimos las estrechas calles transformadas en un coqueto mercadillo medieval et arribamos a la plaça de la sombra do tiene su entrada principal l’iglesia de Santa María, al pasar por la herrería dexamos depositadas nuestras lanças pues las consignas eran que no se podía azeder al templo con aquesas armas.

Antes de la rexa de entrada, Maestres et estandartes eran retenidos mientras el resto de los integrantes del desfile azedíamos al interior del recinto acompanyados por los fermanos templarios que nos ubicaban en los bancos correspondientes. Nuestra encomienda fue ubicada en el segundo banco de la dereyta detrás del que debía corresponder a las autoridades. Como manda el protocolo, al encontrarnos en una iglesia, descubrimos nuestras cabeças retirando almófares et crespinas, mantuvimos nuestra posición de pie hasta que nuestro Maestre azediere al interior del templo et considerare que era el momento de sentarse.

El azeso a l’iglesia se fiço en el mismo orden que habíamos llevado en el desfile et se concluyó con l’entrada del Alcalde de la Villa, D. Ángel Gracia que ocupó un escanyo a la dereyta del altar et junto a él fue ubicado el Vicepresidente de la Diputación D. Francisco Abril, también estaban presentes el diputado provincial D. Antonio Arrufat et el Concejal de Teruel D. Julio Esteban que ocuparon el primer banco de la dereyta.

El acto comiença con la bienvenida del Maestre, a continuación se façe entrar a los cuatro candidatos que deberían responder sobre sus intenciones, el coro de l’iglesia es el lugar designado pa que el fermano de mayor edad et el mariscal interroguen a los candidatos antes d’ocupar su puesto delante del altar, do se encontraba el Maestre, el Senescal et el capellán, escoltados por el gonfalonero et su estandarte e dos hermanos templarios ubicados en lo alto de l’escalinata. El Maestre se dirige a los candidatos pa que confirmen su interés por pertenecer a l’encomienda et tras la determinación de tos ellos se procede a vestir a los candidatos, el Mariscal impone el cinturón et l’espada, el senescal coloca la limosnera et el capellán después de bendecir las cruces se las da pa besar et se las cuelga del cuello, pa terminar el Maestre coloca la capa a cadascuno de los candidatos et pa concluir realiçan la xura de votos ante el capellán. La sobriedad del acto viose repetidamente engrandecida por la voz d’una dama que entonó varias canciones, más tarde enteraríamonos que pertenezía al grupo de damas de Alcalatén de Alcora.

Antes de dar por concluido el acto, las autoridades presentes recibieron l’insignia de l’encomienda de Rubielos et seguidamente volvimos a formar la comitiva pa desfilar por las estrechas calles del mercado hasta el campamento templario.

Llegados al campamento una tela oscura ensombrezía las cuatro mesas largas preparadas pa los más de 150 comensales qui allí estábamos convocados et otra más pequenya pa las autoridades.

Un armero dispuesto pa lanças et estandartes ocupaba l’entrada del campamento, consideramos que llevábamos demasiados bártulos pa ocupar todo aquel armero et decidimos llegarnos hasta la morada de los de la Civera et dexar allí nuestra impedimenta, de camino nos detuvimos en una taberna próssima pa recuperar líquidos perdidos en el desfile, llegamos a casa et en un santiamén estábamos de vuelta, el viaje no fue muy largo pero aprovechamos pa volver a parar en la misma taberna et tomar otra cerveça con un choricillo a la plancha pa abrir boca, rápidamente volvimos al campamento do nos recibió el Maestre et nos indicó nuestros sitios en la mesa, nos comunicó que las Beguinas habíanse marchado pa participar en el concurso d’indumentaria medieval, más tarde supimos que habían conseguido el segundo premio et un jamón, el primero recayó en Na Violant d’Hongria et su corte de damas, no es que me pueda más la sujetividad pero considero que nuestras beguinas vestían de manera más “medieval” et que deberían haber conseguido el primer premio, pero pienso que las autoridades que costituían el xurado obraron de manera políticamente correta otorgando el mássimo galardón a los forasteros pa que se sintieran más agradecidos por su participación.

Mientras esperábamos a que començara la comida estuvimos charlando con el Maestre et degustando una exquisita cerveça artesanal de Alcora que a decir verdad a mí me resultó un tanto fuerte. También departimos con un joven templario que atendía al nombre de José Miguel, extranyo nombre pa un monje medieval, que alabó las crónicas d’aqueste humilde escribano et además se ocupó d’atender nuestra mesa de manera soberbia, ora plato, ora cerveça et cada vez que llegaba decíanos “que no os falte de nada” et ¡¡otra ronda de cerveças!!.

La comida començó con queso en grandes rodajas calentadas en unas tarteritas de barro pa untarlo en rebanadas de hogaça de pan, estofado de ternera con patatas servido en platos hexagonales de hoja de palma, bandejas con abundante embutido, fruta fresca et frutos secos (dátiles, pasas e orejones), té con hierbabuena, moscatel et oruxo de miel que presentaba una peculiar combinación, en nariz fuerte aroma a miel et una vez llevado a la boca el dulçor desaparece quedando únicamente el oruxo, en cualquier caso, estaba bueno et tuvimos que descararnos pa conseguir una segunda ronda e incluso una tercera, hasta que un perspicaz caballero nos lo requirió amablemente con la promesa de devolverlo a nuestra mesa et jamás se volvió a saber nada ni del caballero, que era lo de menos, ni del oruxo, lo realmente importante.

Antes de pasar a la tertulia l’encomienda de Rubielos tuvo a bien obsequiar a los invitados, començando con la nuestra encomienda, se entregó al Maestre un cuerno pa beber et su soporte en cuero pa el cinto et nosotros correspondimos con una frasca de nuestro licor de nueces, Noccino, adecuadamente lacrada et etiquetada,




siguieron con l’encomienda de Montegaudio, los caballeros templarios de Castellón, los de Val de Uxó et los de Alcora que correspondieron con un pergamino con una ilustración alusiva al evento. Al concluir la comida et cuando estábamos con la tertulia posterior se acercó a nuestra mesa otro joven templario que dixo provenir de tierras de Cedrillas, tomó asiento et se incorporó a la conversación hasta que decidimos que era buen momento pa dejar a nuestros fermanos de Rubielos que descansaran del ajetreo del día et nos marchamos a una taberna próssima donde servían un brebaje transparente con hojitas verdes en su interior et muxo hielo al que se referían como caipirinha et que dejaba los dientes acerados, según opiniones más entendidas que las mías. Después de dos cosas de esas preferí cambiar a otro bebediço que llevaba ron negro, açúcar moreno, hielo, hojitas verdes, limón troceado, un refresco gaseoso et un chorrito de grosella, aquello llamado mojito estaba bastante mejor.

Estando allí las beguinas retornaron al campamento templario pa adquirir una camiseta recordatoria del evento et cuyo importe servía de donativo pa l’iglesia. Desde aqueste puesto decidimos dar una vuelta por el mercado con intención clara de recalar en la taberna pa tomar unas cerveças, mientras íbamos p’allá las beguinas visitaron algunos puestos et aprovecharon pa mercar algunos trapitos.

Después d’algunas rondas de cerveça decidimos cambiar de bar et dirigimonos a la posada pero como quiera que había muxa gente, salimos del recinto amurallado pa llegar al bar el corralico, do tomamos algunas cerveças acompanyadas de cacahuetes, almendras et boquerones con aceitunas.

Era la hora de zenar et pensamos que lo mejor era volver a la taberna, el camarero nos dice que deberíamos esperar 40 minutos, el de la Civera, que pa’eso es como si fuera del pueblo, llama al jefe de la taberna, qui pa más datos es su pariente et le dice qui nos dé de cenar, preguntónos que qué queríamos et le diximos que sacara lo que le viniera bien, a los pocos minutos aparece con nueve chuscos con jamón, et unas cerveças, la de Beselga decide ir a casa d’unos amigos pa conseguir unos tomates que acompanyen al jamón et mientras tanto el de la taberna nos sacude una bandeja de embutido asado compuesto por morzillas de zebolla, salchichas, choriços et panzeta, al final la zena fue magnífica. Durante la zena el de Gúdar, recordando nuestra última cruçada en tierras portuguesas, començó a “fablar” en el idioma de los lusos, et ya conocen sus mercedes que siguen las crónicas la habilidad qui tiene el de Gúdar pa con los idiomas, el caso es que el camarero después d’un rato oyendo aquese portugués tan particular se dirige a nosotros et dizenos que fagamos el favor de no traerle gente d’aquesta que bastante hay ya en el pueblo, la carcajada fue espectacular et asín entre risas pedimos la cuenta et satisfizimos su importe.

Azercábase la medianoche et como no puede ser d’otra manera aquesa hora un sábado de medievales en Rubielos et como viene faziéndose desde hace 24 anyos se dará suelta al toro jubillo, un toro de fuego embolado a yuguete, con cascabeles en el cuello et barro en el lomo que faze las delicias de los toreros et de los que tienen la suerte de disponer d’un balcón en la plaça pa velo.




Como aún faltaba media hora decidimos visitar el hotel Los Leones pa tomar un café o en su defeto un caraxillo et un cubata, e cuando faltaban apenas zinco minutos fuimos a casa de Luis, un amigo de los de la Civera que nos brindó todos sus balcones pa que disfrutáramos del evento medieval de mayor solera de la provincia, el toro jubillo.

Subimos a la casa todos excepto el de Concud, que según paice disfruta con el subidón d’adrenalina que proporciona tener un toro zerca, aunque es xusto dezir que tampoco arriesgó en exzeso en su faena. Por si fuera poco la vista que teníamos o los sofás et el sillón orejero puestos a nuestra disposición, la mesa principal de la sala presentaba un aspecto desbordante de refrescos de toda clase et licores de todas las marcas con vasos et una cubitera pa que cadascuno se sirviera el combinado que considerara oportuno.

Cuando las teas del toro hubieronse consumido, diose por concluida la noche taurina.

Los de Lienda et los de Concud decidieron regresar a Teruel et el resto acudimos a la terraça de la posada a tomar un cubata et como había un cartel que dezía que a partir de las 2’00 había que hablar sin gritar et puesto que ya pasaba d’aquella hora alguien propuso acudir a las piscinas porque habría fiesta, llegados allí comprobamos que l’entrada no daba derecho a consumición asín que la de Beselga revendió los tickets et nos fuimos a otro bar do encontramonos con la parentela de la de Beselga et después d’un par de cubatas dimos por concluido el día.

Amanescía el día de San Agustín cuando pasaba más d’una hora de tercias, et enseguida a la herrería, no teníamos el cuerpo pa muxos golpes en el yunque asín que lo mejor fue fazer tiempo hasta que destaparan una sartenada de migas que estaban exquisitas et que servían a diestro e siniestro con uvas verdes e negras et huevo frito, la verdad es que aquello era el almuerço de familiares e amigos de los herreros et por supuesto nuestro, que pa eso nombramos el anyo pasado al duenyo d’aquello como el herrero oficial de l’encomienda, hecho aqueste acreditado por l’estrella con nuestra cruz que adorna la fragua.

Lo cierto es que to’el que pasaba por allí se apuntaba a recoger un plato, muxos de ellos agradecían el detalle, pero algunos, los menos, se comportaban con exigencia como si de su derechos se tratara.

El caso es que a fuerça de vino de diferentes bodegas et anyadas e “grazias” a los visitantes se terminaron las migas, los tomates et los pepinos, es decir, se arrambló con to lo que se pudiera comer.

Pa postre, alguien trajo una garrafa de zinco litros d’un líquido transparente que alguno estuvo a punto de engullir en vaso entero como si d’agua se tratara et grazias a los gritos de los asistentes comprobamos que aquel inofensivo líquido era oruxo pa quemar. Se preparó un recipiente de barro et se organiçó una queimada.

Mientras ardía, los de la Civera et nos desplaçamonos hasta el Hotel de Los Leones a tomar un cortado pa asentar los cuerpos et las migas. Al regreso a la herrería dimos cuenta del trabajo del fuego en el oruxo et comprobamos que a diferencia del oruxo de miel del día anterior, aquel que olía a miel e solo sabía a oruxo, en aqueste caso, olía solo a oruxo et estaba más dulce que la miel, ¡no habían escatimado en açúcar pa la queimada!.

Se acercaba el final de nuestra jornada en Rubielos de Mora, pero antes teníamos que resolver el enigma de l’entrega de premios et sobretodo cuando tenían que recoger el jamón las beguinas. Ni cortas, ni pereçosas, la de Beselga e la de Castroponce se dirigen a la Casa Consistorial pa que alguien les informara sobre sus dudas ¡ya valía de que nadie respondiera!, recorremos el mercado a buen paso, sin pararnos en puesto alguno, llegamos a la casa del concejo, se dirigen hasta el puesto d’información et mirando en el programa observan que l’entrega de premios es aquese día en vísperas.

Decidimos no esperar hasta entonces e dexar encargada a la de Beselga de fazerse con el premio, por si fuera necesario aparecer en el escenario todas las beguinas, la de Castroponce deja su indumentaria pa ser suplantada por alguna de las amables jóvenes de la localidad.




Paice ser, según cuentan, que no fue necesaria la suplantación pa recoger el premio pero por si acaso el traje de beguina fue portado por la villa con la chança et sarcasmo propio d’un fin de fiesta magnífico.

No me queda más que agradecer a nuestros fermanos de Rubielos l’invitación et sobretodo el exquisito trato dispensado tanto en la representación del capítulo templario como en la comida posterior, confío que seamos capaces de corresponder en la misma medida et espero que el anyo próssimo vuelvan a contar con nos.

lunes, 8 de agosto de 2011

SANTA MARIA DA FEIRA (PORTUGAL)

CRONICA DEL “VIAGEM MEDIEVAL” A SANTA MARIA DA FEIRA EN PORTUGAL.

Amanecía el 29 de julio de 2011, festividad de Santa Marta, y comenzaba nuestro viaje al medievo que nos llevaría al año 1179 en la localidad portuguesa de Santa Maria da Feira.



La expedición estaba formada por el Maestre Sancho López de Lienda, freire Gerinaldo, el freire de Turrimatmurah y el de Concud, el freire de Toroel, el de la Civera, el de Vanyón, el de Gúdar, el de Sotillos y yo mismo freire Galcerán de Tirwal, estábamos estupendamente acompañados por las beguinas Aldonza Pérez de Azagra, Toda de Navarra, Jimena de Queribús, Catalina Muñoz, Alda de Beselga y Amalia. En el último momento causaron baja de la expedición el hermano de Dirdam y su beguina por motivos laborales y el freire de Qalat-Ayub por…, bueno, que no vino, algo por cierto que no sorprendió a nadie.

Retornando a la crónica del viaje hay que decir que en un alarde de organización decidimos que el de Turrimatmurah con Gerinaldo, la de Navarra y la de Queribús tomaran la cabalgadura negra y partieran un par de horas tras laudes, por su parte el Maestre con el de la Civera, la Pérez de Azagra y la de Beselga, saldrían en cabalgadura blanca media hora tras la prima, a esa misma hora y en otra cabalgadura blanca lo harían el de Concud con la Muñoz pero sin contactar con los anteriores, una hora tras la prima en la cabalgadura gris con la intendencia partiríamos el de Vanyón, el de Toroel y yo mismo. El de Gúdar tomaba su caballo negro y partía él solo pasada sextas, y al día siguiente llegaría el de Sotillos con Amalia.

Faltaban unos diez minutos para la hora convenida cuando alguien llama a mi puerta y allí estaban el de Vanyón y el de Toroel prestos para emprender marcha, acudo con mis bártulos y los cargamos en la cabalgadura, el de Vanyón comenta que ha intentado comprar pan pero que el panadero no lo tenía listo y que tenemos que volver, así lo hacemos y por fin estamos listos para emprender ese largo viaje, 932 años, 850 kilómetros.

El de Vanyón se lanza al galope tendido por los caminos que nos llevaban a la capital cuando alcanzamos al Maestre y sus acompañantes en la localidad de Maranchón, obviamente no habían salido a la hora convenida. Seguimos al galope con intención de parar para almorzar una vez que hubiéramos pasado Madrid y que lleváramos unos cuatrocientos kilómetros de viaje. En llegando a la autovía llamamos al de Concud que nos dijo que venía detrás, por lo que decidimos almorzar en el 103 y eso hicimos. Todos ya reunidos a la sombra de un camión, llamamos al de Gúdar que nos dijo que en 10 minutos estaba allí, ¡buena planificación de salida!, partíamos cada uno por libre y a horas diferentes y ni uno solo cumplió lo pactado, pero bueno, allí estábamos almorzando al sol porque el del camión tuvo que seguir marcha y otro que vino no quiso hacernos el favor de sombrear nuestro embutido y nuestro pan recién hecho. Pasamos a tomar un café y estando allí arribó el de Gúdar.

Emprendimos de nuevo viaje, el de Vanyón partió a todo galope y el resto a un trotecillo un poco más relajado, en esta ocasión yo viajaba en el cabalgadura negra del de Gúdar.
Se acordó parar de nuevo en el área de servicio del km 61 de la A-6.

Pasamos Guadalajara y Madrid y como en vez de área de servicio en el km 61 lo que encontramos fueron obras se decidió continuar viaje, pasamos Ávila y Salamanca y llegamos a Ciudad Rodrigo donde teníamos previsto comer.

Como quiera que habíamos mandado al de Vanyón y al de Toroel por delante y estos ya estaban en la ciudad nos pusieron al corriente del recorrido, pero como suele pasar cuando das instrucciones a todos al final ninguno sabe por dónde tirar y por poco nos salimos del pueblo, pero como no hay mal que por bien no venga, encontramos una gasolinera y aprovechamos para rellenar el depósito de nuestras cabalgaduras previendo que en Portugal el precio del combustible fuera bastante más elevado que en España.

Por fin llegamos al centro de la ciudad, aparcamos y nos encaminamos hacia la plaza mayor donde en la terraza del Bar El Sanatorio nos esperaban el de Toroel, el de Vanyón unas cuantas jarras de cerveza vacías y algunas otras llenas, rápidamente pedimos un nueva ración de jarras heladas con cerveza y enseguida una segunda y una tercera, cuando las jarras heladas de 1/3 se hubieron acabado empezamos con las de 1/2 hasta que el calor fue ligeramente sofocado y la sed aplacada. Nos dirigimos entonces hasta el restaurante que teníamos previsto pero al llegar allí y comprobar que tendríamos que sentarnos en mesas separadas decidimos buscar otra opción y la encontramos en el Restaurante Los Arcos. Unas ensaladas, unos platos de Tostón Cuchifrito y otros de entrecotte acompañados de cerveza y rematados con unas tartas al whisky o de queso con grosella y café fue el menú.


Terminada la comida acudieron al restaurante unos amigos de Teruel que teniendo familia en dicha localidad estaban pasando unos días en ella y se brindaron a servirnos de cicerones, paseamos por Ciudad Rodrigo hasta el Parador de Turismo, visitamos las murallas, el Museo del Orinal y la Catedral, rondaban casi las seis de la tarde cuando retomamos viaje hacia Santa Maria da Feira ya que habíamos quedado con Luis Miguel Rocha entre las 19:00 y las 20:00h en el hotel.

La caravana se partió de nuevo, con el de Vanyón al galope, el Maestre y el de Gúdar al trote y el de Concud que debió parar a repostar y viajó por libre.

Cosa curiosa ocurre cuando los carteles rezan Ben-vindos a Portugal, y no es que unas simpáticas señoritas te obsequien con periódicos y publicaciones varias, sino que si antes de leer son las 18:30 cuando terminas de leerlos son las 17:30h.

Pasados algunos kilómetros desde la frontera se unió a las dos cabalgaduras el de Concud, conformando así una expedición de tres.

Llegados a Santa Maria da Feira, el de Vanyón nos esperaba a la salida del peaje de la autopista y así todos juntos recorrimos el final del trayecto, los escasos tres kilómetros que nos restaban hasta un edificio de seis plantas con pendones rojos y azules con una cruz blanca colgando de todos los balcones y que resultó ser el hotel Nova Cruz, áquel en el que teníamos reservado nuestro alojamiento, adonde llegamos pasadas las siete y media de la tarde, y sin rastro de Luis Miguel.


Una amable recepcionista nos indica los aposentos de cada uno y nosotros que llevábamos desde que saliéramos de Ciudad Rodrigo, allá en España sin probar líquido alguno le preguntamos ¿dónde estaba la cafetería?, ella enseguida respondió que estaba en el sexto piso.

Dejamos nuestras pertenencias en la habitación y subimos a la cafetería, ¡lo que ocurre por preguntar mal!, aquel local del sexto piso era el lugar donde se sirve el café de la mañana, o sea, la cafetería. Bajamos a recepción y cambiamos la pregunta, ¿dónde está la cervecería? Y la recepcionista nos dijo “aquí mismo”, un pequeño mostrador al lado de recepción, con una pequeña nevera que sólo tenía cuatro cervezas, uno de nosotros, concretamente este que escribe se quedó sin su parte, el resto se terminaron su botellín y preguntamos por un bar cercano, tras las explicaciones de la recepcionista salimos del hotel y fuimos al bar, rápidamente repusimos líquidos mientras decidíamos como íbamos a vestirnos para acudir al recinto del “viagem medieval”. Todo claro volvimos al hotel y nos ataviamos adecuadamente y salimos hacia el recinto.

Seguimos las indicaciones que nos dieron en el bar y recorrimos los 1800 metros que nos separaban de la puerta de la iglesia con dos torres donde nos esperaban Gerinaldo y el de Turrimatmurah, que por cierto, habían hablado con Luis Miguel y habían quedado con él para vernos a la mañana siguiente en Oporto.

Antes de acceder al recinto tuvimos que adquirir la correspondiente pulserita que serviría de acreditación durante todos los días que dura el viaje.


Pasamos el control de acceso y seguimos flanqueados por puestos de mercado y de restaurantes que asaban cerdos enteros en la puerta del local para confeccionar el popular bocadillo de “porco”,


llegamos a la puerta de la iglesia y allí estaba el que a partir de ese momento iba a ser nuestro punto de reunión, el bar de Paul, seguramente tendrá otro nombre pero nosotros siempre que nos referiríamos a él lo haríamos como el Bar de Paul, con el correspondiente acento portugués que solamente el de Gúdar es capaz de captar desde el primer momento únicamente conectando la radio del coche.

Después de 15 horas de viaje, 850 kilómetros en coche y 1800 metros andando no quedaba más remedio que reponer líquidos de nuevo. A la tercera ronda, Paul se acercó al mostrador y rápidamente sustituyó al empleado, seguramente pensó que debía atender él personalmente a aquellos españoles que aunque él no lo supiera todavía, se convertirían en los mejores clientes del fin de semana, y casi me atrevería a decir que los mejores clientes de los diez días. Intentamos un trato, cada 10 rondas de Super Bock, que es la marca de cerveza de la zona, nos invitaba a 1, el portugués se hizo el sueco y no entró al trapo, le volvimos a tentar 100 rondas 3 invitaciones, se volvió a hacer el sueco pero esta vez nos invitó a esa ronda.


Allá estábamos, en una de aquellas 100 rondas cuando se acercó una joven que amablemente nos preguntó si hablábamos portugués, inglés o francés, la pusimos en contacto con el de Gúdar que es el intérprete oficial de francés, es capaz de atender en inglés y domina el portuñol como nadie, y después de mucho intentar entender a la joven llegamos a la conclusión de que lo que pretendía era que nos callásemos porque había una actuación y molestábamos. Con lo fácil que hubiera sido llevarse el índice a la boca y hacer ¡chussssss!, el caso es que tuvimos que cambiar de local y nos desplazamos a la “Taberna Templaria”, un local donde una joven que empezamos a llamar Maria José nos atendió amablemente y a la que el de Gúdar entendía a la perfección, hasta que descubrimos que se llamaba Joana y que hablaba en español porque había trabajado en Barcelona. Nos tomamos varias rondas de finos que es como se llama a una caña en vaso de 1/5, y para empapar tantos finos nos engullimos un bocata de “porco no espeto


que viene a ser como un kebab con el cerdo en horizontal y entero al que le van cortando tirillas de carne que meten en el bocata. ¡Un poco jasco para mi gusto! pero vamos, a fuerza de Super Bock el porco pasa bien. Tal fue el tiempo que estuvimos en aquella taberna que incluso cantamos el brindis templario con un licor típico llamado Beirao por invitación de la casa.

De ahí nos fuimos a dar una vuelta por el mercado camino del Castelo y después paseamos por la explanada donde se agolpaban numerosos restaurantes llenos a reventar.

Volvimos al bar de Paul, porque iba a dar comienzo un espectáculo de luz, fuego y sonido en la fachada de la iglesia, no sé si por aquel entonces llevábamos 100 rondas pero le tenían que faltar muy pocas, de vez en cuando acompañábamos la super bock con un cachorro, que viene a ser lo que en España se llama perrito caliente y en América hot dog.

La muchedumbre se amontonada alrededor del espectáculo en un número inimaginable para nosotros, nos costaba muchísimo entender que toda aquella gente había pagado para pulular por un mercadillo medieval, el caso es que todas las calles que nuestra vista alcanzaba estaban repletas de espectadores aguardando el inicio.

A la conclusión la gente se dispersó y algunos de nosotros decidieron partir para el hotel y dar por concluida esta maratoniana jornada. El de la Civera, el de Gúdar, la de Beselga y un servidor decidimos visitar un local próximo al bar de Paul, donde ponía Fiesta Privada, allá que fuimos y al entrar nos dieron un cartoncito con quince casillas que debíamos presentar en la barra y que nos irían rellenando a medida que fuéramos consumiendo para pagar al final. Intentamos consumir un ron con algún refresco de cola y resulta que el único que había era ron blanco de una marca conocida también en España y que parece ser que no es del agrado de los bebedores de ron, así que decidimos consumir unas caipirinhas. Dos rondas de esto e infinidad de fotos con la gente del local fueron suficiente para terminar la noche. Con nuestros cartoncitos rellenos nos acercamos a la caja y mientras pagábamos el de Gúdar vio una botella con un bebedizo rojo cuya etiqueta escrita a mano rezaba “Licor levanta mortos” y allá que se lanza y le pide a la camarera que nos sirva uno para cada uno, ella toma la botella con cuidado, cuatro vasitos como dedales y sirve con un misterio que acojona cada uno de los cuatro licores, coloca cada vasito en frente de cada uno de nosotros y yo pienso, “esto de golpe, y que sea lo que Dios quiera”, todos pensamos lo mismo y para dentro. Resultó que aquello era más suave que la horchata así que dedujimos que en la etiqueta no ponía lo que nosotros tradujimos o que los muertos aquellos se levantan con leche y grosella. El caso es que entre risas y comentarios sobre el licor salimos del bar y nos dirigíamos al hotel cuando una churrería se cruzó en nuestro camino y tuvimos que comprar una docenita de churros para el camino.

Cerca del hotel estábamos cuando un vehículo con tres jóvenes se detiene a nuestro lado y tiene lugar el siguiente diálogo:
- Joven: “são o português?
- Timoteo: “No, italiano”
- Joven: “borracho?”
- Timoteo: “No, de Palermo”
Numerosas risas por parte de los jóvenes del coche y por la nuestra y ambos continuamos camino.

Llegamos al hotel y a descansar hasta el día siguiente a las diez que saldríamos hacia Oporto.
Amaneció el día de San Abdón y San Senén con una niebla que ocultaba ligeramente el castillo de Santa Maria, subimos a la cafetería a desayunar y a preparar el viaje a Oporto, como quiera que el hermano de Sotillos no había llegado todavía le mandé un mensaje comunicándole nuestras intenciones para el día y él me contestó que ellos estarían viajando, así que dedujimos que ya nos veríamos a nuestro regreso.

Alguien pensó que sería bueno intentar ir en autobús y evitar así el desplazamiento en cuatro coches, terminado el desayuno preguntamos en recepción y nos mandó al mismo bar que habíamos conocido el día anterior, nos informaron de que acababa de salir un autobús para Oporto y que el siguiente salía a las 11:25 y que el precio del billete eran 3’80€ ida y vuelta.

Comunicado todo esto al resto de la expedición, se acordó que era la mejor opción y que esperaríamos esa hora y media hasta el siguiente autobús, tiempo éste que fue ocupado para hacer compras por unas, para pasear por las proximidades del hotel por otros y para tomar unos finos en una terraza por otros. Finalmente llegó la hora y con ella y puntualidad exquisita el autobús que nos llevaría a Oporto. A las 12 entrábamos en el garaje de los autobuses donde nos dejaba y donde deberíamos estar a las 16 ó a las 19 para volver. Llamamos a Luis Miguel que nos dijo que en torno a las 13 nos llamaría. Salimos hacía el funicular Dos Guindais que nos debía dejar en el barrio fluvial de la ciudad, junto al río Duero


Paseamos junto al río viendo los siete puentes que cruzan el río y que conectan el coqueto casco antiguo de Oporto con la margen izquierda del río, el más popular de todos ellos es el Ponte Dom Luís I, construido según un proyecto del ingeniero belga Théophile Seyrig, discípulo del famoso Gustave Eiffel.


Seguimos paseando por la ribera del río mientras decidíamos qué hacer, pensamos que sería buena opción dar un paseo en barco por el Duero así que preguntamos en un puestecillo en la calle, nos dijeron que el próximo barco salía a las 13:00 pero que aunque faltaran 40 minutos que sacáramos ya los billetes y así luego no teníamos que hacer cola y que podríamos llegar y ocupar directamente las sillas de proa desde donde mejores fotos se tomaban. Decidimos no seguir el consejo del vendedor y nos fuimos a una terraza a tomar unas cervezas mientras algunas de las señoras visitaban un puesto de mantelerías. Nos adentramos en la Plaça da Ribeira o Rua de Sao Joao Novo en memoria del santo que preside la fachada que mira al río.


Toda la plaza estaba repleta de terrazas y decidimos sentarnos en una de ellas, Casal Garcia, juntamos dos mesas y el de Gúdar se acercó a la puerta del bar y pidió unos bolinhos de bacalhau y unos chouriços asados.

A las 13:00 embarcábamos rumbo a España, sin problemas de espacio en el barco salíamos aguas arriba del “rio Douro”, pasamos bajo los puentes de Dom Luis I, do Infante, de Maria Pia, de Sao Joao y de Freixo donde dimos la vuelta y aguas abajo hasta el Ponte de Arrábida donde comenzamos el regreso al embarcadero. Durante el trayecto algunos nos acercamos a la barra del bar del barco y pedimos unos finos, tras muchos intentos por beber aquella cerveza fuimos desistiendo y la fuimos dejando a medias sobre la barra. La camarera se percató de aquello y rápidamente vino a pedirnos disculpas porque la cerveza no estaba en condiciones, nos ofertó botellines de Heineken para todo el grupo, circunstancia esta que obviamente no aceptamos, un par de cervezas para cumplir con la invitación y agradecimiento al gesto de la joven.

Las 13:50 eran cuando desembarcábamos y nos fuimos a la misma terraza, Casal Garcia, a esperar a Luis Miguel que por fin se había puesto en contacto con nosotros, pedimos unas cervezas y unas tábuas de queijos, y unas azeitonas, y nos pusieron dos platos de queso con aceitunas, en ello estábamos cuando llegó Luis Miguel, y enseguida nos fuimos hasta la otra margen del río que más tarde nos enteramos que no era Oporto sino que era Vila Nova de Gaia, cruzamos el río por el tablero inferior del ponte de Dom Luis I y seguimos caminando aguas abajo por la Ribeira de Gaia hasta un restaurante llamado Caves da Cerveja. Ya eran las 15:00h cuando llegamos y como los portugueses acostumbran a comer temprano, no tuvimos ningún problema para encontrar mesa, nos colocaron en la mesa un útil con un depósito para tres litros de cerveza y un grifo para tirar cañas y unas croquetas de carne. Rápidamente tuvimos que pedir otro útil de cerveza.


Luis Miguel fue el encargado de pedir y se decidió por un bacalao asado con aceite y patatas y unas francesinhas,


sándwich típico portugués y originario de Oporto, hecho con pan, jamón curado, linguiça que es una salchicha de cerdo curado, salchicha fresca, como la chipolata, carne asada o fresca y cubierto de queso curado y una salsa de tomate y cerveza y que se sirve con patatas fritas, según nos contó Luis Miguel, esta comida era la ración diaria del ejército francés cuando intentó conquistar Portugal, cuando los franceses abandonaron el país se mantuvo la comida y se le añadió la salsa, aunque parece ser que esta explicación tan romántica no es más que una invención porque lo que realmente ocurrió fue que en la década de 1960, Daniel da Silva, un emigrante retornado de Francia y Bélgica, trató de adaptar al gusto portugués el croque-monsieur que es un sándwich de queso gruyere y asado al horno. En cualquier caso, lo cierto es que el bacalao estaba espectacular y las francesinhas entraban bien, terminamos la comida con algunos helados y unos cafés, hubo algunos que pidieron café con coñac (carajillo) y salieron escaldados. Al concluir …, bueno eso no merece la pena ni que sea contado, allá cada cual con su conciencia.

Nos despedimos de Luis Miguel con el compromiso de que por la noche acudiría a Santa Maria da Feira y regresamos hacía nuestro autobús.

De camino andábamos hacía el puente de Dom Luis I cuando nos cruzamos con un personaje con jersey de manga larga cuando estaríamos a más de 35ºC y resultó ser nuestro amigo Luis y su mujer Iria aquellos que nos acompañaron al viaje a Tierra Santa, charlamos un rato con ellos y cada uno seguimos nuestro camino.

De vuelta hasta la estación paseamos por las calles del casco antiguo de Oporto que será patrimonio de la humanidad pero requiere una limpieza y una rehabilitación importante, llegamos con tiempo y pudimos descansar unos minutos y tomar un refrigerio mientras se hacían las 19:00 y salía el autobús.

El recorrido de regreso se hizo rápido pero al llegar al peaje de Santa Maria da Feira el atasco era monumental, lo que debía costar 5 minutos nos llevó casi 30 y por fin llegamos al hotel.

Llamamos al hermano de Sotillos y nos comentó que estaba en el atasco de la autopista y que en breve estaría en el hotel, comenzamos a vestirnos para acudir al recinto medieval y cuando estuvimos todos comenzamos de nuevo la peregrinación de los 1800 metros hasta el bar de Paul.
Al llegar al edificio reservado para la organización enviamos al de la Civera a buscar a José Cardoso, nuestro presunto contacto desde que comenzamos esta aventura, al contactar con el Coordinador de Animación Itinerante nos reenvió a hablar con su ayudante Clara, le explicamos nuestro interés en participar en el desfile que tendría lugar al día siguiente y nos comentó que no creía que hubiera ningún problema pero que debíamos personarnos en el local de guardarropía oficial de la organización y preguntar por Lizeta, así que para allá que fuimos.

El recinto estaba a reventar de gente, nos comentaron que habría unas 200.000 personas y desde luego que no exageraban lo más mínimo.

Llegamos al guardarropía y preguntamos por Lizeta, aclaramos las condiciones y los horarios para el desfile y nos despedimos de ella.

Tomamos unas cervezas y unos cachorros en el bar de Paul y como quiera que Luis Miguel no había dado señales de vida, que el capítulo que teníamos previsto no iba a realizarse y que como era probable que empezáramos a dispersarnos y que iba a ser muy complicado volvernos a reunirnos, le comenté al Maestre la posibilidad de entregar los pergaminos recordatorios del viaje en aquel momento. Tras la respuesta afirmativa me hice un poco de hueco en la calle y fui entregando uno tras otro los pergaminos. Algunos abrazos, sonrisas, agradecimientos y palabras de reconocimiento fueron suficiente para dar por bueno el esfuerzo.

Más tarde nos fuimos a la taberna templaria y allí más cervezas y algún bocata de porco no espeto, más cervezas y más todavía, hasta que al de Gúdar se le ocurrió pedir un "chouriço asado na canoa”


Que viene con el fondo lleno de alcohol de quemar y se va dando vueltas al chorizo hasta que se asa. Terminado el chorizo y como sobraba pan el de Gúdar agarra un trozo y lo unta en la salsa, se lo mete en la boca y le cambió la cara, imagino que un pan untado en alcohol no tiene el mismo sabor que si fuera el aceitillo de chorizo. Le costó tres finos recuperar el aliento. A partir de ese momento canciones de tuna, jotas, fados, sevillanas e incluso algún brindis templario hicieron que rematáramos la noche con dos chupitos de licor de Beirao.

Volvimos al bar de Paul y muchos de nosotros decidieron retirarse a descansar tras un día tan agotador, los demás vimos el espectáculo y tras él y evitando la muchedumbre nos fuimos hacia el hotel.

Era el día de San Ignacio de Loyola y el día amaneció con una niebla cerrada que ocultaba completamente el Castelo. Si la organización para la ida había sido original la vuelta todavía lo iba a ser más. El de Gúdar cogió su cabalgadura y a eso de las 9 de la mañana salió rumbo a Teruel, el de Concud fue obligado a decidir pasar la mañana en la playa y después seguiría una semana más por Portugal, el de Sotillos saldría hacía España una vez desayunado, Freire Gerinaldo y el de Turrimatmurah, agarrarían el montante y emprenderían regreso nada más terminar el desfile de la tarde, el resto esperaríamos al lunes, así que esperamos a que todos hubieran desayunado para concretar las actividades del día, y decidimos que era el momento de aprovechar la mañana para pasear tranquilamente por el mercado medieval. Como por la tarde teníamos que asistir al desfile y para ello deberíamos llevar lanzas, espadas, timbales y demás bártulos, decidimos acercar un coche a las proximidades del recinto con todos los aparejos y así tener un almacén cerca y no tener necesidad de volver al hotel. El de Vanyón se prestó voluntario y acercó su cabalgadura mientras el resto fuimos andando hasta el mercado.

Como habíamos quedado a las 16:00h en la plaza, estábamos obligados a salir sobre las 15:30 del hotel ya perfectamente ataviados, eso nos obligaba a regresar desde el mercado a las 15:00 y para eso debíamos comer primero, así que paseando por el mercado vimos que en torno a las 12:30 se empezaban a llenar los restaurante, demoramos un poco la decisión de la comida y a las 13:00 no quedaba un solo sitio en el que sentarnos a comer. Ante aquella contrariedad decidimos salir del recinto y probar suerte en el camino hacia el hotel, preguntamos a un “policia de transito” y nos indicó “La Churranqueria do Castelo”, tuvimos que sentarnos en dos mesas porque todos no cabíamos en una y nos tomamos una cerveza y después otra mientras nos servían dos “bifé do Castelo” con el que comimos siete y para terminar unos helados y cafés. Concluida la comida regresamos al hotel y nos preparamos para acudir al comienzo del desfile.
Pasadas las 16:00 llegábamos al coche donde teníamos guardados todos los bártulos, nos pertrechamos adecuadamente y sobre las 16:20h empezábamos a buscar la Iglesia de la Misericordia que era donde estábamos citados a las 16:00, llegados a este punto un hombrecillo que tiraba de un asno nos indicó que el desfile salía de más arriba así que fuimos para allá en compañía del hombre y de su asno, llegamos a una explanada de césped donde se distinguía a lo lejos una mancha amarilla que eran los voluntarios del evento y un pequeño grupo de monjes, nos acercamos a la sombra bajo la que se protegían del sol y preguntamos por Lizeta, un tal Riky se hacía cargo de recibir a los participantes en el desfile y nos indicó que ya nos avisarían. Allí estábamos esperando mientras iban llegando grupos a pie y a caballo cuando un joven de la organización se nos acerca, se presenta como Paulo y nos comunica que había estado en Teruel para las bodas y que se alegraba mucho de que lo estuviéramos pasando bien. Reconforta que el “Administrador Executivo da Feira Viva” se interese por nosotros.

Comenzó el desfile y nos colocaron detrás de los nobles de la villa y así formados con el gonfalonero en cabeza, los timbales, el maestre y la tropa en fila de a dos,


recorrimos los 1200 metros de desfile que terminaban en el Castelo, cuando pasamos por la taberna templaria nos ofrecieron una cerveza que obviamente declinamos, no por falta de ganas sino por imagen. Una vez en el castillo se disuelve el desfile y se representa el pago de 1000 piezas de oro que hizo Alfonso I de Portugal, conocido como Afonso Henriques, al Papa Alejandro III, para que a través de la bula Manifestus Probatum se reconozca a Portugal como reino independiente y vasallo de la iglesia, en lugar de ser vasallo de Alfonso VIII de Castilla.

Terminada la representación entramos al castillo y hacemos una pequeña visita al mismo, aprovechamos que íbamos completamente ataviados para hacernos infinidad de fotos, y lo mismo les sucedió al resto de los visitantes que no pararon de pedirnos posar con ellos para salir en sus fotos.


Terminada la visita descendimos hasta el bar de Paul donde nos repusimos del calor y de la pérdida de líquidos y como ya debíamos haber llegado a las 100 rondas Paul nos invitó a varios de los finos que nos tomamos antes de llevar los bártulos hasta el coche.

Nos pusimos cómodos tras dejar todo en el coche y aprovechamos para dar una vuelta por el mercado y ultimar las compras, ya reunidos de nuevo todos los que todavía quedamos en la ciudad, se presentó un joven llamado Victor y en perfecto castellano nos comentó que había trabajado en La Rioja y en Barcelona y que ahora había vuelto a su ciudad, nos preguntó si lo estábamos pasando bien, si nos gustaba la fiesta y si habíamos bajado al fortín templario. Dos respuestas afirmativas y la última negativa, le comentamos que nadie nos había invitado y que nos parecía inapropiado acudir sin ser llamados. Nos dijo que le encantaría que le acompañásemos y que pediría permiso a su Maestre de Armas para ver si podíamos entrar en el campamento. Llegamos al campamento y nos admitieron amablemente en el mismo, en el que al parecer el único requisito era vestir de medieval. Estuvimos conversando con el Maestre de Armas, Olivier de Languedoc, y también con el Rey Alfonso I de Portugal.


Nos comentaron la posibilidad de asistir con ellos a la Liça que iba a tener lugar a continuación y nos indicaron que entraríamos por la puerta de atrás y que deberíamos ver el torneo de pie junto al rey y las doncellas, accedimos gustosos a acompañarlos y enseguida nos encontrábamos en el backstage del campo de liza, como quiera que el graderío no se llenó pudimos ocupar unas plazas en las gradas para ver de manera más cómoda el torneo.

Comienza la liça con la presentación de los caballeros, unos defienden a Portugal y otros al vecino Reino de Galicia, la mayoría del público toma partido por los de Portugal, unos pocos españoles lo hacen por Galicia, nosotros que realmente en aquella época nos debería dar igual unos que otros, decidimos tomar partido por Galicia aunque sea por afinidad actual. Todos sabemos que el resultado del torneo va a ser victoria para Portugal, pero debemos dar un poquito de color en la grada.

El Reino de Galicia va a ser defendido por Don Olivier de Langedoc a caballo y tres caballeros a pie entre los que se encuentra D. Juan de la Vega, que no es pariente de nuestro freire García de la Vega, el Reino de Portugal será defendido por D. Pedro de Portugal a caballo y otros tres caballeros a pie entre los que se encuentra D. Nuno de Gaia.

Comienzan los juegos, con una tirada a caballo en el que los combatientes deben dar con la lanza en el centro del escudo del estafermo, victoria para D. Olivier, sigue con un combate a pie donde gana D. Juan de la Vega para “Galiza”, tirada a caballo en el que debe tomarse anillas con la lanza, de nuevo victoria para “Galiza”, combate a pie donde vence D. Nuno de Gaia para Portugal, tirada a caballo donde los jinetes deben saltar un tronco en llamas y recoger un dardo clavado en el suelo, victoria para D. Pedro por Portugal, combate a pie donde vence Portugal, combate a caballo en el que los jinetes deben cortar un pepino en dos partes iguales, victoria para D. Pedro por Portugal. Para concluir los jinetes se enfrentan cara a cara con la lanza de manera que el primero que descabalgue al contrario gana. Victoria para “Galiza” pero el juez de liça decide descalificar a D. Olivier, dando la victoria en los juegos a Portugal, a partir de ahí se desata una batalla todos contra todos cortada por el Rey y reconducida a duelos individuales, D. Olivier contra D. Nuno y luego este contra D. Juan, ganados todos por Portugal, terminan los juegos de entrenamiento de caballeros y somos todos convocados por el juez a una batalla que tendrá lugar en el fortín templario donde los moros pretenden atacar el campamento.

Decidimos que es suficiente por ahora y que es mejor buscar un sitio para cenar a las 23:30h, no encontramos nada que esté abierto hasta que llegamos a la “Taverna da Ramada” preguntamos si tienen algo para cenar y en vez de enseñarnos el menú, el camarero se adentra en la cocina y aparece con un plato con una tortilla de bacalao, un filete de lomo y algo que parecían tripas de cerdo y varios tenedores para que probásemos y ver si era de nuestro agrado. Decidimos sentarnos allí y que nos sirviera bacalao, lomo y una fuente de arroz con tomate y cerveza. Es cierto que el servicio no fue de lo más profesional que nos hemos encontrado, pero por el contrario era sumamente atento y dispuesto. Terminamos con la comida y pedimos la sobremesa, que es así como llaman al postre, tal y como ocurrió al principio, en vez de traernos la carta apareció la camarera con un plato con una torrija de leche, otra de vino y una fuente con media tarta de almendras, comenzamos a probarlo todo y decidimos que nos dejara los tres postres enteros. Terminamos con cafés y carajillos de whisky porque no había coñac y decidimos retirarnos al hotel para afrontar el largo viaje del día siguiente.

Aprovechando que habíamos aparcado un vehículo en las proximidades el de Vanyón se prestó voluntario a hacer viajes hasta el hotel y así, en el primero, se llevó a todas las mujeres mientras nosotros comenzábamos el regreso a pie. A mitad de camino estaríamos cuando el de Vanyón, que ya había descargado en el hotel, se detuvo ante nosotros y montamos todos los hermanos apiñados en el vehículo, eso sí que fue aprovechar el viaje y no dos templarios en un caballo. Le agradecimos que hubiera vuelto a por nosotros no tanto por la distancia que nos restaba sino por la niebla meona que nos estaba empapando.

Amaneció el día de San Félix con una niebla cerradísima que no solo impedía ver el castillo, impedía ver la calle. Desayunamos y preparamos los equipajes en los coches para emprender el camino de regreso, nos despedimos de los Muñoz y nos echamos a la carretera.

El sol no hacia acto de presencia y con una agradable climatología llegamos a la frontera, aquí el fenómeno era el contrario, solo leer el cartel que decía España nos llevó una hora, empezamos a leerlo a las 11:00 y cuando lo terminamos eran las 12:00, continuamos viaje hasta las proximidades de Salamanca donde paramos a descansar y repostar y decidimos que pararíamos en Ávila a comer.


Llegamos a las cercanías de las murallas y aparcamos para buscar un sitio donde comer algo ligerito para continuar el viaje. El de Vanyón que conoce gente en todos los lugares telefoneó a una compañera y nos indicó un lugar donde comer, atravesamos la muralla y nos adentramos en el casco antiguo hasta la catedral, un ligero vistazo al interior y directamente a la plaza del Rastro donde en el Mesón del mismo nombre nos atendió una camarera muy seria con un carácter fuerte, un humor “diferente” y una eficiencia propia de quien lleva mucho tiempo en el oficio, allí asustados por la camarera nos dispusimos a degustar algo ligero, pedimos unas cervezas que nos acompañaron con unas raciones de patatas revolconas, para seguir, la opción fue unas ensaladas y unos chuletones con patatas, para concluir algo ligerito también de postre y para ello elegimos arroz con leche, unos cafés y a pasear para bajar un poco la comida.

El de Vanyón, el de Toroel y yo mismo, emprendimos viaje de regreso nada más llegar al coche, mientras que el Maestre, el de la Civera y las respectivas decidieron prolongar su estancia en Ávila algún tiempo más.

Llegamos a casa sin ningún contratiempo, de Luis Miguel Rocha nunca más se supo en este viaje y la sensación fue la de haber conocido una fiesta medieval con dos partes muy diferenciadas, la del visitante que en número de 700.000 acude a un parque temático y la de los participantes del otro lado del río que viven un viaje real al Medievo.